Hotel Mumbai' (‘Hotel Mumbai, El Atentado’) es una aterradora recreación de un evento terrorífico, el ataque de 2008 al Taj Mahal Palace Hotel de Bombay durante un asalto a toda la ciudad por parte de 10 miembros de un grupo terrorista islámico con sede en Pakistán.

Como una cinta de terror es eficiente y técnicamente competente. Sin embargo, en este momento tan sombrío, cuando nos asaltan los informes de tiroteos masivos e imágenes de masacres angustiosas, ¿cómo justificamos ver más de lo mismo como entretenimiento a menos que nos diga algo que no sabíamos?

La historia, una versión ficticia del documental de 2009 ‘Surviving Mumbai’, nos recuerda cuán vulnerables somos; esto no es exactamente una revelación, pero vale la pena verla.

Sin embargo, en su mayor parte, la pantalla está llena de jóvenes asesinos con armamento pesado en una masacre salvaje, y de los momentos heroicos genéricos de suspenso que se producen --miembros del personal del hotel tratando de proteger a cientos de invitados, algunos de los cuales intentan salvar a su seres queridos de los disparos y granadas de los terroristas.

El suspenso empieza desde la primera escena, cuando los yihadistas llegan por mar al puerto de Bombay, bajan de sus balsas de goma, caminan un poco, toman taxis a sus destinos como si fueran turistas ocasionales y comienzan a ejecutar su implacable plan.

Un grupo ingresa al Taj con algunos civiles que, aterrorizados por el caos sembrado por otros grupos en otras partes de la ciudad, han llegado al venerable hito en busca de refugio. Una vez dentro, enfrentan a un esplendor que apenas pueden comprender.

El director fue Anthony Maras, en su debut. El guion fue escrito por John Collee y Maras.

 Para nosotros, es un espectáculo de altibajos con huéspedes privilegiados que tienen todas sus necesidades satisfechas, si no es que anticipadas por el personal del hotel, tan bien capacitado como deferente.

Para los empleados de la clase trabajadora, el mantra con el que se vive es “el huésped es dios”.

Solo dos de ellos ocupan un lugar destacado en la acción: un camarero de espíritu dulce, Arjun (Dev Patel), y el jefe de cocina del hotel, Oberoi (Anupam Kher); un personaje secundario que se convierte en la figura más memorable de la película, únicamente en virtud de la imponente actuación de Kher.

 Los únicos invitados que se acercan a la realidad de carne y hueso son una pareja con un bebé recién nacido, David, interpretado por Armie Hammer, y Zahra, personificada por Nazanin Boniadi. Amandeep Singh interpreta a Imran, uno de los terroristas.

La película es un intento superficial y poco asesorado de humanizar a Imran; no está bien orientado, no porque sea menos humano, sino porque la fabricación de un terrorista es el tema de otra película con preocupaciones más amplias y sabias que esta.

Siempre es injusto pedirle a una película que sea algo que no es: ‘Hotel Mumbai’ estaba destinada a ser una cinta de terror donde predomina la acción, y eso es lo que es, para bien o, sobre todo, para mal.

De todos modos, no puedo resistirme a mencionar un aspecto auténticamente inspirador del evento que el guion apenas insinúa y que luego relega a unas cuantas palabras en una tarjeta del título durante los créditos finales.

Es la asombrosa entrega mostrada por el personal del Taj durante el horror, no solo algunas almas buenas como Arjun, interpretado por Patel, llevando a los huéspedes a un lugar seguro, sino a cientos de trabajadores que, sin excepción, se desempeñaron magníficamente, eligiendo la seguridad de sus huéspedes sobre la suya. y, en algunos casos, sobre la de miembros de su familia que trabajaban en otros lugares del hotel.

El por qué lo hicieron es casi tan alentador como el cómo lo que hicieron. Es un tema que se ha estudiado ampliamente desde entonces y que constituye una buena noticia que merece repetirse sobre las raíces del comportamiento altruista y la persistencia del altruismo en nuestras vidas.

   El comportamiento del personal del Taj no fue moldeado por el mantra “el huésped lo es todo"; éste reflejaba la filosofía de reclutamiento de personal de los propietarios del hotel, House of Tata.

En lugar de ocupar puestos menos calificados con candidatos que habían obtenido las mejores calificaciones, o que hablaban el inglés más fluido, los reclutadores eligieron trabajadores conocidos en sus escuelas y comunidades por cualidades como la amabilidad, la humildad, la alegría, la honestidad y la consideración por los demás. Y así  consiguieron más de lo que buscaban.

Cuando el pandemonio se desata en el hotel, el espíritu del personal, en efecto, se hace realidad –tanto así que 11 empleados de Taj Mumbai, o un tercio de los que murieron en el hotel-- perdieron la vida protegiendo a sus huéspedes.

Todo eso --el reclutamiento, el entrenamiento y la prueba de fuego de un trabajador-- sería el tema de otra película, una que me encantaría ver.

Traducido por Michelle del Campo  

Editado por Luis Felipe Cedillo

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Fecha de publicación: 18/06/2019