São Paulo, Brasil, 1 de sep. (Dow Jones) -- Hace poco más de un año, un millón de brasileños salieron a las calles para expresar su desazón por la corrupción política y los deficientes servicios gubernamentales.

     Ahora parecen estar a punto de canalizar esa frustración en las urnas.

     Una participante, quien entró recientemente a la contienda tras la muerte del candidato Eduardo Campos en un accidente aéreo, Marina Silva, del Partido Socialista, se ha convertido repentinamente en la líder indiscutible de las elecciones de octubre al transformar el cúmulo de descontento que albergó el movimiento de protesta en votos potenciales.

     Una encuesta dada a conocer recientemente por la firma de opinión pública Ibope mostró que Silva derrotará a la titular Dilma Rousseff por un rango de votos que va de 45% a 36%, en una segunda vuelta. Ella parece ser la favorita gracias a su gran actuación en el primer debate televisado entre los principales candidatos que participarán en las elecciones de octubre.

      La exsenadora y activista ambiental, de 56 años de edad, ha aprovechado un grupo demográfico que estuvo previamente fuera del alcance de los candidatos: los votantes  hastiados de la política brasileña que planeaban entregar sus votos en blanco, en lugar de elegir a un candidato.

     Al tener a Silva en la contienda, el número de votos previsto como "blancos o nulos" se redujo en cerca de la mitad, a 7%, de acuerdo con el sondeo.

     "Sus votantes tienen el mismo perfil que los manifestantes, son los más jóvenes y con mayor educación", dijo Marcia Cavallari, quien dirige la división de opinión pública de inteligencia de Ibope, en una entrevista televisada. "Ella representa este deseo de cambio, de hacer política de otra manera".

     Efectivamente, una victoria de Silva podría ayudar a reconfigurar un sistema político dominado hasta ahora por la rivalidad entre el gobierno izquierdista del Partido de los Trabajadores, al que pertenece Rousseff, y el Partido Social Democracia de oposición más conservador, que es representado por el candidato que está hoy en el tercer puesto, Aécio Neves, dijo el analista político Ricardo Ribeiro.

     Eso podría incitar un salto de desarrollo para Brasil, que abrazó la democracia en 1985 después de una larga dictadura, pero que desde entonces ha luchado contra la corrupción y la ineficiencia.

     Silva ha prometido establecer reformas políticas diseñadas para implantar mayor responsabilidad y transparencia. Al mismo tiempo, la presidencia de Silva podría generar batallas con intereses creados en el Congreso que tendrían un impacto incierto en la estabilidad de la joven democracia.

     "El sistema actual está lejos de ser perfecto, sin embargo éste aporta previsión y orden", dijo Ribeiro. "¿Cómo va a funcionar si no se va a basar en el actual sistema?"

     A pesar de esta incertidumbre, el mercado bursátil de Brasil ha tendido a subir cada vez que las encuestas muestran que disminuye el apoyo a Rousseff, cuyas políticas han sido criticadas por alimentar la inflación y socavar la competitividad de Brasil.

     A los inversionistas parece gustarles lo que han escuchado hasta ahora sobre la plataforma de desarrollo económico de Silva, incluyendo un banco central más independiente, dijo Tony Volpon, jefe de mercados emergentes para las Américas de Nomura Securities International en Nueva York. "Sus puntos de vista sobre las políticas fiscales y monetarias están en línea con lo que al mercado le gustaría ver el próximo año en Brasil", dijo.

     En junio de 2013, cerca de un millón de brasileños salieron a las calles en docenas de ciudades exigiendo un mejor gobierno. Ventilaron su frustración por una serie de problemas, desde la rampante corrupción, hasta los gastos excesivos en los estadios para la Copa del Mundo de fútbol 2014 mientras que los servicios en los hospitales públicos y las escuelas siguen siendo de mala calidad.

     Rousseff prometió un plebiscito nacional sobre una reforma política radical que mejoraría la rendición de cuentas, al ver caer sus índices de aprobación en medio de las manifestaciones. Pero dicha reforma se atascó debido a la paralización en el Congreso. Las protestas se difuminaron.

     Ahora, Silva está aprovechando tales frustraciones para apuntalar su candidatura. En el debate hizo un llamado a Rousseff para explicar por qué los cambios prometidos nunca se materializaron.

    "Cuando se realizaron las protestas en junio usted presentó una serie de pactos tratando de atender las demandas de la población", dijo Silva. "Nada funcionó. ¿Qué fue lo que salió mal?"

     La historia de Silva también ha seducido a los electores que buscan un cambio. Silva es hija de recolectores de caucho del Amazonas, se convirtió en senadora a pesar de que aprendió a leer y escribir hasta que fue adolescente. Ella es percibida como una mujer con principios morales profundos, es una cristiana evangélica devota que se hizo popular en la política como ambientalista colaborando con el activista Chico Mendes, asesinado en el Amazonas.

La herencia afro-brasileña de Silva puede ser un atractivo adicional en un país donde más de la mitad de la población es de color, pero en el que la mayoría de los políticos no lo son. Silva es una de las pocas ciudadanas de color en ser elegida como senadora y sería la primera presidenta de esa raza en Brasil, si llegara a ganar.

En un momento en que los partidos políticos establecidos están cayendo en desgracia, Silva rompió con el Partido de los Trabajadores de Rousseff y el Partido Verde por disputas políticas en los últimos años, obteniendo credibilidad entre algunos electores. Silva evitó deliberadamente la palabra partido al configurar uno nuevo el año pasado, al que llama la Red de Sustentabilidad.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

 

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Fecha de publicación: 01/09/2014