4 de oct. (Sentido Común) -- Jesica Muñoz se encontraba pasado el mediodía del 19 de septiembre en el piso 17 de Capital Reforma, un complejo de usos múltiples con dos torres de más de 20 pisos cada una, cuando el edificio comenzó a sacudirse.

     La actuaria y madre de dos hijos de inmediato reconoció que la ciudad estaba experimentando un fuerte sismo.

     Sin embargo, por estar en una edificación nueva, con sólo cinco años de antigüedad, y construida sobre la principal avenida de la capital del país, Paseo de la Reforma, Muñoz no temió por su seguridad. La ejecutiva sólo comenzó a angustiarse cuando vio, a través de las ventanas, que en el horizonte, hacia el poniente y sur de la ciudad, emergían diversas nubes de polvo color gris-beige.

     Las nubosidades resultaron para ella una señal inequívoca que edificaciones completas, que resultaron ser de menor tamaño y más viejas a la que en ella estaba, no habían resistido el movimiento telúrico y se habían desplomado.

     "Lo feo fue ver desde arriba el polvo que levantaron los edificios que se cayeron", dijo Muñoz, al recordar su experiencia. "Sí me asusté, pero sabía que el edificio tiene un sistema hidráulico, por lo que pensé que era seguro".

     La seguridad que racionalizó Muñoz estaba más que justificada.

     Desde que la Ciudad de México padeció hace 32 años, en otro 19 de septiembre, un fuerte movimiento telúrico que ocasionó una gran devastación en diversas zonas de la ciudad, las autoridades citadinas han reforzado y endurecido las reglas para construir en la Ciudad de México a fin de que los nuevos edificios puedan resistir sismos que de otra manera los podrían destruir.

     Así, las construcciones, como el complejo Capital Reforma propiedad de la empresa desarrolladora Grupo Gicsa, que se han edificado en los últimos años bajo estándares más rigurosos, permiten casi asegurar a los usuarios de esos bienes inmuebles que podrán resistir incólumes temblores de magnitudes similares o peores al que vivió la capital hace unos días, o incluso en 1985 cuando un temblor de 8.2 grados de magnitud a 400 kilómetros de distancia azotó la zona metropolitana.

     De ahí que para los expertos, los nuevos edificios de oficinas, incluyendo los nuevos rascacielos de más de 50 pisos que diversas empresas han levantado en Paseo de la Reforma a lo largo de las últimas dos décadas, puedan ser quizás algunos de los lugares más seguros de la ciudad para cuando un nuevo terremoto la sacuda en el futuro.

     "Los daños [del sismo reciente] pudieron haber sido mayores, y la razón por la que no haya sido así, es que el reglamento aplicado a las edificaciones a partir de 1987 se hizo más estricto, y se respetó, al menos en la gran mayoría de los casos", dijo la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi) Valle de México, en un boletín electrónico especial que publicó a raíz de los sismo. "La implementación de esta reglamentación ha mejorado la calidad de la construcción desde entonces".

     Una prueba clave de la resistencia de estas nuevas edificaciones, incluso de los nuevos edificios habitacionales que se han construido en colonias golpeadas por los terremotos, como generalmente son la Condesa o Roma, fue precisamente el sismo pasado.

     A pesar de la magnitud de ese movimiento telúrico --de 7.1 grados-- y de que su epicentro se ubicó a tan sólo 100 kilómetros de la capital, los nuevos edificios y los nuevos rascacielos de México no solo sobrevivieron el temblor, sino que, en algunos casos, lo hicieron sin mostrar un rasguño.

     Otros, en cambio, principalmente edificios construidos antes del sismo de 1985 sucumbieron al movimiento telúrico, provocando la muerte en la capital de 228 personas, de acuerdo con el recuento más reciente de la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación.

     En el caso particular de al menos los cuatro rascacielos que se han edificado en los últimos años sobre Reforma y a un costado del Bosque de Chapultepec, quedó claro hace poco más de dos semanas que gracias a la aplicación de novedosos sistemas de construcción y nuevas técnicas ingenieriles, esos edificios, a pesar de su gran altura, están más que preparados para resistir movimientos de tierra tan o más fuertes como el sismo más reciente.

     Por ejemplo, el edificio Torre Reforma, hasta el momento el más alto de la Ciudad de México con 57 pisos, o 246 metros de altura, fue diseñado por el despacho LBR&Arquitectos para resistir temblores de hasta nueve grados.

     Los dos muros de concreto y su estructura de acero permiten a ese edificio absorber y disipar las ondas sísmicas a fin de contrarrestar los sismos, dijo Fondo Hexa, la empresa propietaria de ese rascacielos.

     Otro gran edificio que resistió sin problema el movimiento telúrico de hace unos días fue la Torre BBVA Bancomer, el rascacielos en el que el mayor grupo financiero de México tiene sus oficinas centrales.

     El edificio, con 50 pisos o 235 metros de altura, fue diseñado para resistir sismos de 8.5 grados de magnitud, ya que cuenta con una cimentación de 52 metros de profundidad, dijo el despacho británico Rogers, Stirk, Harbour and Partners (RSHP) en un documento sobre el proyecto disponible en su página electrónica.

     Ese despacho, junto con el del finado arquitecto Ricardo Legorreta, estuvo a cargo del diseño y edificación de esa torre.

     "La Ciudad de México está construida sobre un antiguo lago seco y es propensa a terremotos severos por lo tanto era necesario un enfoque de ingeniería innovadora para reducir el riesgo de temblores", agregó RSHP, en referencia al enfoque que adoptó con Legorreta para diseñar el rascacielos de BBVA Bancomer. "Se incorporó [además] un 'fusible' en cada una de las vigas estructurales, diseñadas para centrar las fuerzas de un terremoto, absorber el choque y proteger el resto de la estructura. Esta solución estructural única hace que la torre sea más segura que incluso que un edificio de media altura durante un gran terremoto".

     Por lo que respecta a Torre Mayor, el primer gran coloso de vidrio, concreto y acero construido sobre Reforma, ese edificio, propiedad en parte del fideicomiso especializado Fibra Uno, cuenta con 98 amortiguadores sísmicos que reducen al mínimo su desplazamiento durante un sismo, además de contar con 252 pilas de cimentación, dijo el despacho canadiense Zeidler Roberts, encargado del diseño de esa estructura monumental.

     Así, Torre Mayor, inaugurada en 2003, es hoy considerada, junto con las torres que la rodean, como uno de los edificios más seguros en caso de un terremoto.

     A un costado de la Torre Mayor, está en construcción el complejo Chapultepec Uno, el cual se convertirá en el edificio más grande de la capital a finales de este año con 58 pisos. Esa construcción está también diseñada para resistir sismos como los dos últimos que han agobiado a la capital y dejado una amplia y dolorosa onda de destrucción.

 


Fecha de publicación: 04/10/2017

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