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21 de may. (Sentido Común) -- Los precios del petróleo han recuperado poco más de 40% de su valor en lo que va del año gracias, en parte, al descenso en el nivel de la producción de crudo de las naciones que conforman la Organización de los Países Exportadores de Petróleo y al aumento de las tensiones geopolíticas en el Medio Oriente.
Para algunos, esas condiciones podrían incluso hacer que el costo del barril de crudo suba en promedio a poco más de 70 dólares en el corto plazo, un factor que, para sorpresa de algunos, podría poner en jaque las finanzas públicas de México.
Si bien, hasta hace poco México era una nación netamente exportadora de crudo a la que directamente beneficiaban los mayores precios del petróleo en los mercados internacionales, principalmente por representar mayores ingresos para la empresa petrolera estatal, Petróleos Mexicanos, y, por ende, mayores tributos para las arcas gubernamentales, hoy la situación es bastante opuesta.
México ha dejado de ser un país con una balanza comercial petrolera superavitaria para pasar a tener una deficitaria, que provoca que el país y, en consecuencia, el gobierno pierda, si los aumentos del precio del petróleo se traducen en mayores costos de los petrolíferos que la nación importa.
“La verdad es que México ahora es un importador neto de petróleo, ya que necesita más dólares para pagar la gasolina de lo que recibe de la exportación de barriles de crudo pesado”, escribió Carlos Capistrán, economista en jefe para México y Canadá con Bank of America Merrill Lynch, en un reporte.
La nueva circunstancia que enfrenta hoy México en materia petrolera la explica, en parte, la fuerte caída de la producción de crudo que ha experimentado Pemex a lo largo de los últimos 15 años.
En 2004, la petrolera alcanzó una producción diaria récord de 3.4 millones de barriles diarios, lo que colocaba al país como uno de los grandes productores a nivel mundial y lo que otorgaba enormes recursos al gobierno mexicano.
Pemex, por años, fue una de las fuentes más importantes de ingresos gubernamentales, financiando en ocasiones más del 30% del gasto gubernamental, ya que 95% de las ganancias antes de impuestos de la petrolera eran trasladadas a las arcas gubernamentales, de acuerdo con datos de Capital Economics, una empresa londinense dedicada a la investigación, análisis y pronósticos macroeconómicos.
Ahora, sin embargo, la realidad es muy distinta. En los últimos 15 años el nivel de la producción de crudo de Pemex ha caído cerca de 50%, para estar actualmente en un nivel cercano a 1.7 millones de barriles diarios.
El descenso de la producción de Pemex ha obligado al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador a intentar frenar ese desplome, a través de diversas medidas, como inyecciones de capital y reducción de la carga impositiva de Pemex.
Al parecer los esfuerzos del nuevo gobierno comienzan a dar frutos, pero muchos los ven aún insuficientes.
“A pesar de una estabilización en la producción, será necesario aumentar las inversiones y las acciones de exploración para revertir completamente la tendencia a la baja”, escribió la dirección de análisis económico y bursátil de CIBanco, en un reporte.
Claro que además de una menor producción de crudo, la empresa estatal ha también sufrido un deterioro en la producción de petrolíferos que hoy, en lugar de producir aquí, tiene que importar del extranjero.
Esas importaciones han hecho que la balanza petrolera de marzo, el último mes del que se tienen cifras, arrojara un déficit de mil 707 millones de dólares, luego de que ingresaron al país dos mil 341 millones de dólares por exportaciones de crudo y salieran cuatro mil 48 millones de dólares para importar gasolina, diésel, combustóleo y turbosina, entre otros petrolíferos.
Es así como el aumento de los precios internacionales del petróleo de los últimos meses no necesariamente tiene ya un impacto positivo ni en el país ni en las finanzas públicas; sobretodo si esos incrementos elevan el precio internacional de los combustibles.
El problema es además perjudicial a las finanzas públicas porque ante la decisión del presidente López Obrador de no permitir que los precios de la gasolina y diésel suban más de lo que crezca la inflación, entonces las arcas gubernamentales están recibiendo menos fondos de lo planeado por tener que bajar el monto del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IESP) que el gobierno cobra por la producción, venta o exportación de ese combustible.
Así, para Alejandro Limón, un investigador del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria, especializado en ingresos públicos del sector energético, los mayores precios del petróleo no representan, en sí, mayores ingresos a la Federación cuando las autoridades reducen los ingresos que podrían recibir por la comercialización de los petrolíferos que importa y vende Pemex.
En otras palabras, si los precios internacionales del crudo suben, como lo han hecho en lo que va del año, la recaudación del gobierno será sacrificada en pro de una de las promesas de campaña del actual presidente: gasolina barata.
“Un precio de 70 dólares por barril, en términos de finanzas públicas, no nos conviene. [Pero] No hay mucha alternativa. . .estamos en función de una regla de promesa de campaña”, dijo Limón, en una entrevista telefónica.
Fecha de publicación: 21/05/2019
Etiquetas: Crudo Energía México Pemex AMLO Petróleo EUA China