Hace cinco siglos, Martín Lutero inició la Reforma Protestante al pegar con clavos y martillo sus 95 tesis en la puerta de una iglesia de Wittenberg, Alemania.

Su legado plantea cuestionamientos que aún resuenan entre los inversionistas en la actualidad: ¿Puede convertirse la China comunista en un país rico? ¿Amenaza el giro político hacia el populismo al crecimiento económico?

A los inversionistas les importa Lutero y no precisamente por la religión que él fundó, sino por el impacto cultural de desafiar el control de la Iglesia Católica en la sociedad.

Al dar pie a lo que Edmund Phelps, director de Center on Capitalism and Society (Centro sobre el Capitalismo y la Sociedad) de Columbia University, calificó como “la era del individuo”, Lutero sentó las bases del capitalismo.

La pregunta es si el capitalismo necesita al individualismo. El sociólogo Max Weber popularizó el supuesto vínculo que hay entre el protestantismo y “el espíritu del capitalismo” a comienzos del siglo XX, señalando que después de la Reforma, los países protestantes del norte de Europa se hicieron más ricos que el sur católico del continente.

Desde entonces, estudios más detallados han refutado las ideas de Weber, demostrando que es la educación y la apertura a las ideas lo que importa, no el protestantismo en sí mismo.

Hans-Joachim Voth, profesor de la Universidad de Zúrich, señala niveles de alfabetización más elevados en los países protestantes en 1900, la resaca de cuando los primeros protestantes, a diferencia de los primeros católicos, leían la Biblia por sí mismos. Estos países siguen estando entre los más ricos del mundo.

Si es la educación lo que importa para el desarrollo económico, en lugar de la tradición de desafiar a la autoridad, esas son buenas noticias para China. El país tiene un mejor sistema educativo que la mayoría de los países con ingresos medianos, y los estudiantes de cuatro de sus provincias ricas producen algunos de los mejores resultados del mundo en las pruebas realizadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) con sede en París.

Sin embargo, la investigación sugiere un persistente efecto positivo del individualismo en sí mismo, no solo de la educación. Phelps y sus colaboradores Saifedean Ammous, Raicho Bojilov y Gylfi Zoega muestran que incluso en los últimos años, los países con culturas más individualistas tienen economías más innovadoras.

Ellos demuestran un fuerte vínculo entre los países que las encuestas muestran que son más individualistas, y un factor total de productividad, un sustituto de la innovación que mide el crecimiento debido al uso más eficiente del trabajo y el capital.

Las culturas menos individualistas, como Francia, España y Japón, mostraron poca innovación mientras que lideró el individualista Estados Unidos.

Como lo señala Bojilov, la correlación no prueba la causalidad, por lo que analizaron los efectos del país de origen en el éxito de los estadounidenses de segunda, tercera y cuarta generación como empresarios. Los efectos resultan ser significativos, pero dan lugar al debate sobre cuán importantes son las actitudes individualistas en el éxito financiero y económico.

Los economistas resultaron engañados en la década de los sesenta por los pocos años de crecimiento sólido de la Unión Soviética, y muchos concluyeron que el crecimiento al estilo estadounidense era posible incluso bajo un régimen despótico. Ellos estaban equivocados.

Sin embargo, China tiene un modelo diferente, que permite más libertad dentro del mundo de los negocios, aunque permite poca o ninguna libertad de expresión en política, arte o cultura.

“Permitir el desarrollo de la iniciativa individual es esencial para hacer que la economía funcione”, dijo Michael Woodford, otro profesor de economía de Columbia.

A medida que China pasa del crecimiento de convergencia de las últimas tres décadas al crecimiento centrado en el país, eso será en sí mismo un experimento natural: ¿Será suficiente la libertad dentro de los ámbitos financiero y empresarial, o una economía exitosa requiere una libertad de expresión más amplia? La economía de China tuvo una buena racha y produjo mucha innovación técnica y financiera recientemente. Pero a medida que el régimen se vuelva cada vez más autoritario, ¿podrá continuar la innovación?

El brote mundial del populismo político también sugiere una reacción violenta contra el individualismo. Los grupos de interés, en lugar de las libertades individuales, se convierten en el foco de atención.

La tendencia es visible en todo el espectro político, con “espacios seguros” en las universidades que sofocan la libertad de expresión en áreas que la comunidad estudiantil considera dañinas.

En Estados Unidos, la lucha es más evidente en las guerras culturales, pero en algunos países también ha habido una reacción violenta contra las empresas. En Reino Unido, incluso los conservadores de derecha quieren una política industrial regida por el gobierno, después de años de dejársela al mercado. ¿Hasta dónde puede ser reprimido el individualismo antes de que sufra el crecimiento?

La libertad es un fin en sí mismo, y solo los derechos humanos abogan por una mayor libertad personal en China. Pero la discusión es mucho más sencilla si las libertades individuales también enriquecen a las personas.

El propio Lutero simplemente quería acercarse a Dios, y seguramente se horrorizaría al descubrir que él fue una de las fuentes del capitalismo. Sin embargo, medio milenio después, la discusión acerca de cómo equilibrar el individuo y la comunidad continúa.

¿Seguirá triunfando el individualismo de Occidente?

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 23/11/2017