La Habana, Cuba, 24 de ene. (Dow Jones) -- Los dueños de empresas privadas de Cuba, que se han beneficiado por el creciente flujo de fondos y turistas provenientes de Estados Unidos con el gobierno de Obama, enfrentan la incertidumbre de si continuará tal afluencia --y también sus ganancias ganadas a pulso.

Donald Trump, el presidente electo de Estados Unidos, sugirió que se podrían revertir las acciones que el presidente Barack Obama emprendió desde 2014 para reducir el aislamiento económico del régimen de Raúl Castro impuesto por Washington.

El mismo Castro, por su parte, no ha ofrecido a la incipiente clase emprendedora de su país algún indicio de que tenga la intención de proseguir con las medidas que inició hace seis años para facilitarles el camino a algunas empresas privadas.

Un tercio de los cinco millones de trabajadores de Cuba participan ahora en el sector privado, incluyendo 522 mil propietarios de empresas, frente a 150 mil hace seis años. Gran parte del capital semilla de esos negocios provino de las remesas de sus familiares cubano-estadounidenses, flujo que se duplicó desde que el presidente Barack Obama asumió el poder en 2009.

Estos fondos ascendieron a tres mil 400 millones de dólares en 2015, el año más reciente del cual hay datos disponibles --más que los ingresos totales de exportación de Cuba, de acuerdo con Emilio Morales, director de Havana Consulting Group de Miami.

Para muchos de los restaurantes del país, hoteles bed & breakfast, salones de embellecimiento de uñas y cafés, los pilares de los ingresos son los más de 3.5 millones de turistas que ahora visitan la isla anualmente. Un número creciente de esos visitantes han llegado procedentes de Estados Unidos desde 2014, y a finales de 2015 Obama eliminó los límites en las remesas enviadas a los cubanos y el dinero que los ciudadanos de Estados Unidos pueden llevar consigo a la isla.

Sin embargo, las pequeñas empresas de Cuba conforman un sector frágil, susceptible a las políticas que imperan a ambos lados del estrecho de Florida.

Ser un empresario sigue siendo una lucha diaria en Cuba, un país con una economía altamente controlada y un gobierno que frunce el ceño ante la idea misma de acumular riqueza.

Los restauranteros buscan sus ingredientes en la Habana, mientras que los mecánicos buscan autopartes. Los permisos y las regulaciones son rigurosos, ya que el gobierno evita a propósito que los negocios se vuelvan demasiado grandes. Importar los ingredientes necesarios es casi imposible.

“Como negocio, nunca se sabe cuándo vas a quebrar y perderlo todo”, dijo Yaylen Vilches, de 25 años, quien dirige El Dandy, un café-restaurante.

Mientras que la estrategia de la administración Trump con relación a Cuba sigue siendo confusa, el presidente electo ha advertido que puede revertir la postura del gobierno de Obama hacia la isla, generando preocupaciones entre la clase capitalista emergente de la isla y por eso algunos empresarios ya están disminuyendo sus inversiones.

Yoandy Rizo, un arquitecto de 33 años, dijo que su firma con sede en La Habana ha crecido rápidamente en los últimos años, en gran parte gracias a los contratos para rediseñar restaurantes para turistas y renovar casas adquiridas por exiliados cubano-americanos. Dijo que la incertidumbre política recientemente llevó a un cliente a suspender un proyecto que le habría dado a él y a su equipo de carpinteros seis meses de trabajo renovando una vivienda.

“Así que tengo una crisis internacional en mis manos, debido a Donald Trump, pero también tengo una crisis interna”, dijo Rizo.

El mes pasado, más de 100 propietarios cubanos de negocios, desde restaurantes hasta salones de belleza de uñas publicaron una carta que le habían escrito a Trump pidiéndole que no aminorara las reformas de Estados Unidos.

“Como un exitoso hombre de negocios, estamos seguros de que entiende la importancia del compromiso económico entre ambas naciones”, dice la carta, dada a conocer en una conferencia de prensa realizada en el Capitolio.

El impacto de las personas y el capital de Estados Unidos en el país de 11 millones de habitantes ha sido trascendental y ha ido más allá de los elegantes hoteles donde las habitaciones cuestan cientos de dólares por noche, dijo Ted Henken, experto en economía cubana en Baruch College de Nueva York.

“Mucha gente evita los caminos trillados, hospedándose en casas privadas, tomando taxis privados, comiendo en restaurantes privados”, dijo, refiriéndose a los visitantes. “Eso ha significado un fuerte impulso para esa comunidad empresarial”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

Copyright © 2017 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 


Fecha de publicación: 24/01/2017

Etiquetas: Cuba Turismo Divisas Trump Política Embargo