16 de abr. (Dow Jones) -- En los 17 meses desde que AT&T y Time Warner anunciaron su fusión, esto es lo que ha pasado con sus rivales de internet: Amazon.com obtuvo tres Oscares, Hulu ganó el tan codiciado Emmy por el mejor drama, el valor de mercado de Netflix rebasó el de Time Warner y Facebook se vio involucrada en una investigación de manipulación electoral. 

No sabría esto por la demanda presentada por la administración de Trump para impedir la fusión de AT&T con Time Warner. La demanda, cuyo juicio inició el mes pasado, parece concebida en un mundo antes de que internet se convirtiera en una gigantesca caja de Petri para el desarrollo del contenido de video.

Esta no es una omisión trivial. La razón de cada caso antimonopolios es el potencial de una empresa para dañar a sus competidores y consumidores por el dominio que ejerce en un mercado en particular. Si los medios antiguos como Time Warner alguna vez poseyeron tal poder, ese está disminuyendo rápidamente a medida que crece la influencia de los nuevos medios.

El Departamento de Justicia ganará, si puede persuadir al tribunal de que el efecto de la fusión sería “la disminución significativa de la competencia”, un juicio intrínsecamente incierto y subjetivo. Sin embargo, la prueba económica es más sencilla: para que AT&T ejerza un poder monopólico en la venta de contenido como HBO y CNN, los proveedores alternativos de contenido deben enfrentar grandes obstáculos. Barreras que actualmente están derrumbándose.

Desde 2005, Joel Waldfogel, economista de University of Minnesota, ha demostrado que el bajar los precios de las cámaras digitales de alta gama redujo el costo de producción del entretenimiento filmado de alta calidad, lo que provocó una explosión en el volumen de nuevas películas sin que hubiera pérdida de calidad. Mientras tanto, internet de banda ancha ha proporcionado una alternativa de distribución a los estudios de cine, redes de televisión y cable. Desde 2009, la cantidad de series con guiones originales producidas por las firmas en línea como Amazon, Netflix y Hulu ha aumentado de una a 117, y ahora representa la cuarta parte de todas las series producidas en Estados Unidos.

El video en línea también es bastante “adherente”: los suscriptores pasan un promedio de 124 minutos al día en Netflix, en comparación con 96 minutos en las propiedades de Comcast (incluyendo NBC) y 46 minutos en los canales de Time Warner, dijo Steven Cahall y Mark Mahaney, analistas de RBC Capital Markets.

Atribuyen esto, en parte, a su calidad relativamente alta: por cada dólar de ingresos de los consumidores, Netflix gasta el doble en contenido que su próximo competidor más cercano. Los analistas concluyen que Netflix tiene mucho espacio para subir precios. El mercado bursátil parece estar de acuerdo: en 2009, Netflix, en ese tiempo casi en su mayor parte distribuidor de DVDs por correo postal, valía 8% de lo que valía Time Warner en 2009; ahora vale 84% más.

El Departamento de Justicia argumenta que la combinación AT&T-Time Warner tendrá tanto el incentivo como la capacidad para cobrar más a los distribuidores rivales, tanto tradicionales como basados en internet, al amenazarlos con retener el contenido. AT&T dijo que eso es ridículo: marginar a los otros distribuidores le costaría bastante por la pérdida de ingresos, y su influencia sería mínima, porque “una gama cada vez mayor de fuentes de contenido” significa que ningún contenido es “realmente esencial para un distribuidor determinado”.

El Departamento de Justicia descarta esa perspectiva en gran medida.

Esa desconfianza en el dinamismo del libre mercado es inusual en una administración republicana, particularmente en una que se enorgullece de allanarle el camino a las empresas. También está sorprendentemente en desacuerdo con los colegas de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC, por sus siglas en inglés), una oficina del Departamento de Justicia, los cuales fueron designados por Trump. El año pasado, la FCC revocó las reglas de “neutralidad de la red” que impedían a los proveedores de internet cobrar más por un acceso más rápido a sus redes.

La comisión concluyó que la neutralidad de la red desalienta a los proveedores de internet a experimentar diferentes modelos de negocios o ampliar la capacidad de banda ancha. Eso es lo que puede hacer la demanda antimonopolios, si se toma al pie de la letra el razonamiento de AT&T para llevar a cabo la fusión. Al ofrecer su contenido a través de la red inalámbrica de AT&T, Time Warner, como lo hacen ahora Amazon y Netflix, la empresa obtendría información valiosa sobre los suscriptores, que puede usar para mejorar sus ofertas. Eso no es factible con el modelo existente de Time Warner, dice AT&T.

“El principal objetivo económico de AT&T es alentar a los consumidores a utilizar sus redes, independientemente de los programas que vean”, agregó la compañía. Si ser propietaria de Time Warner le permite lograr eso, entonces su red se volverá más valiosa y la alentará a expandirse.

Por supuesto, en esta investigación se cierne algo más que solo cuestiones de economía. Trump, que no simpatiza con CNN, se opone a la fusión porque, dice él, concentraría demasiado poder mediático en muy pocas manos. El Departamento de Justicia dijo que no jugó ningún papel en su decisión de demandar, pero la demanda aún resuena, a la derecha y a la izquierda.

Sin embargo, bloquear las fusiones con el fin preservar la diversidad política se vuelve algo incierto: ¿De quienes se deben preservarse las voces? ¿Qué grado de diversidad de propiedad es permisible? ¿Se debe permitir que Verizon Communications sea dueño de Yahoo o que Walt Disney sea dueña de FiveThirtyEight? ¿Qué pasa si la diversidad de propiedad preserva de otra manera las voces políticas financieramente frágiles?

Si le preocupa el poder de los monopolios en el discurso político, puede haber lugares más fructíferos donde buscar. De acuerdo con Pew Research Center, 43% de los estadounidenses obtienen sus noticias de las redes sociales y las aplicaciones de noticias, más que de las redes de televisión, televisión local o la televisión por cable. Además, las plataformas en línea como Google y Facebook están más cerca de los monopolios que cualquier otra contraparte de los viejos medios de comunicación.

Como lo demuestran las revelaciones sobre el uso de datos de Facebook en las campañas políticas, éstas plataformas pueden convertirse en armas de formas en que la televisión nunca lo fue.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 16/04/2018

Etiquetas: Time Warner AT&T DOJ EUA Demanda Antimonopolios Dominio Mercado Telecomunicaciones