Urszula Masny-Latos le ha tenido temor a las alturas toda la vida. No obstante, tres veces por semana gira 180º verticalmente y horizontalmente en una argolla metálica que está suspendida a casi 1.5 metros de altura. “Sólo la idea de estar de cabeza, hasta en el piso parada de manos, me atemorizaba”.

Masny-Latos es la directora ejecutiva de 60 años de la sección Massachusetts de National Lawyers Guild (Barra Nacional de Abogados). A mediados de 2013, aburrida de su rutina de gimnasia, decidió afrontar sus temores y se unió a un amigo para tomar una clase aérea de Esh Circus Arts en Somerville, Massachusetts. La clase de “prueba” de dos horas fue de introducción a los aparatos aéreos, incluyendo las sedas, trapecio y un aro metálico llamado lyra. “Fue un desastre completo”, dijo Masny-Latos. “Perdía la conciencia corporal cuando me ponía boca abajo”. A pesar de su frustración, se inscribió a un curso de trapecio y aro para principiantes.

Luchó durante dos meses antes de ver el progreso. “Las pequeñas victorias te motivan”, dijo. Aprender a pararme de manos fue un gran logro. Colocando sus manos en la parte baja del aro y después levantando los pies colocando sus rodillas en el pecho. Luego, se inclina hacia atrás usando sus músculos abdominales para levantar la caderas, y enganchar sus rodillas sobre la parte alta del aro.

Masny-Latos dijo que ha sido increíble ver que su cuerpo se vuelva más fuerte y más flexible. “Nunca pude doblarme hacia atrás, y ahora estoy trabajando para ponerme en posición permaneciendo parada”, dijo. Ella es originaria de Polonia y regresa todos los veranos a su país. El año pasado, vio cómo los hombres hacían flexiones en la playa. “Subí a la barra e hice siete flexiones, más que cualquier hombre”, dijo. “La expresión de sus caras no tuvo precio”.

 

El entrenamiento

Masny-Latos asiste a tres clases semanales de ejercicios aéreos de 75 minutos. La clase inicia con un calentamiento de 15 minutos que con frecuencia incluye ejercicios básicos como colgarse de una barra y subir las rodillas hasta el pecho. Después practica para lograr hacer ejercicios como el denominado ‘Hombre en la luna’, en el cual el estudiante usa todo su cuerpo para abrazarse dentro del anillo y balancearse sin usar las manos. Todos estos ejercicios son cuidadosamente supervisados por un instructor, aunque Masny-Latos dijo que ella frecuentemente termina con raspones por chocar su cuerpo con el anillo y la barra del trapecio.

También toma una clase de contorsionismo en ESh Circus Arts una vez por semana. “Muchas posiciones en el trapecio y la lira requieren que el cuerpo se flexione en formas increíbles y por eso necesito trabajar mi flexibilidad”, dijo. “En la contorción, mantenemos los splits durante casi dos minutos. Uno quiere llorar, pero sólo respiramos y nos decimos bromas para distraernos del dolor”. Ella también toma una clase de yoga.

Recientemente tomó clases de acro yoga, donde trabaja con un compañero para realizar trucos, como un parado estrecho, en el que los compañeros se miran entre sí, se sujetan con los antebrazos, y luego una persona se para en los muslos del otro mientras ambos se inclinan hacia atrás. Ha avanzado en tratar de mantener el equilibrio mientras está de pie sobre los hombros de su compañero. “Eso si es aterrador”, dijo.

Masny-Latos vive en Cambridge. Trabaja en el centro de Boston y toma el metro a Harvard Square, para caminar 15 minutos hacia Esh Circus Arts, y después caminar 2.5 kilómetros de regreso a su casa, lo que le toma aproximadamente 40 minutos.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 03/05/2018