17 de ago. (Dow Jones) -- El mercado bursátil ha sido gentil con Elon Musk, quien a cambio de eso ha usado y abusado de Wall Street. Su último espectáculo --la oferta para convertir al fabricante de autos eléctricos Tesla en una empresa privada-- es una bofetada para los accionistas. Peor aún, la razón de Musk para cancelar el listado de Tesla es erróneo en casi todos los niveles. Lo bueno es que, si el acuerdo sigue adelante, los accionistas pueden apoyar su decisión aceptando la oferta de Musk que representa una prima en las acciones de 23% sobre su imbatible y reciente cotización.

El argumento básico es cada vez más utilizado por frustrados ejecutivos y grupos de inversión privada que se promueven así mismos: las empresas están haciendo cosas tontas para cumplir con las expectativas trimestrales del mercado, y en consecuencia socavando sus perspectivas a largo plazo. Convierta una empresa en privada y los ejecutivos ya no tendrán que preocuparse del corto plazo, permitiéndoles invertir a largo plazo y ayudar a la empresa, a sus accionistas leales y a la sociedad en general.

El problema es que nada de esto se aplica en el caso de Tesla.

Es difícil pensar en una compañía que se preocupe menos por Wall Street que Tesla. A principios de este año, Musk rechazó las “aburridas preguntas específicas” de los analistas en su conferencia trimestral para discutir las ganancias; la compañía no ofrece ninguna previsión sobre ganancias trimestrales; y ha informado con frecuencia y sin motivo pérdidas mucho peores de lo esperado (solo dos veces ha obtenido ganancias trimestrales, ambas veces como una sorpresa).

Tesla también es parte de un selecto grupo de compañías que cotizan en bolsa y cuyos accionistas apoyan firmemente la inversión a largo plazo. Las acciones de Tesla han pasado de su precio inicial de oferta pública de 17 dólares en 2010 a 370 dólares la semana pasada, aun cuando Musk invirtió o perdió miles de millones de dólares del dinero de la compañía, que vendió nuevas acciones de manera reiterada y que diluyó a los inversionistas pagándole parcialmente al personal con acciones. El pensamiento a corto plazo no es compatible con ser un accionista de Tesla. De hecho, es difícil imaginar que muchos grupos de capitales privado o de capitales de riesgo se hubieran quedado con Tesla durante ocho años mientras consumía tanto dinero en efectivo.

La presión del corto plazo sobre la administración puede provenir de tres canales: miembros del consejo de administración preocupados por el precio de las acciones, votos de poder de los activistas u ofertas no deseadas. Sin embargo, el consejo de administración parece estar compuesto completamente por fanáticos de Musk, a tal punto que recién lo llamaron únicamente “Elon” en una declaración  confirmando la propuesta de hacer privada la empresa. Los activistas no le han prestado atención a Tesla, en parte porque sus accionistas lo apoyan mucho, pero también porque cualquier cambio de estrategia implicaría expulsar a Musk y seguramente con ello minar la cotización de las acciones. La idea de una oferta hostil por Tesla también es fantástica: su valor de mercado de 65 mil millones de dólares es más alto que el de Ford Motor o BMW. En resumen, la única restricción a la que se enfrenta Musk es encontrar suficiente efectivo para mantener el negocio en marcha, y los mercados supuestamente de corto plazo se han estado desmoronando por ayudar.

Musk hizo otras tres afirmaciones en su correo electrónico dirigido al personal sobre la idea de hacer privada a Tesla, una engañosa, una improbable y una completamente tonta.

La sugerencia engañosa es que lo que él llama “variaciones bruscas” en el precio de las acciones distraen al personal, que también son accionistas. Convertirla en privada cambiaría esto solo ocultando la volatilidad: en lugar de poder comprar o vender todos los días, solo podrían hacerlo dos veces al año. El verdadero valor de la compañía todavía variaría salvajemente, pero nadie lo sabría. Tal vez la línea de producción de Tesla está muy retrasada debido a que los trabajadores pasan el día negociando acciones y rumorando sobre los últimos movimientos de precios, en cuyo caso el hecho de hacerla privada resolvería el problema. Pero eso es difícil de creer.

La idea poco probable es que los vendedores en corto estén dañando el negocio.  Musk dijo que Tesla es la compañía más negociada en corto de la historia, y todos los que le apuestan a la caída en los precios de las acciones tienen un incentivo para atacarla.

Los vendedores en corto que difunden rumores falsos o intentan activamente de encontrar y publicitar problemas con los automóviles podrían, en principio, dañar el negocio. Pero los grandes problemas de Tesla no han sido secretos, al tener dificultades de fabricación muy públicas, mala calidad de producción y una necesidad constante de nuevo efectivo. Musk tampoco ha ayudado al publicar una broma del día de los inocentes en Twitter diciendo que la empresa estaba en bancarrota.

Otra idea tonta fue su sugerencia de que Tesla se hiciera privada con los mismos accionistas que tiene hoy. Por ahora, los accionistas pueden vender cuando quieran y, para disgusto de Musk, prestarles sus acciones a vendedores en corto por una tarifa. Restringir la opción de vender dos veces al año podría ser bueno para la guerra de Musk con los vendedores en corto, pero esto debe hacer que la acción sea mucho menos atractiva para los actuales accionistas. Vender con la oferta de Musk parece aún más atractivo.

Hay una posible razón para convertir en privada la empresa que podría tener sentido, pero que Musk no puede mencionar. Los mercados privados están inundados de efectivo, lo que permite que nuevas empresas como Uber Technologies, Airbnb y SpaceX, de Musk, permanezcan privadas mucho más tiempo que en el pasado al recaudar grandes cantidades de dinero con altas valuaciones.

Tesla no es el tipo de compañía adecuada para atraer a los grupos de capitales privados comunes, que prefieren obtener ganancias constantes e industrias económicamente insensibles a las que pueden agregar mucha deuda. Pero los unicornios de Silicon Valley han resultado atractivos para los fondos soberanos y un puñado de grandes fondos privados que buscan crecimiento.

El problema es que los encantos de Musk pueden no funcionar con la misma magia con la que funcionan los mercados públicos.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 17/08/2018

Etiquetas: Tesla automotriz energía privada cotización bolsa Musk inversionistas