3 de may. (Sentido Común) -- Andrés Manuel López Obrador, el candidato puntero para convertirse en el próximo presidente del país, dijo que en caso de ganar no descarta revertir, vía un cambio constitucional, la reforma energética que aprobó la administración actual para abrir ese sector a los capitales privados.

     En caso de hacerlo, explicó, eso podría ocurrir en la segunda mitad de su gobierno.

La declaración del candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, realizada durante la semana de la radio y televisión que organiza cada año la Cámara Nacional de la Industria de Radio y Televisión (Cirt), podría provocar gran incertidumbre entre las múltiples compañías que están invirtiendo y han prometido invertir miles de millones de dólares en el país para no sólo explorar y extraer crudo, sino también para mejorar la infraestructura para el almacenamiento, distribución y venta de combustibles en el país.

“A mitad de sexenio sí vamos a hacer” reformas, dijo López Obrador frente a los representantes de la industria de radiodifusión mexicana. “En los temas que consideremos más necesarios, por ejemplo, la parte de la recomposición del sector energético, eso no lo descartamos y otros temas”.

Hasta ahora, López Obrador, quien compite por tercera vez por la presidencia, había dicho que de llegar a ganar la contienda electoral revisaría los contratos que el gobierno ha entregado a algunas empresas para llevar a cabo diversas actividades petroleras en el país.

La entrega de esos contratos, que inició hace dos años y medio, puso fin a casi ocho décadas de una estructura monopólica en el sector petrolero nacional, encabezado por la empresa petrolera estatal, Petróleos Mexicano (Pemex).

Sin embargo, esa apertura podría revertirse si López Obrador gana los comicios del 1 de julio y tras su análisis determina que no conviene para el país la apertura del sector petrolero mexicano.

Para ello, López Obrador tendría que reformar de nueva cuenta la Constitución, algo no fácil y sólo podría hacer si logra tener control de dos terceras partes del Congreso de la Unión, así como de la mitad de los congresos estatales.

Eso es difícil que ocurra tras las elecciones del primer domingo de julio, por lo que el candidato de los partidos Movimiento Regeneración Nacional (Morena), del Trabajo (PT) y Encuentro Social (PES) tendría que esperar a las elecciones intermedias de 2021 para ver si para entonces logra tener esos controles y entonces proceder a intentar reformar la Constitución si considera que la apertura del sector energético no es buena para México.

En los comentarios que vertió ante los representantes de la industria de la radiodifusión, López Obrador mostró gran escepticismo sobre las ventajas de la apertura de ese sector. De ahí que no es del todo erróneo pensar que a menos que a lo largo de sus primeros tres años de gobierno corrobore los beneficios de los cambios, buscará echarlos para atrás.

“Yo tengo muy claro que antes de la reforma habían dos cosas: teníamos más producción petrolera que ahora, y lo segundo, había más utilidad para la hacienda pública”, dijo López Obrador. “Aún con la corrupción en Pemex, extraer un barril de petróleo costaba 10 dólares. Si se vendía en 50, le quedaban a la hacienda pública 40 dólares por barril, quiero ver eso ahora, porque no vamos a aceptar ningún negocio para la nación, para todos”.

Claro que esa visión sobre el sector petrolero de López Obrador no es del todo muy acertada frente a la evolución que ha tenido el sector petrolero nacional a lo largo de los últimos años.

Para empezar, la caída de la producción petrolera nacional comenzó mucho antes de la reforma energética. Pemex viene reportando caídas consecutivas de su producción de crudo desde 2004, o casi una década previa a las reformas constitucionales y legales.

En ese entonces, la petrolera estatal producía 3.38 millones de barriles diarios, mientras que el año pasado cerró con una producción de 1.95 millones, o una caída de 42% que no es atribuible a los cambios legislativos.

En buena medida, la caída, de acuerdo a los expertos, la explica la sobreexplotación que hizo Petróleos Mexicanos de los campos que tenía en aguas someras, como el yacimiento llamado Cantarell, que permitían a Pemex sacar grandes cantidades de crudo a muy bajo costo por encontrarse muy cercano a la superficie.

