Santiago de Chile, 21 de feb. (Dow Jones) -- Todas las noches, un avión comercial lleno de haitianos llega al aeropuerto internacional de esta ciudad trayendo familias que le han dicho adiós a su pobre nación insular para disfrutar una nueva vida en Chile.

A medida que la administración Trump pretende frenar la inmigración, uno de los países más ricos y más seguros de Latinoamérica les ha abierto sus puertas a algunos de los emigrantes más pobres de la región en cifras récord. Decenas de miles de venezolanos han huido de su país plagado de crímenes en los últimos años con dirección a Chile, que tiene una historia de recibir inmigrantes bolivianos, peruanos y colombianos.

Pero el aumento más dramático ha provenido de Haití. El año pasado, casi 105 mil haitianos ingresaron a Chile, en comparación con unos 49 mil en 2016 y solo un puñado hace una década, de acuerdo con la policía federal que supervisa los cruces fronterizos.

“La explosión de esta inmigración es la más intensa en la historia de Chile”, dijo Rodrigo Sandoval, ex jefe de la oficina de inmigración de Chile. “Nunca ha habido una migración que haya crecido tanto en tan poco tiempo”.

Esto representa una nueva ola que los economistas del desarrollo dicen que es un tipo de inmigración cada vez más común: de un país en vías de desarrollo a otro. Naciones Unidas estima que 92 millones de personas entran en esta categoría, lo que representa un tercio de los emigrantes mundiales.

La atmósfera en Chile contrasta con la de Estados Unidos, donde el presidente Donald Trump atizó la controversia recientemente después de los informes de que utilizó un lenguaje por demás vulgar para cuestionar los beneficios de la inmigración de Haití y África.

Chile respondió a los comentarios de Trump diciendo que seguiría recibiendo haitianos con los brazos abiertos. “Los pobres contribuyen a establecer y mejorar sus vidas y la de los países que los reciben”, dijo Heraldo Muñoz, el ministro de Relaciones Exteriores. “Los miles de haitianos son un ejemplo en Chile”.

Jean Rony, de 37 años y originario de Puerto Príncipe, es uno de esos inmigrantes. Llegó a Chile hace un año después de haber sido alentado por un amigo haitiano que reside en Chile para hacer el viaje. Rápidamente encontró trabajo en la construcción, y ahora espera traer a sus tres hijos una vez que reciba la residencia permanente.

“Muchos haitianos están saliendo del país en busca de una vida mejor porque no hay recursos ahí”, dijo Rony. “Gracias a Dios, llevo aquí un año y no he tenido ningún problema con nadie”.

Si bien ha habido una reacción contra la inmigración en gran parte del mundo desarrollado, los políticos chilenos han tomado un tono más moderado en una nación donde la hospitalidad se considera una virtud nacional. Varios haitianos aquí dijeron que habían experimentado menos discriminación racial en Chile que en República Dominicana, otro destino popular.

Una encuesta realizada en abril y mayo mostró que el porcentaje de personas que piensan que los inmigrantes quitan empleos a los chilenos cayó de 63% en 2003 a 40% actualmente. Dos tercios de los encuestados estuvieron de acuerdo con la afirmación: “Los inmigrantes están más dispuestos a trabajar que los chilenos”.

Sin embargo, el aumento de recién llegados no está exento de controversia, y ha provocado debates sobre el cambio de la laxa política de inmigración que data de hace décadas. Los haitianos y otros emigrantes ingresan a Chile con visas de turista. Si obtienen contratos de trabajo antes de que expiren esas visas, pueden solicitar permisos de trabajo y, finalmente, la residencia permanente.

Los críticos dijeron que se trata de una política de puertas abiertas que aumenta la competencia en el mercado laboral para los chilenos en un momento de débil crecimiento económico y que presiona los servicios educativos y de salud. Todos los días, las líneas que se extienden alrededor de la cuadra se forman afuera de las oficinas de inmigración en Santiago, lo que ilustra la lucha de las autoridades para poder atender la afluencia.

Los políticos están debatiendo si deben o no tratar de detener la marea. Algunos legisladores instaron el año pasado al gobierno a exigir que los haitianos obtengan visas antes de viajar a Chile, una propuesta que estudia el Ministerio de Asuntos Exteriores. El presidente electo conservador Sebastián Piñera sugirió el año pasado en su campaña que estaría a favor de implentar controles más estrictos.

“Si la inmigración se vuelve excesiva, cualquier país del mundo aplicaría regulaciones”, dijo Piñeradurante su campaña. “Lo que no queremos es que continúen ingresando a nuestro país como si fuera su propia casa debido a la falta de control”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 21/02/2018

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