2 de jul. (Dow Jones) -- Donald Trump convocó a sus colaboradores principales a su oficina ubicada en el piso 26 de la Torre Trump alrededor de 2009 para una desagradable tarea: convencer a Michael Cohen --uno de los abogados más destacados de su empresa-- para que renunciara, de acuerdo con uno de los ayudantes.

La frustración del Trump había llegado a un punto crítico, dijo tal persona. Cohen no estaba haciendo su trabajo y Trump no creía que encajara bien en la Organización Trump, aunque le agradaba y no quería despedirlo. “¿Qué está haciendo él aquí?”, preguntó Trump.

El mensaje fue transmitido a Cohen. Visiblemente molesto, Cohen respondió. “Trataré de demostrar mi valía”, dijo Cohen, de acuerdo con una persona familiarizada con el asunto.

Trump eventualmente olvidó el tema, pero no sin antes de infligirle otra pulla a Cohen con un gran recorte salarial, reduciendo sus ingresos anuales de más de 400 mil dólares aproximadamente a la mitad, dijo otra persona familiarizada con el asunto.

Los episodios, nunca antes reportados, pusieron en evidencia la relación de una década de duración entre el ahora presidente Trump y Cohen. El abogado encontró su nicho como un solucionador de algunos de los problemas más espinosos de Trump, incluido negociar con socios potenciales, y ayudarle al desarrollador inmobiliario a escribir algunos de sus tuits más malévolos.

A la vez, durante ese tiempo, Trump mantuvo a Cohen no muy alejado. Las entrevistas con dos docenas de amigos y conocidos de ambos y otras personas familiarizadas con su relación sugieren que Trump aprecia su lealtad inquebrantable. Pero también llegó a dudar de las habilidades y el juicio profesional de Cohen.

De esta relación improbable surge una prueba extraordinaria de hasta qué punto llegará la lealtad de Cohen, y si el trato del Trump con Cohen de los últimos años volverá a repercutirle, poniendo en peligro a ambos personajes en el proceso.

Las autoridades federales confiscaron millones de archivos de Cohen durante una redada de abril. Están investigando posibles violaciones de financiamiento de campaña y fraude bancario relacionado con éste, entre otros acuerdos, el pago que hiciera Cohen en octubre de 2016 a Stephanie Clifford, la ex estrella de cine porno llamada Stormy Daniels, para evitar que discutiera un supuesto encuentro sexual con Trump, dijeron personas familiarizadas con el asunto.

Algunos aliados del Trump han expresado su preocupación de que Cohen, que está buscando trabajar en un nuevo despacho legal, coopere con los investigadores, una decisión que una persona cercana a Cohen dijo que aún no había tomado. Es probable que el resultado determine cómo se escriba el capítulo final de la relación de 12 años entre ellos.

Cohen no respondió a una solicitud detallada de comentarios, excepto para responder: “Todo el conjunto de hechos que detalla, como los expone, carecen de precisión y demuestran que usted es solo otro miembro de la máquina propagandística de noticias falsas".

La Casa Blanca no respondió a las solicitudes para dar sus comentarios al respecto.

La relación Trump-Cohen comenzó en bienes raíces. Cohen compró un departamento de Trump World Tower, un rascacielos de 72 pisos que está cerca de las Naciones Unidas, en un poco más un millón de dólares en 2001, de acuerdo con documentos del registro público de la propiedad. Esa fue su primera compra en uno de los deslumbrantes edificios Trump y una de las muchos que realizaran Cohen y sus parientes. Los padres de su esposa compraron otras cuatro unidades en el mismo edificio.

Tres años más tarde, Cohen conoció a Donald Trump Jr., el hijo mayor de Trump, cuando intentaba comprar un departamento del edificio más nuevo del magnate, Trump Park Avenue.

Cohen y Trump Jr. analizaron los detalles en Geisha, un restaurante del Upper East Side de Manhattan, dijo Greg Ehrlich, su amigo en ese momento. Cohen aceptó comprar y combinar varias unidades en poco menos de cinco millones de dólares. Él y su esposa cerraron trato de su departamento del 502 Park Avenue el 3 de febrero de 2005. Donald Trump Jr. no respondió a una solicitud para que diera sus comentarios sobre el tema.

La relación de Cohen con Trump padre mejoró al año siguiente, cuando estuvo del lado del desarrollador en una disputa condominal de Trump World Tower.

La disputa fue por una valuación de los propietarios de condominios que ascendía a decenas de miles de dólares por unidad. En 2003, la directiva del edificio, entonces controlada por Trump, acordó aumentar las tarifas de condominio para pagarle al desarrollador 30 millones de dólares. La suma era una compensación por los honorarios legales y otros gastos en los que Trump incurrió en dos demandas contra la ciudad, incluida una que le mereció al edificio una reducción de impuestos de 94 millones de dólares.

Algunos propietarios de condominios se molestaron por los altos honorarios, recordó un ex propietario. Ellos lograron tener un representante en la mesa directiva y actuaron para revisar y potencialmente anular dicha valuación.

Trump demandó a los propietarios que revisaban la valuación y los acusó de despilfarrar los recursos de los condominios. Reclutó a Cohen y a otros de su lado para postularse para integrar la directiva de los condominios de siete miembros, que culminó en una votación de marzo de 2006 en el sótano de la iglesia que está a un lado del edificio, recordaron propietarios actuales y anteriores.

Trump atacó a sus oponentes, incluido al miembro de la directiva Stephen Wolf, que había sido director ejecutivo de US Airways Group antes de que la aerolínea se declarara en bancarrota. “¿Qué sabe él? Él llevó a su aerolínea a la quiebra”, acusó  Trump desde el podio teniendo cerca a Wolf, dijeron varios asistentes. Wolf no quiso hacer ningún comentario.

