Manifestantes opositores al gobierno venezolano cantan fuera de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante una reunión especial del Consejo Permanente, en Washington. Foto AP/Jose Luis Magana.
Manifestantes opositores al gobierno venezolano cantan fuera de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante una reunión especial del Consejo Permanente, en Washington. Foto AP/Jose Luis Magana.

Washington, 1 de feb. (Dow Jones) -- El intento de la administración Trump de derrocar al presidente de Venezuela marcó el inicio de una nueva estrategia para que Estados Unidos ejerza una mayor influencia en Latinoamérica, dijeron funcionarios de la administración.

En la mira no solo está el venezolano Nicolás Maduro, sino también Cuba, un antagonista que ha dominado la atención estadounidense en la región durante más de 50 años, así como los avances recientes realizados por Rusia, China e Irán.

Mientras que Maduro y su predecesor, Hugo Chávez, han atraído durante mucho tiempo la condena de Washington, el gobierno de Trump cuenta con funcionarios que durante mucho tiempo han creído que Cuba es la amenaza más grave para la seguridad nacional. Citan las operaciones de inteligencia de Cuba en Estados Unidos y sus esfuerzos por difundir las opiniones en contra de Estados Unidos en otros países latinoamericanos.

El objetivo, piensa el gobierno, es romper los lazos que unen a Venezuela con Cuba y socavar los regímenes de ambos países.

La asertividad emergente de Estados Unidos se deriva del deseo de la Casa Blanca de revertir el acercamiento parcial que tuvo la administración Obama con La Habana a través de la relajación de sanciones y la apertura de la isla a la inversión estadounidense.

La política de la administración Trump, desarrollada en los últimos dos años, ha sido impulsada en parte por el ascenso de los críticos de Cuba, incluido Mauricio Claver-Carone, un funcionario del Consejo de Seguridad Nacional que había dedicado gran parte de su vida a derrocar a Fidel Castro. La política fue determinada por el cabildeo de funcionarios electos como el senador republicano Marco Rubio y el representante de los Estados Unidos Mario Díaz-Balart, que tienen una gran cantidad de electores con contactos en Venezuela.

La inteligencia cubana está profundamente integrada en el ejército venezolano y en el aparato de seguridad del gobierno de Maduro. Venezuela, a su vez, le proporciona a La Habana petróleo crudo prácticamente sin costo, un volumen que alguna vez alcanzó los 100 mil barriles de petróleo diarios. A medida que cada país se ha aislado, estos han fortalecido lazos con Moscú, Teherán y Beijing.

Después de Venezuela y Cuba, los funcionarios estadounidenses están viendo a Nicaragua. El Departamento de Estado advirtió repetidamente sobre el cambio del país hacia un gobierno autocrático, la represión gubernamental y la violencia. Los nicaragüenses se están uniendo al flujo de migrantes que se dirigen a la frontera de los Estados Unidos con México.

“Estados Unidos espera ver caer cada esquina del triángulo: en La Habana, en Caracas, en Managua”, dijo John Bolton, asesor de seguridad nacional, en un discurso de noviembre que reveló la nueva estrategia. Describió a los tres países como la “Troika de la tiranía”, una frase que él acuñó, y agregó que la “Troika se derrumbará”.

Ese mismo día, el gobierno reveló nuevas sanciones contra Cuba y Venezuela, incluso contra más de dos docenas de entidades propiedad o bajo el control de los servicios militares y de inteligencia cubanos y las reservas de oro de Venezuela.

La estrategia de Estados Unidos conlleva grandes riesgos. Si el apoyo de la administración al líder de la oposición Juan Guaidó en Venezuela no logra destituir a Maduro, o si no debilita los lazos entre Caracas y La Habana, las condiciones desesperadas en Venezuela podrían empeorar e involucrar más estrechamente a Estados Unidos en la crisis. Se estima que tres millones de venezolanos han huido de su país.

El fracaso también daría a ambos países una victoria diplomática del tipo David contra Goliat y potencialmente fortalecería la influencia de China, Moscú e Irán en la región.

La razón principal por la que el presidente Obama se comprometió una tregua con Cuba fue la conclusión a la que llegó su gobierno de que décadas de severas medidas no habían logrado derrocar al régimen de Castro para dar paso a una alternativa democrática.

Parece improbable que Estados Unidos pueda conminar a otros países a tomar cualquier medida contra Cuba. Venezuela ha sido un paria para muchos aliados estadounidenses, pero algunos, incluyendo Canadá y Francia, ahora tienen amplios intereses comerciales en Cuba.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 01/02/2019

Etiquetas: EUA Política Venezuela Maduro Nicolás Crisis Juan Guaidó Cuba Honduras Rusia China Iran Seguridad Nacional