Ha pasado casi un cuarto de siglo desde que los personajes de ‘Toy Story’ nos cautivaron por primera vez y dejaron una huella indeleble en nuestros corazones. La trilogía que llegó a un clímax conmovedor hace nueve años fue completa, tanto emocional como dramáticamente, por lo que el advenimiento de ‘Toy Story 4’ plantea preguntas: ¿necesitábamos una nueva secuela, que valiera la pena y contribuyera al canon que se ha convertido en tesoro nacional de Estados Unidos?

     Las respuestas son no, no necesariamente; y sí, absolutamente; y mucho más de lo que nadie podría haber supuesto. La nueva película no es impecable, pero es enormemente agradable y aborda, con un encanto fascinante, nada menos que el propósito de vivir y el misterio que siempre resguarda la vida.

      El juguete al centro de la acción es Woody (con la voz de Tom Hanks, ¿y quién más?), el vaquero que, al final de ‘Toy Story 3’, observó a su amado dueño Andy dirigirse en auto partir hacia la vida universitaria. La historia de la película está llena de grandes líneas de despedida, pero pocas son más simples o más agridulces que “Hasta luego vaquero”, la apenas audible expresión de devoción que siente el sheriff por el niño que le había dado sentido a su vida.

     Ahora, la propietaria de Woody es Bonnie (Madeleine McGraw), la niña que heredó todos los juguetes de Andy, y él no es menos devoto a ella, cuidándola sin cesar a pesar de que la jovencita no le presta mucha atención.

      El director fue Josh Cooley, un veterano de Pixar que hizo su debut cinematográfico en ésta cinta; a partir de un guion de Andrew Stanton y Stephany Folsom.

      La mayoría de los juguetes son viejos conocidos de la audiencia --apreciados por sus hijos y por los niños de los vastos cinéfilos que crecieron con ellos. Buzz Lightyear está de regreso, con la voz de Tim Allen, aún confundido acerca de los términos de su existencia como una forma de vida basada en polímeros; el guardián espacial cree que ha descubierto su voz interior, pero solo es su caja de voz, cuyas órdenes sigue celosamente. El Señor Cara de Papa también está de vuelta, con el habla póstuma --a partir de grabaciones de archivo-- de Don Rickles.

      La gran novedad es un juguete llamado Forky. Una criatura que simboliza el proceso creativo, un objeto fabricado de casi nada con el poder de inflamar la imaginación y evocar una marejada de ternura que rápidamente profundiza en amor. (Crear algo sorprendente a partir de nada en lo absoluto fue lo que Pixar hizo con la original ‘Toy Story’, la primera película animada de larga duración del mundo creada completamente por computadora).

      Forky, que luce con la voz de Tony Hale, comienza su vida como el proyecto artesanal de Bonnie en su primer día de Jardín de Niños. Ella lo improvisa en un instante, usando un tenedor de plástico desechado como su cabeza y cuerpo; un palito de paleta partido en dos como sus pies; un limpia pipas como sus brazos, además de ojos saltones de diferente tamaño y pequeños rollos de plastilina Play-Doh para darle forma a su boca y cejas.

     Todos los padres esperan que su hijo o hija haga nuevos amigos en la escuela. Bonnie, una Frankenstein benigna, hace un amigo literalmente y lo ama apasionadamente.

     “¿Cómo es que estoy vivo?”, le pregunta Forky a Woody en cierto momento. “No sé”, responde el vaquero con franqueza; es sensible, pero no omnisciente.

      Como juguete acosado por la angustia existencial, Forky rechaza su condición de juguete, obsesionado por sus raíces como basura. Sin embargo, como es querido, se convierte en el centro de preocupación cuando Bonnie y sus padres se llevan a todos los juguetes en un viaje por carretera que proporciona el marco narrativo de la película.

     Este es un viaje loquísimo y, a menudo, divertidísimo --con secuencias de acción cómo solo Pixar puede animarlas. Sin embargo, algo de la comedia visual ya parece ser un cliché, y una secuencia extendida en la tienda de antigüedades Second Chance se vuelve algo turbia y repetitiva. (También es muy aterradora, gracias principalmente a un grupo de muñecos de ventrílocuo que deambulan por la tienda).

       En la fatídicamente llamada Second Chance es donde nos encontramos con la conmovedora Gabby Gabby (Christina Hendricks), una muñeca antigua con cuerdas de tracción, tan amenazante como necesitada, que ha permanecido en la tienda durante décadas no deseada porque tiene una caja de voz defectuosa.

      Otro juguete nuevo en la película, un arriesgado motociclista de Canadá llamado Duke Caboom, y que es interpretado por Keanu Reeves, demuestra ser un modelo encantador. Es decir, posa, y continúa exhibiendo diferentes poses que no son otra cosa que demostraciones de aparente vanidad, aunque en el fondo lleva una herida que puede que nunca sane.

       Si ‘Toy Story 4’ fuera solo una colección de juguetes en su mayoría familiares que tienen nuevas aventuras, uno podría haber deseado que Pixar y Disney dejaran la saga en trilogía.

     Pero el viaje por carretera le presenta a Woody su segunda oportunidad cuando se encuentra de manera fortuita con Bo Peep, el amor de su vida (con la voz de Annie Potts). Bo estuvo ausente de ‘Toy Story 3’, por las razones que esta película explica; ahora parece ser un juguete perdido, ya que ha estado en el mundo durante muchos años y ya no es la muñequita inocente que antes era.

     Perdido y encontrado son conceptos cambiantes, sin embargo, estos juguetes habitan en ambos mundos. Bo no se considera perdida; ella es más sabia por lo que ha vivido. Woody tampoco se siente perdido, al menos conscientemente. Alguna vez  perteneció a Andy, ahora pertenece a Bonnie. Su sentido de pertenencia es tan profundo que ha hecho todo lo posible por cuidar del nuevo juguete que Bonnie ama. Pero la dura realidad, que él no reconocerá, es que Forky ha tomado protagonismo en la vida de fantasía de Bonnie.

     ¿Dónde, entonces, está Woody? En el esquema de pulsiones de la película, dijera Freud, él representa a todos los que sentimos que perdimos nuestro propósito en una fase de nuestra vida y que aún no hemos encontrado el valor para comenzar la siguiente fase.

     Lo que llega a comprender, pero de manera muy paulatina, es que la vida no es solo para vivir, sino para amar, y él y Bo se han encontrado, así que. . .

     Mientras Woody lucha por resolver sus miedos y sentimientos, ‘Toy Story 4’ trasciende el reino de juguete, tanto que ahora parece algo exquisitamente vivo.

Traducido por Michelle del Campo  

Editado por Luis Felipe Cedillo

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Fecha de publicación: 25/06/2019