13 de noviembre (Sentido Común) -- El Senado de la República aprobó por mayoría los seis artículos que faltaban para reformar la Ley Federal del Trabajo, uno de los cambios legales más importantes para el desempeño económico futuro de México.

     La aprobación es una victoria para el presidente saliente, Felipe Calderón, y para el presidente electo, Enrique Peña Nieto. Ambos políticos apoyaron y buscaron reformar la legislación laboral a fin de dotar a México de un marco legal moderno para mejorar las relaciones obrero-patronales.

     Para muchos era absurdo que la legislación laboral no hubiese sufrido reformas en cuatro décadas a la luz de las transformaciones que ha experimentado la economía mexicana en ese lapso, sobre todo por su apertura económica y globalización. La ley, concluían, era un obstáculo para el desarrollo del país y había tenído un impacto negativo sobre la creación de empleos formales.

     En México, cerca de 29% de la población económica activa trabaja en el sector informal, el cual no ofrece ninguna prestación, como lo es la seguridad social. 

     Con la aprobación de los seis artículos, que recibieron el visto bueno la semana pasada en la Cámara de Diputados, la llamada reforma laboral se convertirá en ley tan pronto y la firme el presidente Calderón.

     Yo creo que esta nueva ley "va a generar más empleo formal. . . Era impostergable la necesidad de esta reforma" que ya se logró, dijo Oscar de la Vega, socio del despacho Litter, De la Vega, Conde. "La forma de hacer que se generen más empleos formales era flexibilizar la ley laboral".

     Con respecto a los dos artículos que añadieron y aprobaron los 65 senadores de los partidos Acción Nacional (PAN), De la Revolución Democrática (PRD), Del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC) para intentar hacer más responsables a los líderes sindicales de sus actos frente a sus agremiados, y que los diputados habían excluido, regresarán de vuelta a la Cámara Baja para su discusión y análisis en el próximo periodo de sesiones.

     Los 61 senadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Verde Ecologista de México (PVEM) y del Partido Nueva Alianza (Panal) votaron en contra de esos dos artículos.

     Es poco probable que esas propuestas se conviertan en ley, como el resto de los cambios aprobados, ya que los diputados muy probablemente los vuelvan a rechazar o los congelen ante la imposibilidad de reconciliar sus diferencias con los senadores.

     Los dos artículos que quedaron en limbo trataban de dar a los trabajadores la posibilidad de rechazar el contrato colectivo de trabajo que firmen sus líderes. Un derecho que para algunos podría generar inestabilidad laboral al interior de las empresas. Sobre todo porque lo negociado con los líderes podría ser derrotado cuando se presentara a votación de todos los agremiados.

     Si esto ocurriera, tendría que darse una ronda más de negociaciones, lo que distraería recursos de las compañías, además de que podría prolongar esas negociaciones de forma casi indefinida.

     Claro que para los defensores, esos artículos forzarían a los líderes a negociar en buena fe en nombre de sus agremiados o ver rechazados sus esfuerzos.

     Para los especialistas, uno de los problemas de Ley del Trabajo, hasta antes de esta reforma, era su rigidez, sobre todo en cuanto a las formas de contratación que podían ofrecer los empresarios a los trabajadores.

     También daba demasiados privilegios a líderes obreros y empresariales, en detrimento de los trabajadores.

     Con las reformas, aprobadas con 99 votos a favor y 28 en contra, esas prerrogativas quedan semi-acotadas. Los líderes sindicales o empresariales ya no podrán tan fácilmente generar contratos de extorsión o de protección, como ocurría con frecuencia hasta ahora.

     El hecho que los líderes sindicales tengan que ser electos por votación libre y secreta, ya sea de forma directa o indirecta, hace que sus representados gocen de mucho mayor poder para exigir cuentas a sus líderes o incluso que en verdad los representen, algo que parecería normal pero que con frecencia no sucede en el mundo laboral mexicano.

     También el hecho que las reformas forzarán a las dirigencias sindicales a publicar en internet los contratos colectivos de trabajo hará que sus representados puedan revisar lo que firmaron y llamar a sus líderes a cuenta si ese contrato va en su contra.

