20 de mar. (Dow Jones) -- El representante comercial de Estados Unidos, Robert Lighthizer, y sus asesores han estado consultando sindicatos estadounidenses y  demócratas del Congreso en las últimas semanas para reunir nuevas propuestas destinadas a impulsar los maltrechos salarios y derechos de los trabajadores mexicanos en las conversaciones para reformar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Las consultas, cada vez más intensas, con el sector laboral forman parte de la estrategia tendiente a reestructurar la política comercial mediante la obtención del apoyo de los demócratas a la táctica de la administración en las conversaciones del TLCAN.

Los votos de los demócratas serían necesarios para obtener la aprobación de cualquier nuevo acuerdo, ya que los comentarios de que el plan de la administración para reformar el TLCAN ha provocado críticas de las grandes empresas.

Los sindicatos tampoco han estado de acuerdo en todos los aspectos de la táctica de Trump. Pero mientras que los negociadores estadounidenses han ignorado en gran medida las quejas de la Cámara de Comercio y sus aliados, estos están trabajando activamente con la asociación sindical AFL-CIO y sus patrocinadores para tratar de satisfacer sus demandas.

“Tengo confianza y creo en Bob Lighthizer”, dijo Bill Pascrell, representante demócrata por Nueva Jersey que desde hace mucho tiempo está a favor de implantar protecciones laborales más fuertes en los acuerdos comerciales. “Él sabe que yo no estuve satisfecho con lo que han propuesto y pienso que nuestra posición ha sido apreciada por él. Por eso le estoy otorgando el beneficio de la duda”.

En una reunión reciente con Pascrell y otros legisladores, Lighthizer mencionó una carta de enero firmada por 183 demócratas de la Cámara de Representantes, 95% del total, exigiendo una nueva propuesta de derechos laborales más sólida que la del borrador original de la administración presentada el otoño pasado, dijo Pascrell. Ellos argumentan que los bajos salarios mexicanos y las deficientes protecciones laborales le dan a México una injusta ventaja en costos de producción competitivos que le quita trabajo a las fábricas de Estados Unidos.

La renovada táctica de la administración Trump para reforzar los derechos laborales apunta a una estrategia en evolución en las negociaciones. El presidente Donald Trump y sus asesores han suavizado sus amenazas de cancelar el acuerdo en las últimas semanas, luego del cabildeo intenso del sector agrícola, empresarial y los que están a favor del libre comercio en el Congreso que han advertido de la posible calamidad económica que implicaría el derrumbar el pacto de 24 años.

Eso indica que las conversaciones, alguna vez programadas para concluir en marzo, probablemente continuarán hasta bien entrado el año y posiblemente más allá, siempre y cuando los funcionarios de Trump estén satisfechos con lo que consideran progreso en las pasadas conversaciones y posiblemente en la próxima a realizarse en Washington a finales de mes.

Sin embargo, la Casa Blanca se está aferrando a una definición de “progreso” que ha irritado a los grupos empresariales, y tanto a México como a Canadá, una que intenta de modificar el acuerdo de la manera exigida desde hace tiempo por los sindicatos estadounidenses, que culpan al TLCAN por alentar la subcontratación externa.

La renovada atención dirigida a los derechos laborales mexicanos le imbuye un nuevo nivel de tensión a las conversaciones, especialmente ahora con los lazos transfronterizos tan desgastados debido a la disputa sobre la exigencia del presidente Trump de que México pague el muro fronterizo. Esa disputa llevó al presidente mexicano Enrique Peña Nieto a cancelar recientemente una visita planeada a Washington.

Los funcionarios mexicanos dicen estar abordando los problemas laborales mediante reformas constitucionales. El principal negociador de México, Kenneth Smith Ramos, dijo en un discurso reciente que el TLCAN “no es un instrumento mediante el cual los salarios puedan modificarse”.

Además, agregó en una entrevista que un vibrante TLCAN “contribuye a empleos mejor remunerados” a través de las fuerzas del mercado porque el pago en los sectores de exportación es “35% más elevado que. . . en el resto de la economía”.

Pascrell y Sandy Levin, representante demócrata por Michigan, otro simpatizante del sindicalismo por mucho tiempo que ha sido cortejado por Lighthizer, respondieron con una declaración calificando los salarios en México como “el tema principal” de las conversaciones, añadiendo que el fracaso de México en dejar de suprimir los “salarios” de sus trabajadores es “una sentencia de muerte para cualquier acuerdo que busque su aprobación en el Congreso”.

Grupos empresariales y los republicanos se muestran escépticos ante la estrategia de Lighthizer de obtener un gran apoyo demócrata para que se aprueben los nuevos acuerdos comerciales.

“Históricamente, al final del día, los republicanos tienden a llevar estos acuerdos comerciales al Congreso”, dijo Kevin Brady, el representante republicano por Texas que preside el Comité de Medios y Procesos de la Cámara de Representantes que supervisa el comercio.

Por otro lado, el esfuerzo de Trump se hace más difícil por la antipatía sindical a gran parte del resto de la agenda del presidente, incluidas las políticas destinadas a debilitar el poder de negociación sindical en Estados Unidos, aun cuando se busca fortalecerlas en México.

Aun así, muchos dirigentes sindicales dijeron que los funcionarios comerciales de Trump que negocian el TLCAN recibieron con más simpatía sus ideas que los asesores del presidente demócrata Barack Obama que negociaron el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP por sus siglas en inglés), al que se opusieron la mayoría de los sindicatos y legisladores demócratas --y que Trump rescindió la participación de Estados Unidos poco después de asumir el cargo.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 20/03/2018

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