13 de jul. (Dow Jones) -- Exactamente cuando parecía que la vida política de Estados Unidos no podía estar más dividida --bueno, ésta se escindió aún más.

Los eventos de los últimos días ya estaban sacando a relucir las emociones encontradas en ambos partidos, preparando a sí unas elecciones de mitad período a realizarse en noviembre de excepcional pasión e importancia.

Los demócratas ya estaban de por sí indignados por las decisiones de la Suprema Corte de Justicia que confirmaron la prohibición presidencial de los viajes dirigida a los países musulmanes y que declaró que los empleados públicos no pueden ser obligados a pagar cuotas sindicales.

Los republicanos, por su parte, se indignaron cuando a Sarah Sanders, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, le negaron el servicio en un restaurante de Virginia, y que Maxine Waters, una congresista demócrata, pidió hostigar a los funcionarios de la administración Trump por la práctica de la Patrulla Fronteriza de separar a las familias de inmigrantes ilegales en la frontera sur.

La base liberal de los Demócratas se revigorizó tanto por la controversia de la separación de familias inmigrantes como por la impactante victoria de un advenedizo progresista de 28 años sobre un líder del partido en Nueva York, lo que los llevó a creer que son posibles más victorias sobre el sistema político actualmente en el poder.

La base republicana de Trump se vio fortalecida por su éxito al lograr que se rechazara un proyecto de ley de inmigración en la Cámara de Representantes y por una declaración reciente de Trump en la que volvió a menospreciar a los medios y también a las “élites”.

El miércoles 27 de junio por la tarde fue cuando la verdadera onda de choque golpeó. Anthony Kennedy, juez de la Corte Suprema, anunció su retiro. Eso aseguró un esfuerzo altamente contencioso para reemplazarlo con un jurista conservador que fuera confiable.

Trump designó a Brett Kavanaugh para fungir como juez de la suprema Corte de Justicia en su reemplazo, bajo reserva de ser confirmado por el Congreso de Estados Unidos.

Por lo tanto, dicha vacante incrementó lo que está en juego en un año electoral para ambos partidos al recordarles a los votantes que obtener el control del Senado este otoño también significa ganar el control del proceso mediante el cual se confirman a los nuevos jueces.

Por lo tanto, el cocido está hirviendo en un momento en que el país ya está profundamente dividido en sus opiniones sobre el presidente Donald Trump, el Senado está dividido casi equitativamente entre ambos partidos, y la Suprema Corte de Justicia está dividida casi por igual entre los bloques conservador y liberal. No es de extrañar, entonces, que las ansiedades políticas sean muy intensas.

“Tienes un país cada vez más crudo, donde las emociones, las acciones, hechos y los modos de interacción son cada vez más crudos”, dijo el encuestador demócrata Mark Mellman. Quien agregó: “Me temo que estamos a punto de desenmarañarnos”.

El representante Leonard Lance de Nueva Jersey, un republicano que es parte de una coalición bipartidista de legisladores que está instando a sus colegas a unirse a las líneas partidistas, reconoce que en este otoño algunos candidatos buscarán atizar las divisiones a su favor.

“No voy a hacer campaña de esa manera”, dijo. No le gustan muchos los tuits mordaces del presidente Trump, pero también está enojado porque a Sara Sanders, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, le negaron el servicio en un restaurante: “Tal vez eso continue. Pero creo que el público recompensará a las personas que creen en el centro y a quienes se comporten de manera apropiada”.

En este momento, sin embargo, el poder y la pasión no parecen estar en el centro político, sino en las alas de ambos partidos. Ese fue el mensaje de la más impactante sorpresa de las  elecciones primarias del año, en el distrito 14 de Nueva York, donde una progresista de 28 años llamada Alexandria Ocasio-Cortez salió de la nada para derrotar a un miembro bien financiado del sistema demócrata, el representante Joseph Crowley.

Esa victoria fue el gran avance que el ala liberal del partido había estado buscando para demostrar que la energía se había desplazado a la izquierda después del sabor amargo que dejó la derrota de la campaña presidencial de Hillary Clinton.

Ocasio-Cortez se unió a otros demócratas para protestar activamente contra la política de separación de las familias de inmigrantes que realizaba la administración Trump en la frontera. Quizás lo más importante, es que hizo campaña basada en la agenda estándar de la política liberal que incluye abrir el programa de Medicare a todos los ciudadanos y proporcionar educación universitaria pública gratuita.

Entre tanto, la nueva vacante de la Suprema Corte de Justicia promete revigorizar de manera similar la base conservadora del Partido Republicano. Los líderes del partido habían estado preocupados por la “brecha de entusiasmo”, en la que los demócratas estaban más entusiasmados por las elecciones de noviembre que los republicanos

Sin embargo, ellos estaban contando con la disputa por el nombramiento del presidente de otro juez conservador de la Corte Suprema para imbuirles energía a los votantes republicanos a los que puede no gustarles Trump personalmente, pero que aprecian su nombramiento de jueces conservadores.

El simple proceso de nominar un nuevo juez estuvo caldeando los ánimos. El líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, anunció que las audiencias de confirmación del sucesor del juez Kennedy se realizarían este otoño. Eso enfureció a los demócratas, todavía molestos por la maniobra de McConnell para bloquear las audiencias sobre un candidato a la Corte Suprema en el último año del mandato del presidente Barack Obama, cuando sostuvo que una elección tan importante no debería hacerse hasta después de que los votantes hablaran en una elección nacional.

El senador Chuck Schumer, el principal demócrata del Senado, inmediatamente argumentó que, de acuerdo con ese estándar, el Senado nuevamente debería posponer el proceso de nominación hasta después de las elecciones de otoño, lo que no sucedió.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 13/07/2018

Etiquetas: EUA Política División Partido Republicano Demócrata Elecciones Suprema Corte