     Los líderes sindicales tendrán así un camino más difícil para extorsionar a una compañía con la amenaza de huelga si no le brinda la titularidad del contrato colectivo, ya que los supuestos representados pueden votar en contra de sus dirigentes al ver que el único beneficiado de la firma del contrato colectivo fueron ellos.

     Los empresarios también tendrán menos poder para explotar a sus trabajadores, con el apoyo de un pseudo-lider sindical. De ocurrir esto los trabajadores podrán reemplazar a ese líder en una votación libre y secreta.

     Con las reformas, este tipo de prácticas serán mucho más difíciles de ejecutar, aunque la reforma no garantía que no vayan a ocurrir. Los llamados sindicatos blancos o charros podrían comenzar a declinar, al tiempo que muy probablemente también comiencen a desaparecer a lo largo del tiempo los contratos de extorsión.

     Con los cambios a la Ley del Trabajo, que fueron respaldados por los senadores del PRI, PAN, PVEM y Panal, los especialistas creen que México da un paso crucial para convertirse en una economía más moderna, abierta y democrática.

     "Yo estoy muy contento porque mandas un mensaje de que el país se está moviendo", dijo De la Vega.

     Los inversionistas, gracias a las reformas, verán menos riesgos para invertir en México, al gozar de mejores instrumentos para defenderse de líderes sindicales extorsionadores.

     Los empresarios podrán también implementar una estrategia de contratación más flexible que se acople mejor a sus necesidades, así como a la de los trabajadores. Por ejemplo, un empleado podrá gozar ahora de un trabajo de medio día con prestaciones, mientras se dedica también al hogar tras el regreso a casa de sus hijos.

     Bajo las reformas, también se regulariza de forma más clara el trabajo en domicilio o también llamado teletrabajo. Esto podrá representar enormes ahorros en transporte, vestimenta y alimentación al trabjador al permitirle desempeñarese desde su hogar.

     Los trabajadores sindicalizados ya no temerán ser expulsados del sindicato y al mismo tiempo despedidos de las empresas sin prestaciones luego que los legisladores eliminaron la cláusula de exclusividad que gozaban y explotaban los líderes sindicales para atemorizar a sus agremiados.

     Las empresas también temerán menos que una huelga prolongada las lleve a la quiebra. Con la reformas, se limita el pago de los salarios caídos a un año del paro laboral, más el interés sobre una masa salarial.

     Esto muy probablemente forzará a los líderes sindicales a negociar un acuerdo laboral, en lugar de prolongar por tiempo indefinido el conflicto. Los dirigentes y los trabajadores ya no gozarán del pago de los salarios si mantienen la huelga por más de un año.

     Esto también aplica para cuando se da una disputa entre una empresa y un trabajador que se prolonga por más de un año. Aún cuando el tribunal falle a favor del trabajador por un despido injustificado, el pago de salarios caídos se limita a un año.

     En México el promedio de duración de las disputas laborales es de 38 meses, de acuerdo a estadísticas de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje.

     En esencia, la reforma desincentiva a los líderes, a sus abogados laborales y a los trabajadores en lo individual a prolongar los pleitos de manera indefinida. Ahora, tendrán un incentivo contrario para terminar el conflicto laboral en un año para no perder el pago de los salarios llamados caídos.

     Las reformas también protegen mucho más a los trabajadores de conductas inapropiadas en sus lugares de trabajo, como es el abuso sexual. También crean el concepto de Paternidad, por el cual el padre de un recién nacido gozara de 10 días de licencia.

     Claro que para quienes se opusieron a las reformas, los legisladores del PRD, PT y MC, los cambios aprobados son un retroceso. Desde su perspectiva dan exageradas ventajas a los empresarios en detrimento de los trabajadores y el salario.

     "Estamos ante una enmienda que empeora las condiciones y calidad de vida de los trabajadores y de sus familias porque plantea hacer competitivas a las empresas a partir de abaratar la mano de obra y cancelar derechos laborales, además que sólo generará sub-salarios, sub-prestaciones y sub-beneficios para los empleados”, dijo la senadora Alejandra Barrales del PRD al criticar las reformas, sin ofrecer ejemplos de porque sucedería esto.

