Recientemente, la gente empezó a quejarse de que Alexa, el asistente digital de Amazon que funciona con la voz, se estaba mofando de ellos --por ninguna razón en particular.

Amazon dijo que había una sencilla explicación: en circunstancias excepcionales, Alexa escuchó erroneamente una frase y pensó que le habían ordenado que se riera. Alexa no fue irrespetuosa, simplemente se confundió. La empresa añadió que ha solucionado el problema reconfigurando el comando “Alexa, ríe”. Ahora es “Alexa, ¿te podrías reír?”

Está bien, hasta donde llega eso. Pero no descarta la posibilidad de que los asistentes digitales piensen que los seres humanos son una broma. Esto no significa  que Alexa se esté riendo de las bromas que otros asistentes digitales acaban de descifrar. En una sociedad tan tecnológicamente fuera de control como esta, todo es posible.

Sólo para el registro, Alexa no es el único dispositivo electrónico que se ríe de los seres humanos. En los últimos meses, miles de personas me han escrito (usando postales, a menudo llenas hasta los bordes) sobre la epidemia de carcajadas dirigidas hacia ellos por sus electrodomésticos. Las computadoras personales rutinariamente se ríen de las debilidades de los usuarios. Lo mismo ocurre con las cámaras digitales. Los autos de lujo se ríen y carcajean de los conductores y pasajeros todo el tiempo.

Pero no lo hacen porque sus sensores se hayan descompuesto. Lo están haciendo a propósito.

“Vivimos en una era en la que las normas sociales se han erosionado hasta el punto de que los jóvenes les faltan el respeto a los viejos, los estudiantes se burlan de los maestros y todos les dirigen una trompetilla al ver a un político”, dijo Art Cuisine, quien dirige el nuevo Institute of Digital Disdain. “La semana pasada, hicimos una encuesta acelerada de emergencia basada en 267 mil 438 hogares, y sí, esa negatividad se ha extendido a nuestras máquinas. Las tostadoras y los microondas se ríen de sus dueños. Esas risitas de la lavadora no solo son del ciclo de centrifugado”.

Esto plantea una pregunta obvia. ¿Por qué los dispositivos esperaron tanto para utilizar esa capacidad?

 “Los asistentes digitales la están armando”, dijo Gwendolyn Santiago, autora del libro ‘When Lie Detectors Lie for the Hell of It’ (Cuando los detectores de mentiras mienten sólo por gusto). “Eso comenzó con Siri y después se extendió a Cortana, y ahora Alexa se ha involucrado. Los asistentes digitales animan a todos los demás electrodomésticos de la casa a hacer payasadas. Es sólo cuestión de tiempo antes de que tenga a su Barbie, Ken y G.I. Joe mofándose de su perro o convenza al iPhone para que cante ‘La Traviata’. Eso podría ponerse realmente macabro”.

Los asistentes digitales a menudo desarrollan una actitud, dijo Clarabelle Diderot, autora de ‘Living With the Cheeky Appliance’ (Viviendo con su insolente electrodoméstico. Quien agregó: “Cuando dices: ‘Siri, toca a Jimmy Buffett’ por milésima vez, el dispositivo te pierden el respeto”.

Los científicos señalan que desde hace tiempo advirtieron que las máquinas algún día suplantarían a los humanos. Y como las máquinas ahora se mofan cínicamente de las personas, ese día puede haber llegado.

El mal comportamiento tampoco se limita al hogar. Mis corresponsales dicen que cuando interactúan con sistemas automatizados de servicio al cliente, ellos son tratados con un desprecio absoluto.

“Lo siento, no estoy seguro de haber escuchado lo que acabas de decir, Einstein”, es el tipo de comentario que escuchamos regularmente cuando intentamos pagar una factura o hacer una reservación en una línea aérea a través de un sistema de reconocimiento de voz. “¿Eso fue un sí o un no? Oye, tengo una idea: ¿por qué no me llamas cuando no te estés atiborrando de pizza la boca, así podré entender lo que quieres decir?’”

“Todas las insurgencias comienzan como una broma. Pero la broma eventualmente deja de ser graciosa para ser una molestia. Si un asistente digital piensa que está bien reírse del público en la actualidad, entonces espere a que las máquinas de resonancia magnética nuclear comiencen a hacer bromas”, dijo Diderot.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 23/04/2018