La evolución humana para llegar a una vida longeva podría explicarse por la necesidad de los adultos mayores para transmitir enseñanzas fundamentales a las generaciones más jóvenes. Foto de archivo.

Al igual que los niños, las personas mayores necesitan cuidados especiales. La crisis actual ha hecho esto vívido. Millones de personas han transformado sus vidas, quedándose en sus casas, usando tapabocas, practicando el distanciamiento social, para proteger a sus padres y abuelos vulnerables, así como a otros ancianos que ni siquiera pueden ver.

     Pero esto plantea una desconcertante paradoja científica. Sabemos que los seres humanos están formados por las fuerzas de la evolución y la selección natural. Entonces, ¿por qué evolucionamos para ser vulnerables durante un período tan largo de nuestras vidas? ¿Y por qué los humanos fuertes y capaces en la flor de la vida dedican tanto tiempo y energía al cuidado de aquellos que ya no son tan productivos? Los chimpancés rara vez viven más de 50 años y no hay un equivalente de chimpancé en la menopausia. Pero incluso en las culturas de cazadores-recolectores sin la medicina moderna, si logras superar la infancia, es muy posible que vivas hasta los 70 años. La vejez, la cognición y la cultura humanas evolucionaron juntas.

     Un nuevo número especial de Philosophical Transactions de la Royal Society dedicado a "Historia de la vida y aprendizaje", que coedité, reúne a psicólogos, antropólogos y biólogos evolutivos para tratar de responder a estas preguntas.

     Los humanos siempre han sido "recolectores de extracción", utilizando técnicas complicadas como la caza y la pesca que nos permiten encontrar calorías adicionales en casi cualquier ambiente. Nuestros grandes cerebros lo hacen posible, pero necesitamos cultura y enseñanza que nos permitan desarrollar habilidades complejas durante muchas generaciones.

     En el número especial, Michael Gurven de la University of California en Santa Bárbara y sus colegas argumentan que las personas mayores pueden tener un lugar especial en ese proceso. Muchas habilidades de alimentación requieren años de práctica: los cazadores no alcanzan su punto máximo hasta que tienen 30 años.

     Pero es difícil practicar una habilidad y enseñársela a otra persona al mismo tiempo. (Los panqueques de los domingos tardan el doble cuando los niños ayudan). El profesor Gurven y su equipo descubrieron que, matemáticamente, la mejor estrategia evolutiva para desarrollar muchas habilidades complejas es que los viejos enseñen a los jóvenes. De ese modo, los mejores artistas de primer nivel de la vida pueden concentrarse en hacer las cosas, mientras que los estudiantes jóvenes se combinan con maestros mayores, más informados, pero menos productivos.

     Los investigadores analizaron más de 20 mil observaciones recolectadas de 40 ubicaciones diferentes, y encontraron este patrón en muchas culturas diferentes de caza y recolección. Los niños tenían más probabilidades de aprender de otros niños mayores o de ancianos. Los abuelos no eran proveedores tan fuertes o efectivos como los de 30 años, pero era más probable que fueran maestros.

     Esto puede explicar por qué los humanos evolucionaron para tener una larga vejez: las ventajas de la enseñanza seleccionada para esos años extra de vida humana. Desde una perspectiva evolutiva, cuidar a los humanos vulnerables en cualquier extremo de la vida permite que todos los humanos prosperen.

     La pandemia nos ha hecho darnos cuenta tanto de la importancia como de la dificultad de este tipo de atención. En la sociedad más rica de la historia, el trabajo de cuidar a los viejos y los jóvenes implica poco dinero y menos estatus. Los ancianos a menudo están aislados. Quizás después de la pandemia apreciaremos mejor la profunda conexión entre jóvenes aprendices brillantes y frágiles y viejos maestros sabios y vulnerables, y volveremos a reunir a los nietos y abuelos nuevamente.


Fecha de publicación: 02/07/2020