4 de dic. (Sentido Común) -- La nueva administración federal que encabezará Andrés Manuel López Obrador enfrentará grandes retos para mantener el perfil crediticio de México, en buena parte a partir de sus propias decisiones, de acuerdo con la calificadora internacional Moody’s Investors Service.

     El recién investido presidente tomó las riendas del país en medio de una elevada volatilidad en los mercados financieros, que refleja la incertidumbre sobre las próximas decisiones del gobierno, lo que también ha presionado el valor del peso mexicano frente al dólar.

     No obstante, recibió un país con finanzas sólidas y un sistema bancario saludable, de acuerdo con el último reporte de la evaluadora de riesgo crediticio, lo que podría amortiguar, al menos en el corto plazo, los efectos adversos en términos crediticios del soberano.  

     “La reciente volatilidad en el tipo de cambio y en el mercado bursátil, así como los spreads soberanos más elevados, denotan una creciente preocupación en los mercados financieros en torno al proceso de toma de decisiones de esta administración y la dirección futura de las políticas públicas”, escribió en un  reporte Jaime Reusche, vice president senior credit officer de Moody’s.

     “No obstante, la sólida posición financiera del gobierno federal habrá de operar como colchón crediticio en el corto plazo, limitando el efecto negativo de condiciones financieras adversas sobre el perfil crediticio soberano”.

     El sentimiento negativo de los mercados continuará en 2019, considera la agencia, debido a la baja credibilidad política, pero sobre todo, al escepticismo de los inversionistas sobre la capacidad del gobierno de cumplir sus promesas de responsabilidad fiscal, debido a la constante presión en el tipo de cambio y a mayores tasas de interés locales.

     La debacle de la confianza de los dueños del dinero comenzó con la decisión del nuevo gobierno, aún no ejecutada, de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), el megaproyecto de infraestructura más importante de los últimos años, tras una consulta ciudadana cuestionable.

     Esa decisión, junto con otras como una propuesta para limitar las comisiones bancarias, generó dudas en cuanto a cómo serán tomadas las próximas decisiones de política económica, a lo que no ha podido dar vuelta el equipo de López Obrador dado el desorden y los pocos detalles revelados en cuanto a lo que seguirá tras la cancelación del NAIM, dijo la calificadora en una reunión con medios.

     La agencia reiteró recientemente su revisión negativa sobre las calificaciones de los bonos que fueron emitidos para financiar la nueva terminal, ante el anuncio del gobierno de recomprar parte del instrumento y reestructurar el resto con la intención de deslindarlo de la potencial cancelación --efectiva-- del proyecto.

     Hasta ahora es sabido que la nueva administración planea continuar la operación del actual aeropuerto capitalino, además de modernizar el de Toluca, capital del Estado de México, y ampliar el aeropuerto militar de Santa Lucía. Muchos dudan que esa opción resuelva las necesidades de tráfico aéreo como lo hubiera hecho una nueva terminal en Texcoco.

     Pese a ello, Moody’s calificó el panorama económico de México como neutral, y espera que en 2019 la economía crezca 2.2% en línea con la tendencia de crecimiento de los últimos años (2.3% para 2018). En ese orden de ideas, la calificadora descartó en la reunión con medios que la calificación de grado de inversión del país esté en riesgo.

     La calificación actual para México es de ‘A3’, el séptimo escalón en grado de inversión. La evaluadora de riesgo prevé que el déficit gubernamental cierre en 1.5% este año y en 2% el próximo, lo que no considera un alza material. 

     Claro que si el riesgo crediticio del país no ha sido tan elevado, no quiere decir que así sea para todas las industrias nacionales. Moody’s identificó los sectores de la construcción y energía, en específico los hidrocarburos, como los más vulnerables.

     Estos sectores se verían afectados ante el debilitamiento de la inversión pública, a tono de sus limitantes en términos de presiones fiscales, y la privada, por la aversión al riesgo generada. Particularmente las empresas energéticas enfrentarán riesgos en la independencia regulatoria al probablemente perder independencia del gobierno federal.

     Entre las empresas más vulnerables está la petrolera estatal Pemex, debido a la presión cambiaria y al cambio que se vislumbra en su modelo de negocio.

     El nuevo gobierno parece querer enfocar a la empresa productora del Estado en la producción de combustible en vez de la producción de crudo, lo que la pasaría a un modelo de negocio menos rentable que presionaría su flujo de efectivo y su acceso a mercados de capital en un momento en el que enfrenta vencimientos de deuda (2019 y 2020).

     Moody’s reconoció que los sectores energético y de infraestructura podrían verse reactivados ante la ejecución de grandes proyectos de la agenda del nuevo gobierno, como el llamado Tren Maya.

     El sector que saldrá mejor librado en el panorama que prevé Moody’s para el entrante gobierno, es el bancario. Los prestamistas que operan en México llegan al gobierno de López Obrador con amortiguadores robustos para soportar la volatilidad.

     Los bancos mantendrán una calidad de activos estable con base en una colocación de crédito más prudente, diversificación de préstamos y una buena cobertura con reservas.

     “Las ganancias saludables aumentarán la capitalización, aumentando la capacidad de los bancos para absorber pérdidas inesperadas”, escribieron los expertos en el reporte.



 


Fecha de publicación: 04/12/2018

Etiquetas: Moody's perfil crediticio México AMLO presidente energía infraestructura