10 de ene. (Dow Jones) -- Desde un impuesto en México a las bebidas azucaradas hasta la aprobación de una legislación que prohíbe los juguetes en las "Cajitas Felices" de McDonald's en Chile y Perú, América Latina se ha vuelto un laboratorio de prueba en materia de políticas públicas destinadas a alejar a los consumidores de los alimentos con poco contenido nutritivo y alto contenido calórico.

Desde 2012, Perú, Uruguay y Costa Rica han proscrito la comida "chatarra" de las escuelas públicas. Ecuador recientemente ordenó el establecimiento de un sistema de etiquetado nutricional basado en un semáforo, en el que las advertencias de alto contenido de sal, azúcar y grasa se colocan en círculos rojos, y los menores niveles se indicarán en círculos de color amarillo o verde.

En Ecuador, a los fabricantes de alimentos procesados también se les proscribirá usar imágenes de animales, caricaturas o personajes famosos para promocionar productos con alto contenido de sal, azúcar o grasas.

En octubre, el Congreso de México aprobó un impuesto especial de 8% en los alimentos con alto contenido calórico como las papas fritas, así como un impuesto de un peso por litro, o alrededor de ocho centavos de dólar, a las bebidas azucaradas.

El impuesto a las bebidas es considerado ampliamente como el intento más relevante a la fecha por frenar el consumo de ese tipo de bebidas en un país grande, tomando en cuenta que México es el segundo consumidor más relevante de refrescos Coca-Cola en el mundo por volumen de ventas.

El ministro de Salud de Colombia ha sugerido la aplicación de un impuesto a las bebidas azucaradas en su país.

En los países más desarrollados se han propuesto regulaciones similares pero éstas han sido rechazadas con frecuencia. Los impuestos propuestos en los refrescos, por ejemplo, no han logrado ser aprobados en Estados Unidos en varios intentos, y recientemente fueron descartados en Telluride, Colorado.

Sin embargo, debido a que en América Latina la intervención gubernamental en la economía es menos críticada, sobre todo cuando se refiere a regular mercados, y dado que esos gobierno no siempre tienen las mejores relaciones con las empresas trasnacionales, los incentivos para promover conductas para comer de manera sana podrían popularizarse --y luego extenderse a otras partes del mundo.

Barry Popkin, profesor de la Gillings School of Global Public Healt de University of North Carolina y autor de un libro titulado "The World is Fat" (El mundo es gordo), dijo que el impuesto mexicano a las bebidas podría seguir el curso de otras herramientas de persuación que han seguido las autoridades en muchos países para dejar de fumar. "Vamos a tener evidencias dentro de un par de años. Que es cuando empezaremos a ver el efecto dominó", dijo.

La obesidad se ha convertido en un problema importante en Latinoamérica, y esa tendencia coincide con el hecho de que la región se esté convirtiendo en una región de crecimiento importante para las multinacionales de alimentos y bebidas que enfrentan la disminución de sus ventas en sus mercados domésticos.

En 2012, el volumen de ventas de alimentos procesados en América Latina de PepsiCo se disparó 13%, mientras que se contrajo 1% en América del Norte. Latinoamérica representó más de 12% de las ventas globales por 65,500 millones de dólares de PepsiCo en ese año.

Las multinacionales alimentarias argumentan en reuniones a puerta cerrada ante funcionarios del gobierno que las botanas son un alimento básico de los pobres. Estas empresas también hacen hincapié en su papel como inversionistas, generadores de empleo y contribuyentes al crecimiento económico.

Sin embargo, se resisten a esgrimir desafíos legales contra las leyes que proscriben la comida chatarra, por temor a dar la impresión de ser malos ciudadanos corporativos.

"El tema de la imagen corporativa es muy importante, especialmente para una multinacional estadounidense", dijo Manuel Solano, jefe del grupo de servicios fiscales internacionales en América Latina con la firma que representa a la empresa consultora internacional, Ernst & Young, en México.

Los esfuerzos empresariales han estancado las iniciativas de algunos países. En Chile, los legisladores prohibieron a mediados de 2012 los juguetes en las comidas rápidas destinadas a los niños como parte de una ley más amplia sobre la comida chatarra. Pero cuando el ministerio de salud emitió las normas en julio de 2013, se permitió a las empresas regalar juguetes y calcomanías si tenían una marca registrada.

 "La industria está jugando a la negociación política tras bambalinas", dijo Ricardo Uauy, profesor de nutrición y salud pública en London School of Hygiene and Tropical Medicien y en Universidad de Chile.

Guido Girardi, el senador chileno y también médico que redactó la legislación de país contra la comida chatarra, espera que Chile se torne más estricto en lo referente a los alimentos industrializados ahora que Michelle Bachelet, socialista y pediatra, vuelva a ocupar la presidencia en marzo. Girardi espera ganar su apoyo para aplicarles impuestos a las bebidas azucaradas.

Woods Staton, director ejecutivo de Arcos Dorados Holdings, el mayor operador de restaurantes de McDonald's en América Latina y el Caribe, está en desacuerdo con el argumento de que McDonald's usa juguetes y juegos infantiles para hacer que los niños adopten hábitos alimenticios poco saludables. Dijo que su cadena ofrece una comida equilibrada, con sal, grasa y azúcar dentro de las directrices dietéticas.

Staton dijo que McDonald's es una marca de prestigio en América Latina y que atiende principalmente a familias de la clase media en ascenso, mientras que la obesidad está afectando más a los pobres de la región. "Esos niños no pueden darse el lujo de venir a McDonalds", dijo Staton.

 Los investigadores han detectado una correlación entre los países que tienen graves problemas de salud y su elevado consumo de bocadillos, refrescos y otros alimentos industrializados.

Los mexicanos destinan 45% de su gasto familiar destinado a los alimentos para adquirir productos industrializados​​, según datos de Euromonitor International. Los chilenos están a la par con los estadounidenses, al gastar 63% de sus presupuestos para alimentarse en productos envasados.

Tanto en Chile como en México, cerca de siete de cada 10 adultos, y casi un tercio de los niños, tienen sobrepeso y la diabetes amenaza con abrumar a los sistemas de salud de estos países.

"México y Chile creyeron la idea de que la modernidad implica consumir comida chatarra y Coca-Cola. Ahora están pagando por eso", dijo Enrique Jacoby, asesor regional de alimentación saludable y una vida activa en la Organización Panamericana de la Salud.

Cree que otros países de la región tienen la oportunidad de luchar por recuperar la tradición de consumir alimentos integrales, y evitar el avance de la obesidad y la diabetes.

En Perú, los alimentos envasados apenas representan 23% del gasto familiar en alimentos, mientras que cerca de la mitad de los adultos y una cuarta parte de los niños tienen sobrepeso. "Tenemos que proteger nuestras tradiciones culinarias ancestrales ", dijo Jaime Delgado, congresista peruano que luchó por bloquear la comida chatarra de las escuelas públicas y atacar la comercialización de alimentos que tienen un alto contenido calórico para los niños.

"¿Por qué hemos permitido que las normas las establezcan las empresas que venden esa comida? Esos productos están ultraprocesados. Ni siquiera son alimentos, dijo Delgado. "Nadie anuncia plátanos y manzanas".

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Eduardo García

 

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Fecha de publicación: 10/01/2014