14 de feb. (Sentido Común) -- A nadie sorprende la actitud agresiva que Donald J. Trump, el presidente de Estados Unidos, ha tomado contra México.

     Las críticas que lanzó desde el inicio de su campaña electoral al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), del que México forma parte y que desde su perspectiva, y la de millones de estadounidenses, desempleó a miles de trabajadores, le dieron grandes dividendos.

     Además, el llamado de Trump a construir un muro en la frontera sur de su país para supuestamente recuperar el control de sus fronteras, le generaba enormes aplausos en sus mítines políticos.

     Pero lo que sí sorprende es la falta de firmeza que hasta ahora, para algunos, ha mostrado el gobierno mexicano para el libre comercio, el interés nacional y desmentir a quien ahora dirige la Casa Blanca.

     “Trump solo respeta a quien se le enfrenta”, escribió el historiador y escritor Enrique Krauze, uno de los analistas más críticos del nuevo presidente del país vecino del norte desde que fue candidato, en su cuenta de la red social Twitter. “Por eso creo que es importante mostrarle que la sociedad mexicana no le teme”.

     Esta solicitud de Krauze parece repetirse cada vez con mayor frecuencia en distintos círculos académicos y entre especialistas en relaciones internacionales.

      Si bien muchos reconocen que México enfrenta una de las situaciones más complejas en su relación con el país vecino del norte de las últimas décadas, por la enorme dependencia económica que tiene de Estados Unidos --país que consume cerca de 80% de todas las exportaciones mexicanas, país de donde provienen la gran mayoría de la inversión extranjera destinada a edificar o ampliar fábricas en México, y país desde donde llegan casi todas las transferencias de cerca de 27 mil millones de dólares al año que envían trabajadores mexicanos a sus familiares en el país-- no dejan de indicar que el gobierno de Peña Nieto podría ser más agresivo, o incluso más creativo, para defender los intereses del país.

     “Las circunstancias tan complejas que imperan en este momento en la vida política de ese país [Estados Unidos] exigen mayor rigor”, escribió Olga Pellicer, embajadora y académica del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en un artículo publicado en la revista Proceso. “Tarde nos damos cuenta de la pobreza del capital humano para analizar los cambios que han ocurrido y las estrategias que se deben trazar para diseñar el objetivo de nuestras relaciones exteriores”.

     Para muchos México debió fijar hace tiempo una postura mucho más clara frente a las aseveraciones que ha hecho Trump contra el libre comercio, o bien, contra las políticas públicas que piensa imponer para supuestamente recuperar el control de sus fronteras.

     Por ejemplo, muchos creen que el gobierno de México pudo haber iniciado campañas publicitarias en Estados Unidos para desmentir que las causas del desempleo manufacturero en aquel país y que ha resaltado Trump se encuentran en el libre comercio.

     De acuerdo con diversos economistas, más trabajadores estadounidenses perdieron sus empleos por la recesión económica que ocasionó la crisis hipotecaria estadounidense, cuyos orígenes se encuentran en las malas prácticas que realizaron algunas instituciones financieras de ese país, que por el libre comercio.

     México también pudo haber señalado que gracias al libre comercio se han generado cientos de miles de empleos en Estados Unidos y que cerca de seis millones de empleos en esa nación dependen en parte de las exportaciones que hacen un sinnúmero de compañías estadounidenses a México.

     Además, el gobierno mexicano pudo también, como contrapropuesta al muro, sugerir a Trump llevar a cabo una colaboración binacional para ayudar al desarrollo económico del sur de México y de Centroamérica a fin de detener los flujos migratorios de esa región de México y de esos países, hacia la Unión Americana.

     Hasta ahora, sin embargo, nada de esto ha sucedido, por lo que muchos especialistas han lanzado críticas a la forma como Peña Nieto y su secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, están manejando la compleja situación que enfrenta el país.

     “No hemos podido articular una estrategia sólida, firme, frente a la amenaza Trump”, dijo Brenda Stefan, una especialista en relaciones internacionales, en entrevista radiofónica con el periodista Luis Cárdenas de la cadena de noticias MVS. “Se repite que van a actuar y negociar con firmeza, pero no se hace”.

