El sueño libertario de Egipto engendró la dictadura del militar Al Sisi. Foto de archivo.
El sueño libertario de Egipto engendró la dictadura del militar Al Sisi. Foto de archivo.

28 de feb. (Dow Jones) -- Hace ocho años, protestas estallaron en la Plaza Tahrir de El Cairo, teniendo a una multitud de egipcios exigiendo el fin del gobierno autocrático y el canto del lema “Pan, libertad, justicia social”.

Pronto le siguió una feroz y alegre revolución, expulsando al temible dictador de mucho tiempo Hosni Mubarak y convirtiendo al país en un símbolo global de la rebelión popular. Pero para muchos egipcios, este es un amargo aniversario.

El presidente Abdel Fattah Al Sisi, el ex general que se convirtió en presidente de Egipto después del golpe de estado de 2013, promete que esas protestas nunca más volverán a suceder y ha llevado al país a la vanguardia de los resurgentes estados autoritarios.

“Ninguna de estas demandas se lograron. No hay pan, ni libertad, ni justicia social. Ni siquiera dignidad humana”, dijo Haitham al-Hariri, uno del pequeño grupo de miembros de la oposición en el parlamento nacional.

Las protestas de 2011 demandaron el fin del gobierno de tres décadas de Mubarak y lo obligaron a abandonar el poder. Hoy, los partidarios del régimen militar de Al Sisi están organizando una campaña para eliminar el límite del periodo presidencial consagrado en la Constitución --medida que podría permitirle gobernar a Egipto por tiempo indefinido, al igual que Mubarak.

Los levantamientos de la primavera árabe, personificados en la revolución egipcia de 2011, exigían la libertad política en una región dominada por autócratas.

Egipcios idealistas se enfrentaron a la policía de Mubarak, famosa por sus torturas y corrupción. De acuerdo con cifras oficiales, al menos 846 manifestantes fueron asesinados por las fuerzas de seguridad en 18 días. Los manifestantes egipcios inspiraron una serie de revueltas contra gobernantes opresivos en todo el mundo árabe.

Ocho años después, el gobierno de Al Sisi restringe la libertad de expresión más de lo que lo hizo Mubarak, encarcelando a miles de disidentes, ampliando la censura de los medios de comunicación y prohibiendo los partidos clave de la oposición.

Al Sisi expresa su afinidad con otros líderes, como el ruso Vladimir Putin, Mohammed bin Salman de Arabia Saudita y el chino Xi Jinping. Al combinar la represión política con el crecimiento económico, él ahora está tratando de darle vuelta a la página a una era de rebelión que dejó una huella profunda en el país más populoso del mundo árabe.

Tareq El Khatib, un gerente de ventas de bienes raíces con sede en El Cairo y cuyo hermano fue asesinado durante el levantamiento de 2011 dijo que “él está promoviendo todo el tiempo la idea de olvidar la revolución”.

La represión de Al Sisi no es una restauración del orden político que predominó con Mubarak. El gobierno actual ha reemplazado al grupo de empresarios civiles y leales al partido de la época de Mubarak por un régimen dominado por militares. Y a diferencia de Mubarak, Al Sisi no tiene un partido político central, dependiendo en cambio en las fuerzas armadas como su base de apoyo.

El régimen de Al Sisi recuerda con agudeza la energía revolucionaria de la Plaza Tahrir y está decidido a no permitir futuros levantamientos. Expertos señalan similitudes entre el Egipto de hoy y otras autocracias recién creadas en China, Rusia y Turquía, que también albergan fuertes inquietudes sobre el poder de las protestas impulsadas por las redes sociales y la indignación popular.

“Este es un tipo de fenómeno diferente, diferente en sus orígenes”, dijo Mona El-Ghobashy, experta en política egipcia de New York University. “Este es un régimen que existe para sofocar la protesta y la revuelta popular masiva”.

Al Sisi, ex jefe de las fuerzas armadas, llegó al poder después que el ejército expulsó al primer presidente nombrado democráticamente de Egipto, Mohammed Morsi, un miembro de la Hermandad Musulmana que era el grupo de oposición más grande del país bajo la tutela de Mubarak.

Morsi, quien fue elegido después de un período de transición posterior a Mubarak supervisado al ejército, enfrentó protestas durante su primer año en el poder, que culminaron en manifestaciones masivas que dieron pie al golpe de Estado de 2013.

Al Sisi pronto comenzó a reprimir a los opositores políticos. Él ha dicho que quiere evitar que se repita el levantamiento de 2011, argumentando que es la única alternativa al caos que afecta a países árabes como Libia y Yemen. El presidente Donald Trump y el secretario de Estado Mike Pompeo han elogiado el régimen de Egipto como un baluarte contra el extremismo que priva en Medio Oriente.

“Lo que sucedió hace siete u ocho años nunca volverá a suceder en Egipto”, dijo Al Sisi en un discurso de enero pasado. “Quien quiera entrometerse con Egipto y arruinarlo, primero tendrá que deshacerse de mí”.

Un portavoz de Al Sisi no respondió a una solicitud para que diera sus comentarios sobre los esfuerzos del presidente para extender su periodo en el poder y sus comentarios sobre el levantamiento de 2011.

Desde el golpe militar de 2013, Al Sisi ha dado a las fuerzas de seguridad del país la libertad para detener a los opositores políticos y acabar con la disidencia. Muchos activistas e intelectuales asociados con la revuelta de 2011 están en prisión o en el exilio.

El régimen de Al Sisi está preparado para reformar nuevamente el orden político de Egipto mediante la modificación de la constitución para permitir que el presidente permanezca en el poder más allá del límite actual de dos mandatos de cuatro años. Los miembros del parlamento egipcio dijeron que planean extender el mandato de Al Sisi, y los medios de comunicación estatales también están promoviendo la idea.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 28/02/2019

Etiquetas: Egipto Política Al Sisi Primavera Mubarak Morsi Golpe Estado Represión Disidencia Oposición Dictador