Cohen, que se sentó con Trump en la reunión, se puso de pie para realizar un discurso en apoyo a la supresión del levantamiento de la directiva, dijeron propietarios actuales y anteriores. “¿Qué estamos haciendo como grupo? ¿Qué estamos tratando de lograr?” preguntó Cohen, recordó Keith Kantrowitz, quien asistió y todavía reside ahí.

La lista de candidatos de Trump, incluido Cohen, obtuvieron un lugar en la directiva y preservó la valuación. Trump desestimó su demanda contra los miembros de la directiva, requiriendo que dos de ellos renunciaran como condición de un acuerdo confidencial, dijo una persona familiarizada con el acuerdo.

Cohen y su esposa habían invertido cerca de 6.8 millones de dólares para comprar unidades en tres edificios de Trump. En febrero de 2007, Cohen promovió públicamente a Trump, diciéndole a un periodista del New York Post que “las propiedades de Trump son inversiones sólidas” para él y sus familiares. Trump devolvió el cumplido.

“Michael Cohen tiene una gran visión del mercado inmobiliario”, dijo. “Ha invertido en mis edificios porque le gusta ganar dinero, y así sucede”.

Tres meses después, Cohen empezó a trabajar en la Organización Trump, de acuerdo a su perfil de LinkedIn.

A los altos ejecutivos se les dijo que Cohen, como inversionista involucrado en sus edificios, sería “ojos y oídos” de Trump y que representaría sus intereses ante los propietarios de los condominios, dijo una persona familiarizada con el asunto. Le dieron una oficina y el título de vicepresidente ejecutivo, pero la naturaleza precisa de su trabajo no estaba muy clara para otros en la organización, incluidos otros abogados.

Casi de inmediato, Trump nombró a Cohen su representante para comprar un desarrollo de campo de golf aún sin terminar llamado Running Horse en Fresno, California, que estaba enredado en un juicio de bancarrota.

Los abogados del desarrollador que controlaba el proyecto recordaron a Cohen tratando de convencerlos para que llegaran a un acuerdo en términos desfavorables. “Habría supuesto que había sido consejero de Trump durante 30 años”, dijo Harry Pascuzzi, uno de los abogados.

Cuando sus tácticas no funcionaron, dijo Pascuzzi, Cohen le dijo que Trump quería ofrecerle un trabajo como su abogado en la Costa Oeste. Pascuzzi, quien quería evitar un potencial conflicto de intereses, le dijo al Cohen que aceptaría la oferta después de las negociaciones. “No, tiene que ser en este momento”, dijo él que le respondió Cohen, retirando la oferta.

Cohen promovió agresivamente el mensaje del Trump con apariciones en la radio de Fresno y visitando el área con Trump. Le dijeron a los medios, a los políticos locales y a los residentes que podían hacer que mejorara Fresno, mientras amenazaban con irse y vilipendiar al desarrollador y sus abogados por rechazar sus ofertas.

“Nadie en el mundo que no sea Trump puede hacer de este proyecto un éxito”, dijo Cohen públicamente.

Él fue “un poco agresivo”, dijo Riley Walter, un abogado de bancarrotas que trabajó con el desarrollador. “Esa no es la forma en que hacemos [acuerdos] aquí en el Valle Central de California. No tiene que recurrir a amenazas subliminales”.

En una reunión, dijo Pascuzzi, Cohen participó en la discusión mediante el altavoz del teléfono desde Nueva York cuando él y los abogados de Trump en California decidieron poner fin a las negociaciones ese día.

Cohen explotó. “Quería que llegáramos a un acuerdo en ese momento y que aceptáramos todo los términos que estábamos disputando”, recordó Pascuzzi. Los abogados lo ignoraron y salieron de la habitación mientras Cohen despotricaba en el altavoz.

Finalmente llegaron a un acuerdo, pero Trump se retractó, diciendo que la zona de desarrollo local no era lo suficientemente grande como para que el acuerdo valiera la pena, dijo el Pascuzzi.

En la Organización Trump, Cohen pareció “impresionado” por  Trump, tratando de complacerlo tanto que los colegas cuestionaron su juicio, dijeron algunos de ellos. Era reservado sobre el trabajo que estaba haciendo, dijeron, manteniendo a otros en el departamento legal en la inopia sobre sus proyectos y, a diferencia de la mayoría de sus colegas, mantenía cerrada la puerta de su oficina en Trump Tower.

Algunos colegas estaban desconcertados por el afecto inquebrantable, y en gran medida no correspondido, que sentía Cohen por Trump. Cohen dijo que el libro de Trump de 1987, “El arte de la negociación”, fue el único que había leído dos veces.

Ayudó a negociar varios acuerdos de Trump de alto perfil, incluido un pacto de marcas de 2008 entre Trump y Affliction Entertainment, una línea de ropa que se ramificó en la promoción de peleas. Thomas Atencio, ex vicepresidente de Affliction, recordó haber almorzado con el Cohen, que actuó como abogado de Trump, algunas veces durante las negociaciones.

No pasó mucho tiempo para que Trump dudara de las habilidades legales del Cohen, dijeron personas cercanas a la compañía. Asignó a otros algunos proyectos que había asignado previamente al Cohen, dijeron las personas.

Trump rutinariamente les pedía a otros abogados que revisaran los documentos que Cohen redactaba. “¿Por qué alguien más tiene que revisar mi trabajo?”, dijo un ex colega que le preguntó Cohen.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 03/07/2018

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