Sin embargo, desde hace 15 años que Pemex no ha descubierto campos petroleros tan grandes y en circunstancias de fácil explotación económica como ese, que se ubicaba en la llamada sonda de Campeche.

De ahí que muchos expertos en materia petrolera, y la misma compañía petrolera estatal, estén convencidos que para revertir la caída de la producción de crudo de Pemex es necesaria la reforma energética --no su reversión.

Frenarla o incluso cancelarla tendría, para ellos, el efecto inverso. Esto es así porque gracias a la apertura de la industria Pemex está pudiendo asociarse con otras compañías petroleras por primera vez en 80 años para poder extraer, de manera conjunta, más crudo, principalmente de los campos petroleros difíciles de ser explotados, como son los de aguas profundas.

Una desarticulación de la reforma energética limitaría otra vez la capacidad de Pemex de contar con socios y capital para llevar a cabo muchas de esas actividades y que hasta hace muy poco realizaba de forma individual, asumiendo todos los riesgos de esas tareas exploratorias y productivas y limitando, por ello, su potencial de crecimiento.

Pemex incluso estima que gracias en parte a la reforma energética podrá este año finalmente cortar con la tendencia productiva decreciente de la última década y media. La empresa, junto con el gobierno, pronostica que para este año llegará a producir 1.98 millones de barriles de crudo diario, la primera alza en casi cinco lustros.

Claro que habrá que ver si esa proyección, junto con la defensa que probablemente hagan algunos ejecutivos de Pemex y otros expertos a los cambios legales, serán o no lo suficiente para persuadir a López Obrador y su equipo de colaboradores de las ventajas de mantener el marco energético actual.

El riesgo es que la ideología nacionalista del candidato presidencial podría al final tener más peso que los argumentos y la situación actual de la petrolera estatal.

Aunque al mismo tiempo, la necesidad de López Obrador de poder implementar políticas públicas a favor de quienes menos tienen, como ha prometido a lo largo de su campaña, podría hacerlo recapacitar, a fin de que vea los beneficios de la reforma energética y pueda con ella obtener los fondos que muy probablemente requiera, en caso de ganar, para financiar las iniciativas o las políticas públicas que buscará aplicar para ayudar a las familias más necesitadas.

Incluso, una reversión al modelo energético que adoptó el gobierno actual del presidente Enrique Peña Nieto, podría tener el efecto contrario para un gobierno lopezobradorista.

La agencia calificadora Moody’s Investors Service ya advirtió que una reversión a las reformas estructurales, como la energética, implicará una degradación de la calificación crediticia del país.

Si eso ocurre, el servicio de la deuda mexicana se encarecería porque la degradación elevaría los costos financiero del gobierno mexicano, sus empresas y las compañías privadas.

Las mayores tasas de interés obligarían así al gobierno de López Obrador a destinar mayores fondos para pagar sus adeudos, en lugar de usar esos fondos para el desarrollo y crecimiento económico de México.

También quizás el hecho de que López Obrador ha dicho que someterá a consulta pública decisiones trascendentales, le muestre que los mexicanos no ven mal haber abierto el sector energético a los capitales privados. Claro que sobe esto la opinión pública está muy dividida sobre las bondades o no de la reforma energética.

“No vamos a tomar decisiones sin consultar a los ciudadanos”, dijo el candidato, que busca por tercera ocasión ganar la presidencial.

López Obrador, de 64 años de edad, también dijo que se dedicará a revisar en sus primeros días de gobierno, o quizás desde antes, durante el periodo de transición, todos los contratos que se han otorgado a compañías privadas para la explotación de los recursos petroleros, a fin de garantizar que se hayan otorgado para beneficio de la nación y sin corrupción.

“Vamos a ver, en el marco existente, cómo están los contratos”, agregó el candidato puntero. “A ver si es cierto que este es un negocio bueno para la nación”.

Por otra parte, López Obrador también dijo durante su presentación en la semana de la radio y televisión que respetará las concesiones de las compañías radiodifusoras.

 

César Pérez colaboró en la elaboración de esta historia.




Fecha de publicación: 03/05/2018

Etiquetas: México economía gobierno política reforma energética cruto petróleo