San Pedro Sula, Honduras, 16 de nov. (Dow Jones) - A las afueras de esta violenta ciudad, donde las familias viven en casuchas con techos de hojalata en calles amenazadas por pandillas, se habla sobre cómo es mejor llegar a Estados Unidos.

Lleva a los niños.

El número de familias centroamericanas con niños que llegan a la frontera de Estados Unidos en busca de asilo ha aumentado en los últimos años, y continúan llegando a medida que más caravanas de migrantes se abren camino a través de México.

Tener hijos a cuestas puede ser una táctica exitosa debido a las reglas de inmigración de Estados Unidos. Las familias de Honduras, Guatemala y El Salvador, asoladas por el crimen, pueden ingresar al país con sólo demostrar un temor creíble de regresar a sus hogares.

Luego, mientras esperan las audiencias judiciales sobre sus solicitudes de asilo, un proceso que puede durar años, la mayoría son liberados en el país debido al límite de 20 días en la detención de menores. Un adulto que viaja solo puede ser detenido por mucho más tiempo.

Doris Paz, una madre de 29 años con tres hijos, dijo que así es como su cuñada llegó a San Antonio. Además, fue como una vecina cruzó recientemente a Estados Unidos con dos hijos. Es por eso que una prima tomó a sus hijos y se unió a una caravana de inmigrantes que salieron de Honduras el mes pasado. Paz se unió a la misma caravana con su hijo de seis años.

“Dicen que traer a sus hijos es su boleto de entrada”, dijo Paz. Sin embargo, después de unos días de caminar con su hijo bajo el sofocante calor tropical, dio vuelta y regresó a casa.

En el año fiscal 2018, que se fue de octubre de 2017 a septiembre de 2018, se detuvo un número récord de 107 mil 212 inmigrantes que viajaban en familia en la frontera de Estados Unidos con México, en comparación con 14 mil 855 en el año fiscal 2013, de acuerdo con Customs and Border Protection de Estados Unidos.

La cantidad de familias aprehendidas llegó a un nuevo récord mensual en octubre, los funcionarios capturaron a aproximadamente 23 mil 100 inmigrantes que viajaban como familias. La mayoría provenientes de Centroamérica.

Muchos centroamericanos que solicitan asilo enfrentan serias amenazas en su país de origen, una región con la tasa de asesinatos más alta del mundo y violentas pandillas callejeras. Algunos migrantes dijeron que trajeron a sus hijos en la agotadora travesía hacia el norte por temor a que fueran agredidos por pandillas si los dejaban con familiares en casa.

“Es injusto decir que una familia en circunstancias adversas pondrá a sus hijos en riesgo para mejorar sus posibilidades”, dijo Camilo Pérez, director de investigación y defensa de Hope Border Institute, un grupo de derechos humanos. “Condiciones extremas obligan a tomar estas decisiones. Estos son actos de desesperación y esperanza”.

En el pasado, los inmigrantes ilegales en su mayoría eran hombres solteros que entraban furtivamente a Estados Unidos para encontrar trabajo y enviarle dinero a su familia en casa. Pero la inmigración de México ha disminuido drásticamente en los últimos años, y las familias centroamericanas son cada vez más la cara de los migrantes que llegan a la frontera sur.

Ahora hay unos ocho mil migrantes de Centroamérica que se dirigen a la frontera de Estados Unidos en caravanas desde México. Una buena parte son hombres en edad laboral que siguen el viejo modelo de ingresar a Estados Unidos, dijeron los jóvenes del grupo: planean cruzar la frontera y esperan trabajar durante algunos años mientras evitan la deportación.

Pero muchos parecen ser familias conscientes de cómo funciona el sistema. Ellos van a pedir asilo en la frontera, dijeron los migrantes.

Para los funcionarios del sistema de asilo de Estados Unidos puede ser difícil separar a quienes corren el riesgo de sufrir daños de aquellos que son inmigrantes económicos que intentan mejorar su suerte.

“El sistema tiene realmente un gran atractivo para que las familias, los niños y los solicitantes de asilo vengan a Estados Unidos, incluso si sus solicitudes de asilo no están a la altura de lo que deberían ser”, dijo Sarah Pierce, analista de políticas de Migration Policy Institute, un centro de estudios de Washington que estudia la migración global.