     A lo largo de las discusiones, los senadores y diputados de las llamadas izquierdas fueron incapaces de demostrar claramente cómo es que los cambios a la ley serán en detrimento de los trabajadores y los salarios. Los pretextos que usaron para oponerse a la reforma laboral eran más bien de tipo ideológico, sin un claro sustento en función a la redacción de los cambios legales.

     “Qué competitividad vamos a tener en este país con una población muerta de hambre, qué competitividad con una población en pobreza; lo único que van a lograr es acabar con el mercado interno porque es una reforma que atenta contra la justicia social”, dijo el senador Manuel Bartlett del PT.

     Algunos analistas criticaron posturas como la de Bartlett dado que su oposición parecía ser solo una caja de resonancias de viejas consignas. El senador, por ejemplo, nunca explicó con claridad porque la aprobación de la reforma laboral desembocaría en esos escenarios tan negativos para los trabajadores. 

     El senador Alejandro Encinas, ex jefe de gobierno de la capital del país, hizo eco de esas críticas y tampoco ofreció sustento a su oposición.

     “Estamos llegando, sin lugar a dudas, a la consumación del mayor agravio que hayan vivido los trabajadores mexicanos desde 1917”, dijo en el Senado, en lo que para algunos fue un claro desplante de retórica populista sin respaldo concreto.

     Incluso senadores de izquierda moderados criticaron la reforma sin ofrecer, al menos en su exposición, una clara explicación de porque sucedería lo que preveían que iba a ocurrir de modificarse la Ley del Trabajo.

     “Estamos pidiendo a trabajadores mexicanos que sigan perdiendo poder adquisitivo para crecer más, pero no seremos un país más productivo cuando se niegan condiciones de salud y de educación necesarias para ser un capital humano productivo”, dijo el senador del PRD y ex secretario de Finanzas y Educación del Distrito Federal, Mario Delgado.

     De los seis artículos aprobados, cuatro habían ya recibido el visto bueno de los senadores al inculcar mayor transparencia a las actividades sindicales.

     Por lo que se refiere a la democracia sindical, los senadores del PAN, PRI, PVEM y Panal lograron conciliar sus diferencias al aceptar que la elección de los líderes sindicales se llevara a cabo en votaciones libres y secretas, ya fuese de forma directa o indirecta.

     Para los legisladores de esos cuatro partidos, el añadir la forma de votación indirecta, al método libre y secreto, resolvió las discrepancias que habían manifestado anteriormente y que habían sido también reconciliadas en la Cámara de Diputados.

     Sobre la rendición de cuentas esos cuatro partidos alcanzaron un acuerdo al establecer que los dirigentes sindicales deberán rendir cuentas a sus agremiados de los ingresos sindicales, incluyen el manejo de las cuotas sindicales, cada seis meses en lugar de cada mes.

     Donde no se pusieron de acuerdo los legisladores de esos cuatro partidos fue en la reforma que buscaba forzar a los líderes sindicales a ratificar con sus agremiados los contratos colectivos negociados.

     En este punto, el PAN se asoció con el PRD, PT y MC para aprobar esos artículos y vencer así a los senadores del PRI, PVEM y Panal.

     Sin embargo, dado que los diputados habían derrotado la inclusión de esas reformas y dado que el Senado votó al revés, los dos artículos regresarán a la Cámara Baja para su discusión en el siguiente periodo de sesiones.

     Ahora bien, como la Cámara de Diputados y la de Senadores aprobaron por mayoría el envío de lo aprobado al poder Ejecutivo, la reforma laboral se turnó a la Oficina de la Presidencia para su firma y publicación.

     La aprobación de la reforma laboral augura además la posibilidad de que en el futuro otros cambios estructurales que requiere México sean aprobados. Tal es el caso de la necesidad de abrir más la industria petrolera al capital privado. La cual podría ver la luz si se negocian bien entre las distintas fuerzas políticas que conforman el Congreso de la Unión, principalmente entre el PRI y el PAN.

     Peña Nieto, quien tomará posesión el 1 de diciembre, pertenece al PRI y muy probablemente continuará buscando coincidencias con el PAN para avanzar en su agenda legislativa.

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Fecha de publicación: 13/11/2012