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24 de ene. (Sentido Común) -- Varios analistas económicos han debatido si existe en el horizonte algún “bache” que podría descarrilar la economía estadounidense, la mayor del planeta y que al menos hasta ahora parece haberse alejado de esa posibilidad.
Para los que no descartan esa posibilidad, existen un buen número de escenarios o eventos que, a pesar de no estar ahora en el horizonte, podrían repentinamente poner de nuevo en la cuerda floja a la económica estadounidense y quizás global, como un renacimiento de la guerra comercial, que hoy se ve menos probables, entre Washington y Beijing tras alcanzar un acuerdo de primera fase.
También, un posible recrudecimiento de las tensiones geopolíticas en el Medio Oriente, que al parecer están hoy menos presionadas luego de que no se cristalizó el conflicto bélico entre Irán y Estados Unidos, luego del asesinato que orquestó este último país de un comandante elite iraní.
Finalmente, también un elemento que podría descomponer el panorama económico estadounidense podría ser la destitución del presidente estadounidense Donald J. Trump, algo que hasta ahora nadie contempla y que los mercados han ignorado.
Aunque los casos anteriores desataron ya escenarios de volatilidad en los mercados financieros cuando surgieron, ninguno fue de tal magnitud que provocara una crisis financiera, como la que sí vivió Estados Unidos y posteriormente el mundo en 2008 y 2009 cuando colapsó el sector inmobiliario de ese país.
“La expansión económica no termina por vejez, se requiere de un gran bache en el camino” para que llegue a su fin, dijo Bludeford Putman, director gerente y economista en jefe del Chicago Mercantile Exchange Group, en un video.
Si bien ese fin no ha llegado, Estados Unidos tampoco tuvo el año pasado un desempeño económico sorprendente, en cuanto a su tasa interna de crecimiento; aun cuando sí registró la tasa de desempleo más baja de los últimos 50 años (3.5%), al mismo tiempo que la inflación se mantuvo por debajo de la meta de la Reserva Federal (Fed) de 2%.
Frente a estas condiciones, los expertos aún no contemplan en sus escenarios base que la recesión de Estados Unidos llegue, por lo menos no en un par de años más. Aunque si anticipan que los datos van a ser cada vez menos favorables y no descartan eventos inesperados que podrían generar un mayor deterioro.
Jim O'Sullivan, jefe de estrategia macro para Estados Unidos de la financiera TD Securities, prevé, por ejemplo, una modesta desaceleración económica este año, ocasionada principalmente por menor avance del empleo, por menores ingresos y gastos de los trabajadores y sus hogares, y por una inversión empresarial aún más cautelosa y una reducción en los márgenes de sus ganancias corporativas.
“La economía se está desacelerando con seguridad”, dijo O’Sullivan, en un reporte citado por el portal MarketWatch. “Más fundamentalmente, creemos que la expansión que lleva más de una década está mostrando algunas tensiones, con ganancias restringidas por un mercado laboral más ajustado”.
Claro que otros creen que un elemento que podría cambiar el panorama y al que hay que prestar atención es el rápido aumento de la deuda global.
En el primer semestre de 2019, esa deuda alcanzó un récord de 250.9 billones de dólares, como reflejo de mayores préstamos solicitados por Estados Unidos y China, de acuerdo con datos del Institute of International Finance (IIF), que es la asociación mundial de instituciones financieras que surgió en respuesta a la crisis de la deuda internacional que empezó en 1981.
De hecho, el Fondo Monetario Internacional (FMI) advirtió el año pasado que casi 40%, o alrededor de 19 billones de dólares, de la deuda corporativa en las principales economías --como Estados Unidos, China, Japón, Alemania, Inglaterra, Francia, Italia y España-- corría el riesgo de incumplimiento de pago en caso de un cambio de rumbo, lo que a su vez podría dar origen a otra recesión global.
“La liquidez en los mercados crediticios se ha reducido drásticamente desde la crisis financiera, mientras que los niveles de deuda han seguido aumentando en los últimos años. Un impacto en el crédito podría generar temores sistémicos”, dijo Esty Dwek, jefa de estrategia de mercados globales de Natixis IM, en un reporte.
Las bajas tasas de interés en el mundo han sido las principales catalizadoras para que la deuda aumente en varios sectores de la economía y en varios países, algo que podrían lamentar más adelante tanto las personas como las instituciones si hay un cambio repentino --aunque poco probable-- en la dirección de esas tasas.
La economía mundial ya experimentó las consecuencias de endeudamientos desorbitados de individuos, principalmente a través de hipotecas, o de naciones, a través de la emisión o compra de bonos respaldados por las hipotecas que asumen los individuos para la compra de viviendas.
Durante 2019, el banco central estadounidense recortó 0.75 puntos porcentuales el rango de su tasa de interés de referencia para dejarla de entre 1.75 y 1.50%. Pero para algunos analistas un retorno de los temores al mercado, no sólo podría generar incumplimientos, sino incluso dejar a las autoridades con pocas herramientas para contrarrestar el descarrilamiento económico.
“La próxima recesión podría ser especialmente difícil de manejar para la Fed”, agregó Putman, argumentado que los recortes de las tasas del banco central, dado su nivel actual, ya no serían suficientes.
La razón de ello es que cuando las empresas perciben que sus ganancias se están reduciendo, recortan sus gastos y no piden dinero prestado, pese a que las tasas de interés puedan ser de 0%, o hasta negativas, ya que no tienen confianza en que la situación vaya a cambiar, al menos en el corto plazo.
Aunque es posible que la Fed pueda replantearse el uso de una nueva y mejorada flexibilización cuantitativa, al no sólo comprar bonos e hipotecas respaldadas por el gobierno estadounidense, como lo hizo en 2008, sino hacer compras de activos del sector privado que también estén en crisis.
Pero ello pondría en jaque a las autoridades monetarias, ya que no es claro qué tanta jurisdicción puedan tener en las compras de activos que no cuentan con un respaldo, como sí tenían los bonos que compraron en la crisis financiera global de 2008-2009.
Sin embargo, la Fed, como entidad crediticia de último recurso para la economía, podría establecer vehículos financieros especiales para adquirir tales activos y una vez que la economía se estuviera restableciendo liquidarlos con ganancias, explicó Putman, del CME.
Las dudas seguirán en el aire y los pronosticadores seguirán averiguando cómo, cuándo y por qué se podría desarrollar una nueva crisis financiera --aunque no está, por ahora, en el radar.
Fecha de publicación: 24/01/2020
Etiquetas: EUA Fed China Econmía Tasas