Panamá está enfrentando la crisis por la sequía en el Canal con medidas que pueden dañar el suministro de agua potable del país. Foto AP/Agustin Herrera
Panamá está enfrentando la crisis por la sequía en el Canal con medidas que pueden dañar el suministro de agua potable del país. Foto AP/Agustin Herrera

9 de abr. (Bloomberg) -- El Canal de Panamá ha evitado lo peor de una crisis marítima que amenazó con poner patas arriba la economía mundial, pero a costa de la vida marina y los suministros de agua potable del país latinoamericano.

     Después de imponer límites estrictos al tráfico de embarcaciones el año pasado, ya que la sequía dejó los niveles de agua languideciendo, la Autoridad del Canal de Panamá aumentará el número de barcos que pueden cruzar. Gracias a las medidas de conservación, los niveles de agua cayeron poco más de treinta centímetros en el año hasta el 12 de marzo, en comparación con 91 centímetros durante el mismo período de 2023.

     Esas medidas, sin embargo, tienen efectos secundarios. El canal recicla el agua de las esclusas por las que pasan los barcos, en lugar de simplemente arrojarla al océano. Esta agua reutilizada se vuelve más salada y parte de ella se infiltra en el lago Gatún, un lago artificial que forma parte del canal y que también es la mayor fuente de suministro potable de Panamá.

     Los desafíos del Canal de Panamá destacan cómo la lucha contra el cambio climático conlleva inevitables consecuencias. A medida que los responsables políticos toman medidas para limitar los efectos del calentamiento global, puede haber consecuencias no deseadas para el medio ambiente y la economía. El tiempo apremia: la sequía ya está alterando los flujos comerciales del mundo, creando cuellos de botella el año pasado en el río Mississippi en Estados Unidos y el Rin en Europa.

     Este año, Panamá ha tenido aproximadamente dos tercios de sus precipitaciones normales, dijo Fred Ogden, antiguo profesor de ingeniería civil de University of Wyoming quien ha realizado un extenso trabajo en el país. Las mejoras en el canal empeoraron la situación, porque las nuevas esclusas abiertas en 2016 para acomodar barcos más grandes requieren más agua.

     El cambio climático significa que “las cosas están cambiando a un ritmo que básicamente está sorprendiendo a todos”, dijo Ogden. La ampliación del canal ha “aumentado la probabilidad de restricciones por sequía. Cuando a eso le sumas una sequía, dios mío, qué lío”.

     Los bajos niveles de agua del Canal de Panamá y los esfuerzos por conservar lo que queda hicieron que el lago Gatún sea más salado. La salinidad está en su punto más alto desde 2020, cuando Smithsonian Tropical Research Institute comenzó a recopilar datos, y sigue creciendo, dijo Steve Paton, director del programa de monitoreo físico del instituto.

     La salinidad del lago se disparó después de que se inauguró el nuevo juego de esclusas en 2016. Hasta ese momento era de 0.05 partes por mil y con el aumento de los flujos comerciales aumentó rápidamente y alcanzó las 0.35 partes por mil hace cuatro años. Ahora se está acercando a ese nivel nuevamente y probablemente lo alcanzará o superará antes de que comience la temporada de lluvias, dijo Paton.

     El hidrólogo jefe de la autoridad del canal, Erick Córdoba, dijo durante una entrevista en noviembre que encontrar nuevas fuentes de agua dulce será fundamental para garantizar que Panamá pueda satisfacer la creciente demanda de la población, los transportistas y la industria local. Uno de los planes es crear un nuevo embalse en el valle de un río cerca del lago Gatún para suministrar agua adicional.  El canal también está buscando invertir en más recolección de agua de lluvia para ayudar a reducir la salinidad en el lago, dijo.

     En circunstancias normales, el Canal de Panamá maneja alrededor de 3% de los volúmenes de comercio marítimo mundial y 46% de los contenedores que se mueven desde el noreste de Asia hasta la costa este de Estados Unidos. Los cuellos de botella en el canal pueden extenderse a toda la economía mundial, especialmente a medida que los ataques de los hutíes en el Mar Rojo se suman a las interrupciones del transporte marítimo.

     El año pasado, el patrón climático de El Niño llevó a uno de los años más secos registrados para el Canal de Panamá y lo obligó a reducir el tránsito. Pero El Niño ahora se está desvaneciendo, lo que significa que la temporada de lluvias debería llegar a fines de abril o mayo, lo que permite que el canal alivie los límites de navegación. La autoridad permitirá el tránsito de 27 buques diarios a finales de marzo, frente a los 24 actuales, pero aún muy por debajo de la capacidad de 38 antes de la sequía.

      “La reducción forzada” de embarcaciones “está teniendo el efecto deseado de reducir el consumo total de agua”, dijo Jorge Luis Quijano, consultor y exdirector ejecutivo de la Autoridad del Canal. “Sin embargo, es difícil predecir si estos cambios favorables en el clima serán suficientes para garantizar el regreso a 38 tránsitos por día en algún momento a finales de este año o el próximo”.

     Quijano dijo que el canal podría aumentar a 30 o 32 embarcaciones por día después de que termine la estación seca y luego elevar progresivamente el límite aún más si las lluvias son favorables. En un comunicado el 11 de marzo, la Autoridad del Canal dijo que está monitoreando los niveles de agua y anunciará cualquier cambio adicional de manera oportuna. No respondió a solicitudes adicionales de comentarios.

     Otros observadores son más optimistas. Los volúmenes podrían volver a la normalidad en tres a cinco meses, dijo Julia Junnan Zhao, científica principal de datos de Dun and Bradstreet, un proveedor global de datos y análisis.

     Cualquier aumento en el número de buques que pasen por el canal será un alivio para los transportistas, algunos de los cuales pagaron millones de dólares para saltarse la cola, mientras que otros tomaron rutas más largas y costosas alrededor de África o América del Sur.

     Mientras tanto, las amenazas para el agua potable y la vida marina persisten. La estrategia de la Autoridad del Canal de reciclar el agua podría hacer que las especies marinas comiencen a viajar entre el Pacífico y el Atlántico, alterar los entornos costeros e incluso diezmar las poblaciones de peces de las que dependen las comunidades a lo largo del Pacífico y el Caribe para obtener alimentos y turismo, dijo Paton.

     El pez león es un ejemplo de lo que puede salir mal con las especies invasoras. Se sospecha que escaparon de los acuarios a lo largo de la costa este de Estados Unidos durante inundaciones y tormentas, y ahora amenazan a las poblaciones de peces nativos en el Golfo de México y el Caribe. Un nuevo corredor de agua salada podría causar estragos similares en ambos lados de Panamá.

     Ya están surgiendo señales de ese cambio. A medida que el aumento de la salinidad reduce la barrera entre los océanos, los investigadores están viendo un número cada vez mayor de especies marinas en el lago Gatún, dijo Paton.

     Es un ejemplo de los riesgos a los que se enfrentan los responsables políticos al enfrentarse al impacto del cambio climático en los suministros de agua dulce. La sequía asoló regiones de todo el mundo el año pasado, incluidas las Américas, África y el Mediterráneo.

     Las condiciones de sequedad han “dado una gran llamada de atención a mucha gente”, dijo Ogden. “El futuro no parece brillante para la consistencia de los recursos hídricos en los que hemos podido confiar hasta ahora”.

 


Fecha de publicación: 09/04/2024