Un principio clave del feminismo moderno es que las mujeres habrán alcanzado la equidad de género cuando ocupen al menos 50% de los puestos alguna vez ocupados por los hombres.

En algunas áreas, las mujeres ya han superado esa meta -- ahora comprenden, por ejemplo, 50.7% de los nuevos estudiantes de medicina estadounidenses, frente a solo 9% en 1965, y 80% de los estudiantes de veterinaria. Pero la aguja apenas se ha movido en muchos campos de las ciencias exactas, como la física, tecnología, ingeniería y las matemáticas (STEM, por sus siglas en inglés), en las que apenas 20% del cuerpo estudiantil son mujeres.

Un nuevo estudio sugiere algunas razones sorprendentes de esta brecha perdurable. Publicado recientemente en la revista Psychological Science, el estudio analizó a casi medio millón de adolescentes de 67 países que participaron en Program for International Student Assessment (PISA), la encuesta académica más grande del mundo. Cada tres años, PISA mide las habilidades de estudiantes de 15 años en razonamiento de ciencias, lectura y matemáticas. En cada año de prueba, la encuesta se enfoca a profundidad en una de estas categorías.

En 2015, la atención se centró en la preparación científica, que dio a los psicólogos Gijsbert Stoet de Leeds Beckett University y David Geary de University of Missouri un rico conjunto de datos para examinar no solo las diferencias nacionales, sino también la gama de fortalezas y debilidades académicas de cada alumno.

Entonces surgieron algunas diferencias de género fascinantes. Las niñas estaban por lo menos tan preparadas en ciencias y matemáticas como los niños en 60% de los países donde se aplicó PISA --incluido México--, y eran capaces de realizar estudios de ciencias exactas de nivel universitario en casi todas las disciplinas que analizaron los investigadores.

Pero cuando analizaron con más detalle la capacidad de los estudiantes individuales, descubrieron que las niñas, aunque tuvieran éxito en ciencias exactas, también tenían puntajes incluso más altos en lectura. Los aspectos fuertes de los niños, tuvieron mayores probabilidades de estar en las áreas de las ciencias exactas. En otras palabras, las habilidades de los niños fuero más sesgadas --un hallazgo que confirmó estudios anteriores tenían más probabilidades de estar en áreas STEM. Las habilidades de los niños, en otras palabras, fueron más desequilibradas, un hallazgo que confirmó varios estudios previos.

Si los niños eligieran carreras basadas en sus propias fortalezas --la táctica generalmente sugerida por los padres y consejeros vocacionales-- es más probable que aterricen en una disciplina de las ciencias exactas u otro campo que requiera los mismos tipos de habilidades. Las niñas pueden elegir más ampliamente, en función de sus propias capacidades. Ambos, por supuesto, perseguirían sus intereses particulares, lo mejor que pudieran hacerlo.

Lo que lleva al hallazgo más provocativo del estudio. Con base en cómo se desempeñan las mujeres en matemáticas y ciencias en la secundaria y preparatoria, los investigadores predijeron que por lo menos 41% de las niñas escogerían una disciplina de las ciencias exactas en la universidad.

Esto fue, de hecho, lo que encontraron, usando datos académicos de la Unesco --pero solo en los países en los que las mujeres gozan de protecciones legales relativamente débiles, como Argelia, Túnez, Albania y los Emiratos Árabes Unidos. Por lo tanto, las naciones con la menor igualdad de género, de acuerdo al informe Global Gender Gap Report del World Economic Forum, tuvieron la mayor representación de mujeres en las ciencias exactas.

Por el contrario, las naciones con las mayores protecciones para las mujeres y con redes de seguridad social más confiables, como Suecia, Suiza, Noruega y Finlandia, tuvieron la menor cantidad de mujeres graduadas en ciencias, alrededor de 20% en general. El estudio señala una tasa de graduación en ciencias estadounidense de 24%.

Le pregunté a Wendy Williams, fundadora y directora de Cornell Institute for Women in Science, qué es lo que deduce de estos hallazgos. Ella escribió que si las niñas esperan poder “vivir una buena vida” si trabajan en las artes, la salud o las ciencias, entonces las niñas prefieren estudiar en lo que más destacan, que podrían ser las ciencias exactas, o bien podría ser derecho o psicología. Añadió: “Sin embargo, si el entorno ofrece opciones limitadas, y las mejores están las ciencias, las niñas se enfocan en esas áreas. . . Los hallazgos de Stoet y Geary complican merecidamente la narrativa simplista de que las diferencias de sexo en las carreras de las ciencias exactas son resultado de sesgos sociales de género”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 26/03/2018