El mundo se prepara para registrar un crecimiento económico más gradual. Foto de archivo.
El mundo se prepara para registrar un crecimiento económico más gradual. Foto de archivo.

6 de feb. (Dow Jones) -- Prepárese para ver el tercer capítulo de una cambiante historia de crecimiento económico global.

En el primer capítulo, 2017, las principales economías del mundo se aceleraron de manera sincronizada y los precios de las acciones subieron al unísono, impulsados ​​por las bajas tasas de interés mundiales y por la esperanza de una agenda favorable para las empresas en Washington que incluyera recortes fiscales y desregulación.

En el segundo capítulo, 2018, la economía de Estados Unidos avanzó con brío, en parte gracias al efecto de dicho estímulo fiscal, mientras que el resto del mundo se desaceleró a medida que aumentaban las fricciones referentes al comercio mundial. Los mercados bursátiles mundiales, incluidos los de Estados Unidos, vacilaron.

En el capítulo tres, 2019, el mundo vuelve a estar sincronizado. Sin embargo, en esta ocasión, se está desacelerando, no acelerando. Muchos economistas proyectan que la producción de Estados Unidos, después de subir 3% en 2018, disminuirá en 2019 hasta acercarse a la tendencia de crecimiento anual de 2% de su larga expansión. Se espera que China, afectada por los aranceles estadounidenses, también se desacelere.

También puede agregar Europa, socavada por la salida ríspida de Reino Unido de la Unión Europea y los problemas fiscales de Italia, a la lista de desaceleración.

Alemania, un importante exportador por derecho propio, vio caer su producción industrial en noviembre, un señal de lo generalizado que caracteriza a la desaceleración que están en ciernes.

Para las multinacionales que lideran el comercio global, eso también significará un crecimiento más lento. Se espera que los volúmenes de comercio mundial, luego de crecer 5.4% en 2017 y 3.8% en 2018, crezcan 3.6% en 2019 y se desaceleren aún más en 2020.

“El optimismo que permeaba el ambiente en 2018 ha dado paso a un sentimiento de pesadumbre más generalizado”, dijo Eswar Prasad, un alto miembro de Brookings Institution. “Esto, por supuesto, es provocado por las dos principales economías, Estados Unidos y China”.

Por supuesto, esto es sólo un borrador del capítulo tres. Mucho dependerá de las decisiones clave que tomen los diferentes actores en tal drama. Los principales entre ellos son Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, y Xi Jinping, el presidente de China.

 

¿Futuro acuerdo comercial?

Estados Unidos y China están enfrascados en conversaciones para solventar las quejas de Estados Unidos sobre que China compite injustamente en el frente comercial.

Trump quiere que Xi abra los mercados chinos a más importaciones estadounidenses, que deje de subsidiar a las empresas estatales y que proteja mejor la propiedad intelectual de Estados Unidos.

China ha estado renuente, pero la desaceleración del crecimiento está presionando a Xi para que se comprometa al respecto. Trump, quien observa de cerca el mercado de valores y lo ve como un indicador de su propio desempeño, sabe que un acuerdo podría levantar el ánimo de los inversionistas.

En otras palabras, ambas partes tienen fuertes incentivos para llegar a un acuerdo satisfactorio. Pero también enfrentan grandes obstáculos. Trump ha apostado su agenda económica a lograr importantes reformas económicas en China.

Una lista de demandas incluye 142 elementos de acción independientes, de acuerdo con la estimación de China. Pero Xi tiene poco interés en ceder el papel principal del estado para dirigir la segunda economía más grande del mundo, o en reducir sus ambiciones más amplias de transformar a China en una potencia económica de alta tecnología que sea independiente.

El tiempo limitado. Si no se llega a un acuerdo antes del 2 de marzo, los aranceles de Estados Unidos, de 10% sobre 200 mil millones de dólares en productos chinos, aumentarán a 25%.

Prasad ve una tregua incómoda en las conversaciones: un acuerdo que mantendrá estables las tarifas arancelarias actuales sin escalarlas. Él cree que eso debería ser suficiente para tranquilizar los mercados.

 

Problemas en casa

Trump y Xi también enfrentan desafíos económicos internos.

El gobierno de los Estados Unidos permaneció cerrado temporalmente por una disputa entre Trump y los demócratas referente a la construcción de un muro en la frontera de Estados Unidos con México. La Casa Blanca estimó que el cierre drenó un décimo de punto porcentual del crecimiento por cada semana estuvo cerrado.

Lo que podría repetirse pronto en caso de que fracasen las negociaciones en el Congreso.

Eventualmente, esto se resolverá, pero otros desafíos fiscales son inminentes, incluida la expiración en septiembre de un acuerdo presupuestal de Estados Unidos que ha agregado 300 mil millones de dólares al gasto federal durante dos años. Si se permite que el acuerdo expire sin nada que lo reemplace, la política fiscal se volverá más restrictiva al entrar a un decisivo año electoral.

Irónicamente, Trump tiene a la Reserva Federal de su lado. El presidente ha criticado mucho al presidente de la Fed, Jerome Powell, por elevar las tasas de interés a corto plazo. Pero con la marcada fluctuación de los mercados, Powell ha señalado que va a tener paciencia para volver a aumentar las tasas. Eso ya le ha quitado presión a las acciones y también podría ayudar a los sectores de la economía sensibles a las tasas de interés, como la vivienda y los autos en los próximos meses.

Mientras tanto, con un lento crecimiento en China, Xi tiene incentivos para actuar con el fin de estimular la economía. Eso podría convertir a China en el recortador de impuestos de moda en 2019.

Pero Xi enfrenta restricciones para poder tomar medidas de estímulo económico. Muchos gobiernos locales ya están en dificultades para obtener ingresos después de años de gasto en grandes proyectos impulsados ​​por la deuda.

Las tasas de interés más bajas y los mayores préstamos de los bancos estatales podrían empeorar las tensiones en los mercados de propiedad ya de por sí tensos ​​y en las endeudadas empresas estatales. Una devaluación de la moneda podría amenazar con grandes salidas de capital y provocar la ira de Trump.

Nada de esto implicaría el final de la expansión global. Por ejemplo, la economía de Estados Unidos tiene un sector de consumo saludable que puede propulsar el crecimiento. Al estar el desempleo cerca de mínimos de 50 años, el aumento de los salarios, y los impuestos y los precios del petróleo a la baja, los ingresos de los hogares estadounidenses están creciendo a un buen ritmo, lo que debería de respaldar el gasto continuo para propulsar el crecimiento mundial. Es notable que incluso en medio de la última pesadumbre, las solicitudes del subsidio por desempleo en Estados Unidos se hayan mantenido estables.

Pero esto simplemente no tiene los mismos ingredientes que la mejoría  sincronizada que hizo que los inversionistas fueran tan exuberantes hace un par de años.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 06/02/2019

Etiquetas: Economía Global Crecimiento Disputa Comercial China EUA Unión Europea Desempleo Impuestos Reducción Fiscal Petróleo Precios