     Hasta ahora la actuación más firme que ha tenido el gobierno de México, que le ganó el respeto de la población y cierta admiración internacional, fue la decisión de Peña Nieto de cancelar una visita a Estados Unidos para entrevistarse con Trump.

    Si bien en buena medida el mismo presidente de Estados Unidos fue el que propició que Peña Nieto cancelara la visita al escribir en su cuenta de Twitter que si el gobierno de México no aceptaba pagar por el muro fronterizo que mejor no visitará Washington, D.C.

      Ante tal declaración, Peña Nieto no tuvo otra alternativa más que cancelar el encuentro dado que su gobierno, y todo el país, se oponen a pagar por un muro que es visto aquí como un insulto a los lazos de amistad que las dos naciones han venido construyendo desde la firma del Tratado de Libre Comercio a finales de 1993.

     “El gobierno intentó una estrategia para alcanzar un acuerdo rápido para mitigar la incertidumbre y fracasó”, dijo Raúl Feliz, profesor de economía en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, o CIDE, durante conferencia de prensa. “Ahora esa es la estrategia: esperar a que [Trump] se debilite o que las fuerzas internas en Estados Unidos lo puedan acotar ¿es la mejor? No lo sé, pero después de haber fracasado en el intento de solución rápida, no hay mucho qué hacer”.       

     Sin embargo, esperar puede no ser lo más conveniente para México y definitivamente no es lo que el común denominador de mexicanos piensa.

     Algunos analistas señalan que México debería estar haciendo, o  tomando posturas similares a las canadienses, por ejemplo,  lo que ocurrido  el día que los ministros de relaciones exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, y México, Videgaray, visitaron por separado a su homólogo, Rex Tillerson, en Washington, D.C.

     Mientras que Freeland dijo haber afirmado a Tillerson, tras la reunión, que Canadá consideraría imponer impuestos aduaneros a cualquier intento de Estados Unidos de gravar las importaciones canadienses; Videgaray reveló, por su parte, que había tenido una reunión cordial, en la que se abordaron diversos asuntos de la agenda bilateral.

     Si bien no es claro que Videgaray no haya indicado que México también tomaría represalias contra Estados Unidos si el gobierno de Trump comienza a gravar las importaciones mexicanas, las actitudes de los dos ministros, al menos de cara al público, fueron tan contrastantes que el secretario mexicano pareció no estar a la altura de las circunstancias --independientemente de lo que haya ocurrido en esas reuniones a puerta cerrada.

     De ahí que cada vez más mexicanos piensan que su gobierno debería responder con más vigor para defender sus intereses.      

     Aunque claro está, que hay quienes también consideran que Peña Nieto y Videgaray están jugando sus cartas con prudencia ante el tamaño del problema que enfrentan y las repercusiones que un mal manejo de la situación podría traer para la economía mexicana y sus más de 110 millones de habitantes.

     “Los mexicanos creen que porque Trump ganó [la elección] todo terminó, pero los intereses son muchos, no sólo económicos”, dijo Athanasios Hristoulas, un académico del ITAM y especialista en seguridad internacional, en una entrevista telefónica. “Esto explica también las exageraciones por parte de la sociedad civil y de algunos políticos”.

    Para el experto, la falta de confrontación del gobierno de Peña Nieto no necesariamente refleja debilidad, sino prudencia ante el reto que representa lidiar con un presidente estadounidense tan antagónico a México.

     “Si Peña Nieto se siente presionado o políticamente vulnerable en lo doméstico puede endurecer su postura, lo que es preocupante en el corto y en el largo plazo y no en el interés nacional del país”, agregó Hristoulas. “En vez de pelear, México debe ser más ingenioso y proactivo. Debe crear propuestas claras para resolver los problemas”.

     Así, algunos expertos consideran que, más allá de evaluar los éxitos o fracasos del manejo del fenómeno Trump, es visualizar el rumbo de México en los próximos años, tanto en economía como en política.

      “México debe aprender lecciones de este episodio”, agregó Feliz del CIDE. “Nunca pensamos en la posibilidad de un Donald Trump, pero el gobierno debió forzar que la economía tuviera una estructura más diversificada y es lo que se tiene que hacer en el futuro”.

 

 

 


Fecha de publicación: 14/02/2017

Etiquetas: México EUA EPN Trump economía política comercio