La administración Trump quiere hacer ese camino más difícil. El presidente Trump, quien describió las caravanas de migrantes como una invasión, firmó recientemente un decreto presidencial que bloquea el acceso al proceso de asilo para los migrantes que crucen la frontera ilegalmente en lugar de hacerlo a través de un puerto de entrada oficial. El decreto que está siendo impugnado en los tribunales por la American Civil Liberties Union y otros.

A principios de este año, la administración comenzó a separar a la fuerza a las familias en la frontera, pero dio marcha atrás después de la indignación nacional que provocó esa media.

La mayoría de las familias se entregan a los agentes de la patrulla fronteriza después de cruzar la frontera ilegalmente. Miles de personas que viajaron como familias usaron el método legal y pidieron protección en los puertos de entrada.

Para iniciar el proceso de asilo, los migrantes primero deben establecer en lo que se conoce como una entrevista de “miedo creíble” que ellos realmente enfrentan peligro si son devueltos a su país de origen. De acuerdo con las estadísticas del gobierno de Estados Unidos, 77% de los migrantes entrevistados pasaron la prueba de temor creíble en los primeros cuatro meses del año fiscal 2018.

Los migrantes pueden solicitar asilo mediante el sistema de tribunales de inmigración, el cual puede tardar años en dar una resolución debido a la acumulación de casos de inmigración. A finales de septiembre, había alrededor de 768 mil casos pendientes en ese sistema, de acuerdo con Transactional Records Access Clearinghouse (TRAC) de Syracuse University.

La administración Trump ha hecho que sea cada vez más difícil que los centroamericanos que huyen de la violencia reciban asilo. En junio, el entonces fiscal general Jeff Sessions dictaminó que la violencia doméstica y la violencia de pandillas no son motivo para otorgarles protección.

Los hombres solteros que piden asilo y aprueban la entrevista de miedo creíble generalmente permanecen detenidos durante semanas o meses en una cárcel, y pueden ser liberados si pagan una fianza o tienen a alguien en Estados Unidos que los respalde económicamente. Luego se les permite solicitar permisos de trabajo mientras esperan su caso.

Sin embargo, aquellos con familias salen más rápido gracias a la decisión judicial de 2015 de que los niños no pueden permanecer detenidos por más de 20 días.

Así es como Cintia, una madre soltera de 29 años de edad, de la ciudad de Choloma, Honduras, llegó a Estados Unidos el mes pasado. Decidió salir de Honduras, donde aproximadamente dos tercios de la población vive en la pobreza, después de perder su trabajo en una empresa de limpieza durante los disturbios políticos provocados por las elecciones presidenciales del año pasado. Luego, dijo, no pudo encontrar trabajo y temió salir de su casa después de ser víctima de robos en la calle.

Un amigo de Kentucky ofreció ayudarla pagándole a un pollero ocho mil dólares. Ella sabía que tendría una mejor oportunidad de evitar la deportación si viajaba con niños, pero no podía pagar por los tres; entonces decidió llevarse a su hija menor. Cuando la Casa Blanca derogó su política de separación familiar en junio, decidió que era un buen momento para hacer el viaje.

Después de cruzar a Brownsville, Texas, Cintia y su hija fueron retenidas por una noche y después liberadas, dijo.

“Honestamente, fue un proceso rápido”, dijo por teléfono desde Kentucky, donde buscaba trabajo. “Mi plan es conseguir un trabajo y poder ayudar a mis hijos y a mi madre”.

Sin embargo, las posibilidades de obtener asilo son bajas para la mayoría de los migrantes centroamericanos. Los solicitantes de asilo chinos son los que tienen más probabilidades de ser aceptados como refugiados, con una tasa de 35.6% en el año fiscal 2016. Alrededor de 20% de los solicitantes de El Salvador, Honduras y Guatemala recibieron asilo en el año fiscal 2018, de acuerdo con datos del Departamento de Justicia.

Para muchos migrantes, el riesgo de rechazo vale la pena. Incluso si su solicitud es rechazada, tienen la oportunidad de vivir en los Estados Unidos por unos años, ganar algo de dinero y tener un respiro de la violencia y la pobreza que priva en sus países de origen.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 16/11/2018

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