La imaginación, antitesis de todo lo que se comparte y sus inspirados creadores. Foto archivo.

Cuando a las personas se les ocurren ideas fantásticas como bicicletas, patines del diablo y, más recientemente, autos que se comparten, éstas arrogantemente ignoran a las decenas de millones de personas que ya tienen autos y bicicletas.

     Además, ni en sueños viajaríamos por las peligrosas calles de Nueva York, San Francisco o Washington, DC, en una bicicleta, arriesgando literalmente nuestras vidas. En eso exactamente reside la locura.

     Pero hay muchas otras áreas donde el concepto de compartir podría encontrar un mercado más grande y receptivo. Considere un servicio de intercambio de paraguas metropolitano. Los visitantes de Seattle no quieren estar cargando esos estorbosos paraguas desde sus hogares ubicados en el este de la ciudad. Entonces, ¿no sería más barato y fácil tomar prestado un paraguas en una esquina y dejarlo en otra?

     Tengan en cuenta que estos serían paraguas robustos y resistentes al viento, no la basura barata que los vendedores ambulantes, materializándose de la nada, promueven desaforados por las calles de Manhattan cuando inician repentinamente las tormentas. Los verdaderos paraguas simplemente son demasiado grandes y voluminosos como para andarlos cargando todo el tiempo. Los paraguas omnipresentes podrían ser la respuesta a dicho problema.

      La premisa subyacente de la industria del intercambio es que las personas solo pueden necesitar una bicicleta por un período relativamente corto. Bueno, ¿no ocurre lo mismo con las barredoras de nieve, cortadoras de césped o las parrillas? De hecho, ¿con qué frecuencia la mayoría de los hombres solteros y jóvenes necesitan una aspiradora? Yo diría una o dos veces al año, cuando mucho. Con los chicos de fraternidad, incluso eso podría ser una exageración.

     Tampoco hay alguna razón por la que los servicios compartidos deban limitarse a las máquinas. A menos que viva en un lugar como Chicago, Syracuse o Anchorage, es posible que solo necesite un sombrero una docena de veces al año. Y en el ambiente informal de los lunes, martes, miércoles, jueves y viernes actuales, no necesita una corbata a menos que vaya a una boda, a una entrevista de trabajo o a una reunión con su oficial de libertad condicional. Una empresa de reciente creación como Hats ‘n’ Cravats’ le permitiría comprar un gorro o una corbata sólo cuando lo requiera.

     Y sí, en lugares tales como Brooklyn y Portland, Oregon, la empresa también alquilaría gorras tejidas y boinas.

     Estados Unidos está lleno de músicos amateurs que llevan guitarras cuando viajan. Si estás de viaje por unos días y quieres mantener tu destreza bien afinada, entonces necesitarás un gran Gibson F-hole o una Martin D-35, tal vez incluso una Strat. La recoges, la tocas por unas horas y la dejas en cualquier lugar. Para los músicos menos dotados, Urban Ukes colmaría la misma necesidad.

     ¿Hasta dónde puede extenderse la industria del intercambio? Obviamente, los vehículos todo terreno (ATVs, por sus siglas en inglés), las motos acuáticas e incluso las casas flotantes son una gran posibilidad. Pero la verdadera recompensa en compartir servicios probablemente radique en alquilar artículos más pequeños y menos difíciles de manejar.

     CitiColander, Municipal Mixing Bowl y Evanescent Egg Beater satisfarían las necesidades de las personas que rara vez necesitan acceso a equipos de cocina. Y para los vegetarianos en dificultades por la repentina e inesperada llegada de invitados carnívoros, los cuchillos para bistec compartidos fácilmente podrían agregarse a la mezcla.

     Muchos jóvenes que no tienen un 401k o un Roth, pero que les encantaría poder mostrar cierta evidencia de conocimientos financieros cuando mamá y papá llegan de visita. Kiosk Keoghs manejaría esa situación. Lo mismo ocurre con Share-a-SEP.

     Por razones similares, las personas crónicamente solitarias se beneficiarían de un servicio de personas de compañía, séquitos y posesiones por hora. Los préstamos para las personas que prefieren hacer las cosas por sí mismos serían un sueño hecho realidad, en especial para los tímidos, ninis y auto-reclusos que llevan vidas de desesperación silenciosa. ¿Por qué molestarse en hacer amigos cuando simplemente podrías alquilar si compañía?

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 04/07/2019