Conforme empobrece más Latinoamérica, más se cuestiona la democracia. Foto archivo.
Conforme empobrece más Latinoamérica, más se cuestiona la democracia. Foto archivo.

8 de may. (Bloomberg) -- La política de los dos países más grandes de Latinoamérica bien puede haber girado bruscamente hacia la derecha o la izquierda, pero sus economías van sin rumbo fijo.

     Las elecciones en Brasil y México del año pasado vieron cómo líderes en contra del sistema llegaban al poder cuando los votantes se tornaron en contra del mismo. Sus estancadas economías jugaron un papel importante en la revuelta, aunque la perspectiva de un rápido resurgimiento con los nuevos gobiernos se está desvaneciendo. En su lugar, los economistas han estado recortando los pronósticos de crecimiento de ambos países.

     Son los primeros días para el presidente brasileño Jair Bolsonaro, un ex capitán del ejército de extrema derecha; y Andrés Manuel López Obrador, un izquierdista que fue electo en México en su tercer intento.

     Sin embargo, sus persistentes problemas de apuntan a un problema más amplio. En los últimos cinco años, las economías latinoamericanas se han rezagado con respecto a los mercados emergentes y es la única región donde los niveles de vida realmente decayeron.

     Si bien la preocupación por el retroceso de la democracia es un fenómeno global, las juveniles instituciones de Latinoamérica podrían correr un riesgo especial, esto si los votantes deciden que los políticos de todos los puntos del espectro son igualmente incapaces de cambiar las cosas.

    Ahí mismo, la tercera economía más grande de la región es una advertencia. Durante dos décadas o más en Argentina, el poder ha oscilado entre los gobiernos favorables a los negocios y los populistas, mientras que la economía ha sufrido reiteradas recesiones con ambos casos.

    Ahora está en recesión, una que podría presagiar otra oscilación del péndulo en las elecciones de octubre, cuando el presidente Mauricio Macri, amigo del mercado, enfrente el probable desafío de su popular predecesora de izquierda.

 

“Sensación de fatiga”

“El tema vinculante en todos estos países es la sensación de que los sistemas políticos no están funcionando, una sensación de fatiga”, dijo Rafael de la Fuente, economista en jefe para Latinoamérica de UBS. “Eso es ciertamente cierto en Brasil y México. El rompimiento de lo que vino antes es visible”.

     “¿Podría ser Argentina el próximo?”, dijo. “Está en la misma sintonía”.

     Un estudio realizado por Latinobarómetro encontró que el apoyo a largo plazo para la democracia está en retroceso en los tres países. En Brasil cayó de 48% hace dos décadas a 34% el año pasado. Hubo descensos de similar magnitud en Argentina (desde un punto de partida más alto) y México.

 

Más allá de la economía

Los políticos todavía pueden entusiasmar al público, a juzgar por las elecciones del año pasado. López Obrador movilizó una mayoría sin precedentes para derrotar a los partidos que gobernaron y quebraron a México durante décadas. El Congreso de Brasil registró un cambio récord cuando una nueva generación de legisladores ganó escaños gracias a Bolsonaro.

     Hubo algo más que la economía detrás de las revueltas. En ambos países, los votantes expresaron igual o mayor repugnancia ante la creciente delincuencia y la corrupción. Las primeras señales son que los nuevos líderes lucharán para solucionar estos problemas profundamente arraigados.

     Las tasas de homicidios siguen aumentando en México, mientras que la familia de Bolsonaro se vio envuelta rápidamente en una investigación sobre sus propias finanzas.

     Las expectativas del crecimiento económico también están mermando.

     Los mercados se mostraron entusiasmados con el plan de Bolsonaro para reformar el sistema de pensiones de Brasil, una medida que podría ahorrar 250 mil millones de dólares en una década e impulsar el crecimiento al atraer más inversión privada. Ahora se muestran escépticos de que el presidente, que desprecia la negociación tradicional en una legislatura fragmentada, pueda lograrlo.

     La perspectiva de México se ha visto afectada por la preocupación de que la inversión empresarial pueda agotarse, después que López Obrador canceló un aeropuerto con valor de 13 mil millones de dólares y marginó temporalmente a los extranjeros de la industria petrolera. También pende una nube negra sobre el comercio, al estar aún estancada la reforma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte en el Congreso de Estados Unidos. La economía se contrajo inesperadamente en el primer trimestre.

     Todos estos contratiempos y la incertidumbre futura palidecen en comparación con el trauma que envuelve nuevamente a Argentina.

     Macri, quien prometió una recuperación duradera cuando fue elegido en 2015, ya ha presidido dos recesiones.

     Cristina Fernández de Kirchner, su predecesora, es probable que sea su principal rival en octubre. Muchos analistas culpan a sus políticas de libre gasto de los problemas actuales que enfrenta la economía.

    “Si Cristina regresa, creo que el sector privado será muy escéptico sobre las perspectivas de crecimiento”, dijo Eric Farnsworth, vicepresidente de Council of the Americas.

     Sin embargo, el intento de Macri para cambiar la situación, respaldado por préstamos récord, 56 mil millones de dólares, del Fondo Monetario Internacional, ha fracasado.

     Se pronostica que la producción se contraerá por un segundo año en 2019 (solo Venezuela, dominada por los disturbios violentos y casi congelada del comercio mundial, tiene una peor perspectiva entre las principales economías latinas). Las tasas de interés de Argentina están por encima de 70%, y la inflación ronda 50%.

 

Concurso de impopularidad

Ese es un trasfondo sombrío para la campaña de reelección. Kirchner, sumida en escándalos de corrupción, ya tiene sus propios problemas de imagen, pero una encuesta del mes pasado sugirió que Macri es aún más impopular, provocando un traspié del mercado.

     El populismo no es nada nuevo en ninguno de estos países --o exclusivo de ellos en este momento-- como lo demuestran el referendo Brexit y la elección de Donald Trump.

     Sin embargo, en el ciclo latinoamericano hay algo distintivo, dijo Christopher Sabatini, de Columbia University, que ha estado estudiando la región durante más de dos décadas. Su fase actual coincide con el fin del auge de las materias primas que dio al traste con los sueños de una emergente clase media.

     Cuando los países ganaban dinero fácilmente vendiendo petróleo crudo o soya, podían hacerse de la vista gorda ante las fallas estructurales de sus economías, que luego volvían a afectarlos.

     “Lo que estamos viendo es una incapacidad para abordar estos problemas más difíciles”, dijo Sabatini. Así que con el tiempo, bien podría “disminuir la creencia de la gente en el sistema democrático”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo                          

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Fecha de publicación: 08/05/2019

Etiquetas: Latinoamérica Política Democracia Brasil México Mercados Emergentes Sistema Elecciones Izquierda Derecha Resultados Economía Pobreza