17 de may. (Dow Jones) -- Argentina pasó de la normalidad a una crisis en cuestión de meses, dejando a los inversionistas rascándose la cabeza. Entre los misterios: por qué las reservas internacionales récord del país, a menudo consideradas como un escudo contra la volatilidad cambiaria, sirvieron prácticamente de nada para evitar la crisis.

La lección parece ser que la gran cantidad de reservas en dólares por sí solas no puede compensar la debilidad de las bases económicas de un país. Inversionistas extranjeros que habían sufrido pérdidas por los reiterados incumplimientos de Argentina a lo largo de los años, tranquilizados por el creciente baluarte de reserva del país, regresaron en los últimos años, comprando activos como un bono del gobierno a 100 años emitido en junio del año pasado.

“Si pensaban que podían defender su moneda vendiendo reservas, honestamente no habrían elevado sus tasas de interés a 40%”, dijo Carl Shepherd, gerente de cartera de Newton Investment Management. Cuando una moneda está cayendo, los bancos centrales pueden vender reservas en dólares y comprar la moneda local para apuntalarla. Pero en el caso de Argentina, la maniobra no tranquilizó a los inversionistas.

La situación de Argentina también puede clarificar si las reservas serán más útiles frente al aumento del dólar en otras partes, entre las economías más vulnerables del mundo. Turquía, cuya moneda se ha debilitado fuertemente frente al dólar este año, es un foco claro de atracción para los inversionistas.

Cuando las monedas locales se debilitan a medida que el dólar se fortalece, esto puede aumentar la inflación al encarecer los bienes importados. Los países que emiten deuda en dólares pero que obtienen ingresos en moneda local también pueden tener dificultades para saldar sus deudas, algo que debería ayudar a evitar el mantener reservas en dólares.

Sin embargo, en el caso de Argentina, sus reservas internacionales, que alcanzaron un nivel récord en enero, no contribuyeron en gran medida a evitar que la situación se agravara.

El problema principal: la creciente inflación estaba erosionando el valor del peso a medida que el dólar comenzaba a repuntar frente a las monedas mundiales. El peso ha perdido casi 20% de su valor este año frente al dólar. La preocupación creció entre los inversionistas de que los prestatarios argentinos no podrían darse el lujo de pagar sus deudas denominadas en dólares.

En teoría, Argentina inició el año con una cantidad decente de reservas en dólares. Estuvo cerca de una medida de suficiencia de reservas del Fondo Monetario Internacional (FMI), basada en sus exportaciones, deuda a corto plazo, suministro de dinero y otros pasivos. El FMI indicó que las reservas de 65 mil 230 millones de dólares serían apropiadas para ayudar al país a preservar la estabilidad económica y financiera. En marzo, las reservas de Argentina llegaron a 61 mil 730 millones de dólares.

Argentina usó sus reservas el mes pasado, cuando utilizó alrededor de cinco mil millones de dólares, alrededor de 8% del total del país, para comprar pesos. Algo que surtió poco efecto, ya que el peso cayó 1.6% en la última semana de abril.

El banco central argentino también aumentó repetidamente sus tasas de interés durante un período de ocho días, un intento fallido por atraer dinero de regreso a su economía.

Y al decidir que vender reservas y elevar las tasas no cambiaría la suerte del peso, Argentina recurrió al FMI para obtener una línea de crédito flexible de 30 mil millones de dólares, suficiente como para pagar deuda en moneda extranjera, que vencerá hasta 2021, según datos de FactSet.

La utilidad de las reservas en moneda extranjera para los gobiernos de mercados emergentes ha sido debatida durante décadas. Después de la crisis financiera asiática de 1997, muchos acumularon reservas de divisas en un intento por evitar las austeras condiciones asociadas con la asistencia del FMI.

Argentina, como muchas otras economías emergentes, también tomó el consejo del FMI al permitir un tipo de cambio algo flexible, que en teoría debería ayudar a absorber los impactos económicos.

El problema es que utilizar las reservas para aumentar la confianza en una divisa puede tener el efecto diametralmente opuesto, alimentando el miedo entre los inversionistas de que aún hay cosas peores por venir, dijo Gary Smith, que trabaja con fondos de riqueza soberana e instituciones oficiales en Barings Asset Management.

La caída del won coreano en 2008 llevó al país a gastar más de 20% de sus reservas de divisas. Sin embargo, lo que ayudó a detener la caída fue la oferta de la Reserva Federal de Estados Unidos de una línea de intercambio de divisas a Corea del Sur. Rusia gastó un porcentaje similar de sus reservas para detener la caída del rublo en 2014 y 2015, pero podría decirse que el repunte en el precio del petróleo  fue la causa del dolor.

Las reservas de divisas son útiles, si se emplean correctamente, de acuerdo con algunos investigadores. Usando datos de 33 países entre 1995 y 2011, un artículo reciente de cuatro economistas encontró que dicha intervención podría ser efectiva para estabilizar los tipos de cambio, especialmente cuando las ventas son grandes y son bien comunicadas.

Aunque Argentina comenzó su actual angustia con bastantes reservas internacionales, el país también tiene deudas externas más profundas que otros mercados emergentes. Más de dos tercios de la deuda pública del país se emiten en moneda extranjera, según el FMI. En comparación, los niveles equivalentes son 4.4% para Brasil y 33.5% para México.

Un aumento adicional del dólar podría poner a más economías de mercados emergentes bajo presión.

“Nuestra clase de activos nunca se cotizan bien cuando el dólar se está fortaleciendo y la reciente acción del precio ilustra qué tan rápido puede cambiar el sentimiento”, dijo Paul Greer, gerente de cartera de Fidelity International.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 17/05/2018

Etiquetas: Argentina Crisis Económica Reservas Internacionales Tasas Interés Alza Inflación