6 de abr. (Dow Jones) -- Entre los corredores y analistas de bonos el asunto es conocido como "el enigma", y puede convertirse en el próximo gran reto de Janet Yellen.

En algún momento de este año --a pesar del comunicado de hace unos días-- se espera que la presidenta de la Reserva Federal presida sobre un aumento en la tasa de interés de referencia de corto plazo, también conocida como tasa de los fondos federales, de su nivel actual de casi cero.

El objetivo de esa medida es subir las tasas de todo el espectro, desde las que registran los bonos con vencimiento a 30 días hasta los que tiene un plazo de vencimiento de 30 años. Todo con el fin de evitar alimentar burbujas económicas y de mercado.

Sin embargo, mientras los inversionistas y los analistas esperan que la Fed no tenga problemas para empujar las tasas de corto plazo, porque esos bonos están estrechamente vinculados a la tasa federal, algunos están preocupados de que el banco central tenga más dificultades para elevar  las tasas de largo plazo.

Eso podría complicar los esfuerzos de la Fed para devolver a la economía estadounidense su equilibrio.

En 2005, el entonces presidente de la Fed, Alan Greenspan, usó la palabra "enigma" para describir tasas de largo plazo persistentemente bajas o la baja, incluso cuando la Reserva Federal aumentó las tasas de corto plazo en 17 sesiones consecutivas, de 2004 a 2006.

"Este es el enigma 2.0", dijo Erik Schiller, gerente de cartera de títulos públicos globales en la unidad de renta fija de Prudential Financial, quien supervisa unos 530,000 millones de dólares. "La Fed tendrá que tejer muy fino".

Muchos inversionistas y responsables políticos miran de cerca la evolución que registran las tasas de interés en distintos plazos, algo que se conoce como la curva de rendimiento, a fin de encontrar signos sobre la salud de la economía.

Una curva de rendimientos ascendentes --o una gran brecha entre las tasas de corto plazo y de largo plazo-- es vista como saludable por muchas razones.

Por un lado, los bonos de más largo plazo son en general un reflejo de las opiniones de los inversionistas sobre la economía. Si exigen rendimientos más altos, indica que piensan que el crecimiento será lo suficientemente fuerte que si no obtienen más la inflación se comerá sus ganancias de renta fija.

Además, los bancos ganan más dinero por ser capaz de pedir prestado de forma relativamente barata en el mercado a corto plazo y luego prestarlo por períodos más largos a tasas más altas.

Si los bancos están dispuestos a dar créditos por ese fenómeno, entonces eso significa más endeudamiento y más gasto de los países, de las empresas y de los consumidores.

A la inversa, una curva de rendimiento invertida o plana --donde las tasas de largo plazo son inferiores a las de corto plazo-- presagia por lo general malos tiempos económicos e incluso una recesión.

Eso sucedió en junio de 2007, poco antes de la crisis financiera y la recesión que siguió. También ocurrió en diciembre de 2000, cuando la economía también entró en recesión.

La brecha entre los rendimientos que ofrecen los bonos a dos y 10 años se ha venido reduciendo, o la curva se ha estado aplanando.

A finales de 2013, esa brecha era de 2.65 puntos porcentuales.

Esa diferencia podría contraerse a 0.25 puntos porcentuales una vez que la Fed comience a apretar  la política monetaria, dijo Gary Pollack, quien ayuda a supervisar  12,000 millones de dólares en activos como jefe de operaciones de renta fija de Deutsche Bank, en Nueva York, en la unidad de gestión de riqueza privada.

También podría tornarse negativa.

Mientras que Deutsche Bank no está previendo un caso tan extremo, si las perspectivas de crecimiento se deterioran, o la Reserva Federal aumenta las tasas de corto plazo más rápido de lo que esperan muchos inversionistas, "yo no lo descartaría", dijo Pollack.

La incertidumbre es además mayor porque el enigma de 2015 que enfrenta Yellen surge de una situación muy diferente a la de 2005.

Las tasas de interés son sorprendentemente bajas en todo el espectro, principalmente porque la Fed se ha pasado la mayor parte de los últimos siete años manteniendo su tasa de referencia cerca de cero y comprando billones de dólares de bonos del gobierno.

Pero ahora, conforme se fortalece la economía estadounidense, otras grandes economías se están debilitando. Las tasas de interés ahí son aún más bajas, lo que está llevando a muchos inversionistas globales a comprar bonos del Tesoro.

La demanda está haciendo que aumenten sus precios y caigan sus rendimientos, desafiando las expectativas de que las tasas comenzarían a aumentar ante la posible alza de tasas de la Fed.

Esa demanda probablemente se mantenga, e incluso aumente a medida que la Fed suba las tasas de interés, creando una tensión paradójica en el mercado.

La Fed tiene algunas opciones. William Dudley, el presidente del Banco de la Reserva Federal de Nueva York, miembro con derecho a voto en el panel del comité que establece las tasas del banco central, sugirió a finales de febrero que si los rendimientos de los bonos no suben, el banco central podría verse obligado a subir los tasas de manera más agresiva.

El banco central tiene más de 2.4 billones de dólares en bonos del gobierno de Estados Unidos, acumulados durante sus programas de compra de bonos. Pocos inversionistas esperan que la Fed los venda, pero algunos no descartan dicha venta "si los rendimientos de los bonos no se comportan como ellos quieren", dijo Thomas Roth, director ejecutivo del grupo de corretaje de bonos soberanos estadounidense en Mitsubishi UFJ Securities (EUA) en Nueva York.

Los inversionistas extranjeros --incluidos bancos centrales e inversionistas privados aumentaron sus activos de deuda pública de Estados Unidos en 361,000 millones de dólares el año pasado, a 6.15 billones de dólares a finales de diciembre, la mayor tasa de aumento en dos años, de acuerdo con Jonathan Rick, estratega de tasas de interesante de derivados de Crédit Agricole en Nueva York.

"Es probable que aún haya más demanda de bonos del Tesoro estadounidense a la luz de sus rendimientos relativamente competitivos", dijo James Sarni, socio administrativo de Payden & Rygel en Los Ángeles, que administra unos 85,000 millones de dólares.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Eduardo García

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Fecha de publicación: 06/04/2015