5 de sep. (Sentido Común) -- El plan del presidente electo Andrés Manuel López Obrador de edificar una nueva refinería y modernizar las seis que tiene actualmente el país para aumentar la producción de combustibles recibió una fría recepción no sólo de observadores externos, sino incluso de uno de los principales miembros de su equipo económico.

     Si bien Gerardo Esquivel, el futuro subsecretario de Egresos de la Secretaría de Hacienda, no fue per se crítico de esos planes, sí dejó entrever, al participar en un foro organizado por la agencia calificadora Moody’s Investors Service, que el próximo gobierno no permitirá inversiones de la empresa petrolera estatal, Petróleos Mexicanos, que incrementen el nivel actual de su deuda.

     La razón de ello es que la administración entrante está comprometida --ante todo-- con mantener finanzas públicas sanas, incluso a costa de programas no sólo de inversión, como podría ser la nueva refinería, sino incluso de programas sociales, como podría ser la ayuda de los jóvenes que no cuentan con empleo y han sido rechazados de alguna universidad, que son prioridad para el próximo gobierno de López Obrador.

     “Si no se logran los ahorros que estamos previendo, el gobierno ajustará programas y gastos”, dijo el doctor en economía, con 52 años en el foro de Moody’s. Para nosotros “es importante que los niveles de deuda de Pemex no crezcan”.

     Pemex podría obviamente encontrar otras fuentes de financiamiento para poder llevar a cabo su programa de modernización de sus seis refinerías o para incluso construir una séptima.

     A diferencia del pasado, la petrolera estatal cuenta hoy con nuevas posibilidades para hacerse de capital y llevar a cabo esos planes, como podrían ser asociaciones con empresas privadas interesadas en edificar una nueva refinería en México, o en participar, como socios, en las que ya tiene la compañía.

      Esta posibilidad, junto con la de colocar algún tipo de instrumento financiero en el mercado de valores, como podría ser una fibra-e, para hacerse de recursos para inversión, existen gracias a la apertura del sector energético nacional a los capitales privados, nacionales y externos, que permitieron las reformas legales y constitucionales de 2013 y 2014.  

     Sin embargo, expertos externos no creen que Pemex deba usar cualquier recurso de inversión que tuviera para edificar una nueva refinería, o incluso para modernizar las existentes, ya que dentro del abanico de oportunidades de negocio que tiene hoy la petrolera la refinación no es precisamente una actividad de alta rentabilidad, como si lo es la exploración y la extracción de crudo y gas.

     “Pemex, que tiene muchas necesidades de inversión, debe ser selectiva”, dijo Nymia Almedia, vicepresidenta senior de finanzas corporativas de Moody’s, en una conferencia de prensa durante el foro, agregando que si Pemex construye la refinería con deuda eso presionaría las finanzas de la empresa.

     Incluso, Almedia dijo que ella ve difícil que Pemex pueda convencer a una empresa privada para asociarse en el proyecto de edificación de una nueva refinería por la baja rentabilidad del mismo. Las refinerías, agregó, dependen mucho, para ser rentables, del volumen de venta de los combustibles que produzcan.

     De ahí que Moody’s dijera durante su foro que el plan de construcción y remodelación de refinerías del nuevo gobierno es preocupante por el posible impacto negativo en las finanzas de la empresa estatal, que eventualmente se vería reflejado en las finanzas gubernamentales.

     Claro que la calificadora no está aun altamente preocupada por esa posibilidad dado que los planes de inversión toman, por lo general, tiempo en ser preparados y más en ser ejecutados, por lo que falta ver que decisiones tomará el nuevo gobierno en materia de política energética cuando entre en funciones el próximo 1 de diciembre.

     De ahí que Moody’s estime que el posible impacto negativo en las finanzas de Pemex y del país por mantener o no los planes de construir una nueva refinería y modernizar las seis existentes no se podrá medir sino hasta el próximo año cuando el equipo de López Obrador tome las decisiones concretas ya en el poder.

     Lo que los especialistas de Moody’s si cuestionaron fue el motivo fundamental detrás del deseo de López Obrador de incrementar la producción de combustibles: reducir la dependencia energética del México.

     Actualmente, México importa casi dos terceras partes de los combustibles que consume, algo que al futuro presidente de México le gustaría reducir.

     Sin embargo, para los expertos de Moody’s esa dependencia si bien no es deseable, tampoco es altamente preocupante, no sólo por el exceso de producción de combustibles que existe hoy en los mercados internacionales, algo que prácticamente blinda los suministros al país, sino porque es poco probable que algunas de las principales empresas vendedoras de combustibles a México --muchas de ellas estadounidenses-- tengan una motivación perversa de dejar de abastecer combustibles al país para generar problemas sociales en la segunda economía más grande de América Latina.

     En otras palabras la “dependencia energética" de México no parece ser tan riesgosa como algunos creen o temen.

 

* César Pérez colaboró con la elaboración de esta historia.




Fecha de publicación: 05/09/2018

Etiquetas: México economía gobierno petróleo López Obrador Moody´s refinación crudo combustibles