Manifestantes anti-Brexit están parados junto a una camioneta con grandes dibujos animados de destacados políticos británicos que incluyen, de izquierda a derecha, a la primera ministra Theresa May, Boris Johnson, Michael Gove y David Davis, frente al Palacio de Westminster en Londres, el jueves 14 de febrero de 2019. AP Photo/Alastair Grant.
Manifestantes anti-Brexit están parados junto a una camioneta con grandes dibujos animados de destacados políticos británicos que incluyen, de izquierda a derecha, a la primera ministra Theresa May, Boris Johnson, Michael Gove y David Davis, frente al Palacio de Westminster en Londres, el jueves 14 de febrero de 2019. AP Photo/Alastair Grant.

10 de jun. (Bloomberg) -- Para los líderes europeos que observan atentos la dolorida agonía política de Theresa May, la sensación de inevitabilidad ha sido reemplazada por la de temor.

     En lugar de superar el estancamiento respecto a Brexit, la partida de la primera ministra británica plantea la posibilidad de lo que ellos han considerado su peor pesadilla durante mucho tiempo: un Reino Unido dirigido por Boris Johnson, el hombre que muchos al interior de la Unión Europea culpan de causar un lío con su campaña basada en falsas promesas y luego socavar a su líder.

     Si May era predecible y su estrategia era clara, aunque imperfecta, muchos jefes de la Unión Europea piensan que Johnson es un populista mentiroso que no quiere otra cosa que destruir el bloque europeo.

     En privado, los funcionarios usan su nombre como una abreviatura de un gobierno británico que daría pie, en su opinión, a la forma económicamente más catastrófica de Brexit: una sin haber llegado a acuerdo alguno entre Reino Unido y la Unión Europea para suavizar la salida.

     Hace poco, en abril, cuando los gobiernos de la Unión Europea discutían si permitir o no que Reino Unido pospusiera su salida del bloque económico,  funcionarios en Bruselas hablaron sobre garantizar que pudieran “proteger contra Boris” la decisión de evitar que él trastoque los negocios de la Unión Europea en caso de que se convierta en el primer ministro británico.

     Sus preocupaciones son de larga data. En el mes anterior al referéndum sobre la adhesión del país a la Unión Europea en junio de 2016, los líderes mundiales, incluido el presidente Barack Obama y el entonces primer ministro británico David Cameron, estaban reunidos en una cumbre del Grupo de los Siete en Japón.

    En Gran Bretaña, Johnson, ya ex alcalde de Londres, hacía campaña para salir de la Unión Europea con su autobús rojo brillante adornado con el ahora desacreditado mensaje de que Reino Unido enviaba 350 millones de libras (443 millones de dólares) semanales a la Unión Europea que, en su lugar, podría gastar en hospitales.

     En los pasillos de la cumbre, el nombre de Johnson fue mencionado varias veces, dijo una persona familiarizada con la reunión. Diplomáticos de toda Europa estaban preocupados de que su mensaje Brexit estuviera causando impacto.

     Desde Japón, Martin Selmayr, el jefe de gabinete de Jean-Claude Juncker, el entonces presidente de la Comisión Europea y ahora el funcionario de mayor jerarquía del ejecutivo, tuiteó su peor predicción para la cumbre del año siguiente. Agrupó a Johnson con Donald Trump y los líderes de movimientos populistas franceses e italianos. “¿La reunión del G7 2017 con Trump, Le Pen, Boris Johnson y Beppe Grillo?”, dijo. Ese sería el “escenario del horror”.

     Teniendo a la Unión Europea adhiriéndose a su política de un frente unido y de aislar a un beligerante, Bruselas ahora enfrenta un Reino Unido que cae en una espiral descendente hacia una agitación política más profunda.

     En lugar de servir como una advertencia para los partidarios de las fuerzas nacionalistas de todo el continente, esto solo los ha envalentonado durante las decisivas elecciones al Parlamento Europeo.

     Efectivamente, el Partido Brexit fundado por el archi-euro-escéptico Nigel Farage lideró las encuestas de opinión antes de la votación británica celebrada el jueves 23 de mayo.

     “En retrospectiva, no refutar la afirmación de que Reino Unido envia 350 millones de libras por semana a Bruselas sin obtener ningún beneficio fue un grave error”, dijo Juncker al periódico Der Standard de Austria a principios del mes pasado. “Se dijeron muchas mentiras”.

     Aunque los peores temores de la Unión Europea no se cristalizaron en 2016, cuando, tras la renuncia de Cameron, Johnson fracasó en su intento de convertirse en el líder de los británicos, los funcionarios consideraron su nombramiento por parte de May como secretario de asuntos exteriores casi como algo que rallaba en lo temerario. Y varios comentaron en privado en ese momento acerca de sus preocupaciones de que causaría estragos en las reuniones con sus homólogos de la Unión Europea.

     “Durante la campaña dijo muchas mentiras al pueblo británico”, dijo Jean-Marc Ayrault, ministro de relaciones exteriores de Francia, a radio Europe 1 poco después del nombramiento de Johnson.

     En respuesta a las acusaciones hechas por funcionarios y políticos de la Unión Europea, una persona cercana a Johnson dijo que él no se involucraría en nombrar a sus enemigos o hablar mal de los aliados europeos. Él sólo quiere lo mejor para el Reino Unido.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo                          

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Fecha de publicación: 10/06/2019

Etiquetas: Reino Unido Brexit Política Theresa May Boris Johnson Unión Europea Comisión Europea Eurozona Acuerdo Salida