El Congreso ha intensificado las conversaciones sobre nuevas regulaciones de privacidad a raíz del escándalo que involucró a Cambridge Analytica, que obtuvo acceso indebido a los datos de hasta 87 millones de usuarios de Facebook. Incluso el director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, testificó que pensaba que las nuevas reglas federales eran “inevitables”.

     Pero para comprender qué regulación es apropiada, primero debemos comprender el origen del problema: la ausencia de un mercado real de datos, con verdaderos derechos de propiedad para los creadores de datos. Una vez que ese mercado esté instaurado, implementar protecciones de privacidad será fácil.

A menudo nos consideramos consumidores de Facebook, Google, Instagram y otros servicios de Internet. En realidad, también somos sus proveedores, o más exactamente, sus trabajadores. Cuando publicamos y etiquetamos fotos en Facebook o Instagram, utilizamos Google Maps mientras conducimos, chateamos en varios idiomas en Skype o subimos videos a YouTube, estamos generando datos sobre el comportamiento humano que luego las empresas incorporan a los programas de aprendizaje automático.

Estos programas usan nuestros datos personales para aprender patrones que les permiten imitar el comportamiento y la comprensión humana. Con esa información, las computadoras pueden reconocer imágenes, traducir idiomas, ayudar a los espectadores a elegir entre espectáculos y ofrecer la ruta más rápida al centro comercial. Compañías como Facebook, Google y Microsoft (donde uno de nosotros trabaja) venden estas herramientas a otras compañías. También usan nuestros datos para vincular a los anunciantes con los consumidores.

Los defensores del actual sistema a menudo dicen que no ofrecemos nuestros datos personales de forma gratuita. Por el contrario, nos pagan en la forma de los servicios que recibimos. Pero este intercambio es malo para los usuarios, malo para la sociedad y probablemente no sea ideal incluso para las compañías tecnológicas. En un mercado real, los consumidores tendrían mucho más poder sobre el intercambio: aquí están mis datos. ¿Cuánto estás dispuesto a pagar por ellos?

Un usuario de internet hoy probablemente gane solo unos pocos cientos de dólares al año si las compañías pagaran por los datos. Pero esa cantidad podría crecer sustancialmente en los próximos años. Si el alcance económico de los sistemas de inteligencia artificial (IA) continúa expandiéndose (redactando contratos legales, diagnosticando enfermedades, realizando cirugía, haciendo inversiones, manejando camiones, administrando negocios), necesitarán grandes cantidades de datos para funcionar.

Si estos sistemas desplazan empleos humanos, las personas tendrán suficiente tiempo para suministrar esos datos. Los ejecutivos tecnológicos temerosos de que IA cause un desempleo masivo han abogado por un ingreso básico universal financiado por el aumento de los impuestos. Pero la presión para estas políticas disminuiría si los usuarios simplemente fueran compensados por sus datos.

Los datos compilados actualmente por Facebook y otras compañías son de muy baja calidad. Es por eso que Facebook tiene un ejército adicional de trabajadores remunerados a quienes se les asignan tareas específicas, como etiquetar fotos, para llenar los vacíos que dejan los usuarios. Si Facebook pagara a los usuarios por su trabajo, la empresa podría ofrecer un pago relacionado con el valor de la contribución del usuario, ofreciendo más, por ejemplo, traducciones útiles de la última jerga china al inglés que por otro video etiquetado como “gato”.

Entonces, ¿por qué Facebook no ofrece salarios a los usuarios? Por un lado, obviamente, costaría mucho pagarles a los usuarios por los datos que la compañía actualmente obtiene gratis. Luego, Google y otros podrían comenzar a pagar también. La competencia por los usuarios mejoraría la calidad de los datos, pero consumiría en los resultados finales de las compañías tecnológicas.

También es cierto que los usuarios simplemente no están pensando de esta manera. Pero eso puede cambiar. La idea básica es bastante sencilla: cuando suministramos nuestros datos personales a Facebook, Google u otras compañías, es una forma de trabajo, y debemos ser compensados por ello. Puede ser un trabajo agradable, pero es trabajo de la misma manera.

Si las empresas rechazan este modelo de “datos como mano de obra”, la presión del mercado podría utilizarse para persuadirlos. En lugar de registrarse directamente con, digamos, Facebook, las personas se registrarían con un agente de datos. (Estos servicios, a veces denominados intercambios de datos personales o bóvedas, ya están en desarrollo, con más de una docena de nuevas empresas compitiendo para cumplir este rol).

El agente de datos luego ofrecería acceso a Facebook a sus miembros y negociaría salarios y términos de uso. Los usuarios llegarían a Facebook a través de la plataforma del agente. Si en algún momento Facebook rechaza un salario razonable, el agente de datos podría coordinar una huelga o un boicot. A diferencia de los usuarios individuales, el agente de datos podría emplear abogados para revisar los términos y condiciones y garantizar que se mantengan esos términos.

Con múltiples agentes de datos compitiendo por los negocios de los usuarios, nadie podría convertirse en un monopolista abusivo. El único propósito del agente sería administrar los datos de los trabajadores en función de sus intereses, y si hubiera algún problema, los usuarios podrían trasladar sus datos a otro servicio sin tener que renunciar a sus redes sociales.

Empresas como Apple y Amazon también podrían participar. Actualmente, sus modelos de negocios son muy diferentes a los de Facebook y Google. En su mayor parte, se centran en vender productos y servicios, en lugar de ofrecerlos sin cargo algunmo. Si Facebook y Google se niegan a pagar a los usuarios por sus datos, estas otras compañías son lo suficientemente grandes y sofisticadas como para pagar por los datos.

¿El modelo de "datos como mano de obra" pondría a los gigantes tecnológicos fuera del negocio? Apenas. Sus enormes ganancias ya reflejan su poder de monopolio. Sus márgenes ciertamente serían más estrictos bajo este nuevo régimen, pero la economía más amplia probablemente crecería a través de una mayor productividad y una distribución más justa de los ingresos. Las grandes compañías tomarían una porción menor de un pastel más grande, pero su modelo de negocio sería mucho más sostenible, política y socialmente. Más importante aún, deberían centrarse en el valor que sus servicios básicos aportan a los consumidores, en lugar de explotar su monopolio en los datos de los usuarios.

En cuanto al Congreso, éste podría ayudar al hacer que a las personas les resulte más fácil tener derechos de propiedad claros sobre sus propios datos, derechos que no pueden ser firmados permanentemente al aceptar los términos y condiciones confusos de una compañía. La Unión Europea ya ha dado pasos en esta dirección, y sus nuevas regulaciones, que requieren que los datos sean fáciles de transportar, son un estímulo principal para el surgimiento de nuevas empresas de agentes de datos.

El gobierno también podría ayudar mediante la actualización de la legislación laboral para que sea más coherente con el moderno trabajo de datos al tiempo que protege a los trabajadores de datos de la explotación.

La mayoría de nosotros ya tenemos una gran satisfacción al usar las redes sociales para conectarnos con nuestros amigos y familiares. Imagínense cuánto más felices y orgullosos estaríamos si recibiéramos un salario justo por el valioso trabajo que realizamos al hacer eso.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 07/05/2018