Milán, Italia, 11 de jul. (Dow Jones) -- Silvio Berlusconi, el líder populista de la Unión Europea, se ha convertido en un hombre olvidado de la política italiana, al verse desplazado por una nueva ola anti-sistema.

Ha pasado casi un cuarto de siglo desde que el magnate de los medios milaneses utilizó por primera vez sus ataques contra el sistema de Italia para obtener su primer triunfo electoral. Durante más de dos décadas, incluyendo tres temporadas como primer ministro, el colorido y escandaloso Berlusconi fue el personaje central del drama político de su país.

Y eso hasta hace poco. El apoyo para el partido que dirige, Forza Italia (“Vamos, Italia”) ha caído hasta 8% en las últimas encuestas de opinión. Agitadores más jóvenes como Matteo Salvini, jefe del partido la Liga, ahora son quienes dominan las ondas hertzianas donde alguna vez reinó Berlusconi.

Mucho antes de que el presidente estadounidense Donald Trump ingresara a la política, Berlusconi se jactó de ser un multimillonario hecho a sí mismo que eliminaría a una clase política putrefacta y que aportaría su experiencia empresarial para dirigir la nación. Afirmó ser la voz auténtica de los italianos ordinarios que luchaban con los altos impuestos y la burocracia, y desestimó a los críticos --incluyendo a muchos en los medios de comunicación extranjeros-- por ser comunistas.

Empero, años de un oficialismo marcado por sus escándalos personales y financieros y el estancamiento económico de Italia erosionaron la posición de Berlusconi como un ajeno al sistema que podía romper el molde de la política italiana.

“Berlusconi fue el populista original que basó su apoyo popular en consignas y palabras clave, pero no cumplió sus promesas centrales y eso eventualmente le pasó la factura”, dijo Paolo Natale, profesor de política de la Universidad de Milán.

Forza Italia, que lideró el asalto a la corriente política que prevalecía en Italia, cayó para obtener su peor resultado en las elecciones parlamentarias de Italia en marzo pasado, al obtener 14% de los votos, por debajo de su máximo de 29% en 2001.

Después de las elecciones de marzo, Berlusconi sugirió que estaría dispuesto a unirse a una alianza gobernante con la Liga y el Movimiento 5 estrellas que son anti-sistema. Él fue rechazado por este último.

Berlusconi, de 81 años, al que algunos en Italia llaman “il Cavaliere” (el caballero”, no se ha dado por vencido. “Nuestro momento llegará muy pronto”, declaró el mes pasado en una carta publicada en el diario Corriere della Sera.

Sin embargo, la mayoría de los votantes han perdido interés en él y están optando por apoyar a una nueva generación de insurgentes que avasalla a la clase política. Salvini tiene 45 años; su socio de gobierno, Luigi Di Maio, jefe del Movimiento 5 estrellas, tiene 31.

Cuando Berlusconi entró a la política por primera vez en 1994, los italianos lo conocían como el propietario del equipo de fútbol AC Milan. El magnate, normalmente bronceado y sonriente, cuyas diversas propiedades empresariales incluyen las tres principales cadenas de televisión comerciales de Italia, prometió reducir la burocracia, introducir un impuesto fijo sobre la renta y crear un millón de puestos de trabajo.

Se convirtió en la telenovela política más longeva de Europa, sobreviviendo a escándalos sexuales y más de 70 juicios. Su última etapa como primer ministro terminó en 2011, en el momento álgido de la crisis de la deuda de Europa, cuando la presión de los mercados financieros y los políticos en Italia y Europa llevaron a que cediera ante un gobierno tecnócrata encargado de estabilizar las finanzas de Italia.

La ola populista de Europa, que ha ido y venido en los últimos dos años, alcanzó un punto álgido en las elecciones de primavera en Italia, cuando más de la mitad de los votantes votaron por el Movimiento 5 estrellas o la Liga.

Berlusconi, que sobrevivió a un grave problema cardíaco hace dos años, no pudo postularse para el Parlamento debido a una condena penal de 2013 por fraude fiscal. Aun así encabezó la campaña de Forza Italia, presentando carteles que lo llamaban “Berlusconi Presidente”.

Pero ya no podía confiar en el carisma que alguna vez capturó las frustradas esperanzas de cambio de muchos italianos. Formó un pacto electoral con la Liga solo para ver a Salvini abandonarlo después de la votación y formar un gobierno con el Movimiento 5 estrellas.

Desde entonces ha prometido revolucionar Forza Italia y promover a los funcionarios más jóvenes. Pero también está resistiendo los llamados al interior del partido para retirarse --e incluso permitir que los partidarios del partido elijan a su líder en una primaria. En un movimiento cuya presencia siempre fue más fuerte en los canales de TV de Berlusconi que a nivel de las bases, han surgido pocos sucesores potenciales.

“Nunca se ha discutido un plan de sucesión. Nunca ha sido un problema”, dijo Renato Brunetta, un legislador de Forza Italia y ex ministro cercano a Berlusconi.

En contraste, Salvini se convirtió en el jefe de la Liga en las primarias de 2013 después de que ese partido resultó diezmado en las elecciones nacionales. Rejuveneció al partido, lo movió más hacia la derecha en inmigración e identidad, y lo llevó a obtener su mejor resultado en las elecciones de este año.

“Resulta que el heredero político de Berlusconi estaba dentro de su coalición y no en su partido”, dijo Natale.

Un tribunal en Milán dio a los partidarios restantes de Berlusconi un impulso moral en mayo, anulando la prohibición de que ocupe un cargo público. Brunetta dijo que Forza Italia ahora recuperaría el terreno perdido, describiendo al partido como una mezcla de “anarquía” en su campaña por un gobierno más pequeño y de “monarquía” en la figura dominante de Berlusconi.

Pero pocos italianos creen que el Caballero puede montar otro regreso.

“Berlusconi y Forza Italia se mantendrán en los márgenes y, a largo plazo, el partido está destinado a desaparecer”, dijo Natale.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo      

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Fecha de publicación: 11/07/2018

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