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18 de dic. (Bloomberg) -- En el calor tropical del sureste de México, las excavadoras preparan el sitio de una nueva y masiva refinería de crudo a las afueras de Paraíso, una ciudad petrolera empobrecida que nunca ha estado a la altura de su nombre.
La refinería de Dos Bocas es el proyecto emblemático de energía del nuevo gobierno, una promesa de 160 mil millones de pesos (siete mil 800 millones de dólares) para crear empleos, bajar los precios de la gasolina y reactivar la industria de refinación del país.
Esto solo es el comienzo, de acuerdo con el recién jurado presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se ha comprometido a rehabilitar el sector energético de México, abandonando en parte por las reformas de libre mercado de su antecesor y ahora impulsado por nuevas políticas que que se remontan a los años ochenta.
“Las políticas económicas neoliberales han sido un desastre para el país”, dijo López Obrador en su toma de posesión, criticando las reformas energéticas diseñadas por el ex presidente Enrique Peña Nieto.
Esa retórica le permitió ganarse el favor de los votantes, pero también llamó la atención de los inversionistas. Los críticos dicen que los planes del presidente, que incluyen poner fin gradualmente a las exportaciones de petróleo y suspender las subastas de arrendamientos de bloques petroleros a compañías mexicanas o extranjeras, revertirán las ganancias obtenidas con gran esfuerzo por la apertura de energía del gobierno anterior, que atrajo a México a las compañías petroleras más grandes del mundo.
Peligros potenciales
Gran parte de lo que López Obrador ha propuesto podría obstaculizar efectivamente el comercio petrolero de México, y afectaría especialmente a la petrolera estatal Petróleos Mexicanos.
“La inclinación nacionalista puede sonar muy bien en el papel, pero Pemex tiene una deuda de 106 mil millones de dólares, un gran porcentaje de eso está denominado en dólares y está siendo implícitamente respaldada por la exportación de crudo”, dijo John Padilla, director gerente de la consultora de energía IPD Latin America.
Arreglar a Pemex sería una empresa monumental para cualquier presidente. La compañía está en camino de su año número 14 consecutivo de disminución en producción de petróleo. Sus oleoductos son rutinariamente intervenidos por ladrones que extraen miles de millones de dólares de combustible anualmente. Mientras tanto, sus seis refinerías operan a sus niveles más bajos en tres décadas y están en tan mal estado que pierden dinero cuando procesan más crudo.
La idea de que López Obrador podría transformar a México para ser autosuficiente en la producción de combustible durante sus seis años es difícil de creer, dijo Robert Campbell, jefe de investigación de productos petroleros de Energy Aspects en Nueva York. La tarea requeriría “una inversión colosal” en el sector de refinación, que hasta ahora ha atraído un pequeño número de acuerdos.
La promesa del presidente de bajar los precios de la gasolina también sería difícil de cumplir.
“México depende de los mercados internacionales para obtener combustible, por lo que la única forma en que los precios al consumidor pueden ser más bajos es si el precio del petróleo disminuye, si el peso se aprecia significativamente o si el gobierno subsidia los costos del combustible”, dijo Campbell.
“El gobierno podría elegir que Pemex absorba las pérdidas en las importaciones de combustible, pero esto solo empeoraría su situación financiera, que se está deteriorando debido a la disminución de la producción petrolera mexicana”.
Caída de la producción
La producción de petróleo este año está a punto de caer 50% en relación a los niveles de 2004 debido al envejecimiento de los campos y al gasto excesivo. Pemex ni siquiera extrae suficiente crudo ligero para alimentar a sus seis refinerías, la mitad de las cuales no están equipadas para procesar crudos más pesados. Como resultado, Pemex este año comenzó a comprar crudo en Estados Unidos por primera vez, y la mayor parte de la gasolina que vende en las estaciones de servicio es importada.
Si bien López Obrador ha prometido 75 mil millones de pesos (tres mil 700 millones de dólares) para aumentar la producción del país en 600 mil barriles diarios en dos años, los inversionistas temen que la perforación de pozos sea descuidada por el esfuerzo de refinación del presidente.
Todavía no está claro si Pemex, o el gobierno, pagarán la factura de la nueva refinería Dos Bocas, la cual ya está en proceso de construcción en el estado de Tabasco, estado del que procede López Obrador.
Eso plantea la preocupación de que el proyecto haga que se desvíe dinero de la exploración en un momento en que Pemex está desarrollando una reserva masiva de petróleo de mil 300 millones de barriles en Veracruz.
México también enfrenta un grave problema con el robo de combustible, que le cuesta a Pemex miles de millones de dólares anuales. La extracción ilegal de combustibles de los oleoductos se duplicó con 41 por día en los primeros nueve meses de 2018 en comparación con el mismo período del año anterior.
El gobierno aún tiene que proponer un plan para combatir dicho crimen, que ahora está causando escasez de suministro en las empresas internacionales que han abierto estaciones de gasolina en México, incluyendo BP y Total.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
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Fecha de publicación: 18/12/2018
Etiquetas: México AMLO López Obrador Independencia Energética Petróleo Producción Gasolinas Inversión