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8 de mar. (Sentido Común) -- Donald J. Trump, el presidente de Estados Unidos, cumplió con su promesa de gravar las importaciones de acero y aluminio que realiza su país, sin consideración del país de origen, con la intención de proteger a la industria y generar más inversiones en ese sector.
Sin embargo, también acabó por exentar de esa medida a Canadá y México, los exportadores número uno y cuatro de acero a Estados Unidos, respectivamente, al menos mientras esos tres países continúan en el proceso para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
“Nuestra industria ha sido devastada por prácticas extranjeras. No es meramente un desastre económico sino un desastre de seguridad”, dijo Trump, en un mensaje ofrecido desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, donde estuvo acompañado de trabajadores de la industria del acero al firmar el decreto. “¿No quieren impuestos? Vengan a nuestro país”.
Así, el acero que llegue a Estados Unidos desde el exterior pagará un arancel de 25%, mientras que el aluminio tendrá un gravamen de 10%, dos tarifas superiores en comparación con el 24% al acero y el 7.7% al aluminio que recomendó hace poco más de una semana el Departamento de Comercio de ese país.
Por ahora los únicos países que no pagarán ese arancel serán Canadá y México, aunque la medida podrá ser permanente sólo en caso que los tres socios norteamericanos logren llevar a buen puerto las negociaciones del TLCAN, explicó el presidente.
“Dado la naturaleza particular de nuestra relación con Canadá y México, vamos a detener los aranceles para aquellos países”, dijo el presidente. “La seguridad nacional es un aspecto importante de ese acuerdo”.
Sin embargo, Trump ahora sugirió que esa medida podría ampliarse a otros países que estén dispuestos a ofrecer ‘un trato más justo’ para la industria estadounidense.
“Para otros países, socios y aliados, los aranceles no entrarán en vigor por un periodo de 15 días”, dijo el presidente, de 71 años de edad, en su mensaje. “Vamos a ver qué países nos tratan de manera justa”.
Desde horas antes había sugerido que estudiaba exentar del arancel a otros países, como Australia o algunas naciones que forman parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por considerar que son aliados de Estados Unidos, siempre y cuando sean recíprocos.
Incluso, el presidente dijo que su representante comercial, Robert Lighthizer, ya está a cargo de varias negociaciones que podrían acabar determinando si cobran o no aranceles a esos aliados.
Con quien no fue amable el presidente fue con China y con Japón, a quienes acusó de ampliar deliberadamente la capacidad de la industria metalúrgica más allá de su demanda, en perjuicio de la industria estadounidense.
Incluso amagó con empezar a imponer aranceles recíprocos en el caso de China, porque considera injusto que ellos vendan productos libres de aranceles pero al comprarlos los grave con un impuesto.
“Vamos a imponer un impuesto en algún punto para China, si nos cobra nosotros haremos lo mismo”, advirtió el presidente. “Si ellos nos cobran 50, les vamos a cobrar 50”.
Muchos han advertido que la imposición de tarifas es una decisión peligrosa y podía propiciar incluso una guerra comercial, especialmente cuando otros países que puedan sufrir esta medida tomen acciones de represalia.
Incluso, algunos al interior del partido Republicano, que es la misma organización política a la que pertenece Trump, mostraron su inconformidad por la aplicación de esas medidas proteccionistas.
Jeff Flake, un senador republicano de Arizona, dijo que impondría un proceso ante el Congreso para anular la decisión de Trump por considerar que podría desatar una guerra comercial que acabará por afectar a los trabajadores y la industria que el presidente dice proteger.
“Propondré inmediatamente un borrador e introduciré una legislación que nulifique esos aranceles”, escribió el senador Flake, a través de su cuenta personal de Twitter, minutos antes de la firma del decreto de Trump. “Le suplico a mis colegas que lo aprueben antes que este ejercicio de proteccionismo inflija más daño a la economía”.
Por su parte, el senador Orin Hatch, otro senador republicano de Utah, que además preside el Comité Financiero de la Cámara Alta, dijo que trabajaría con la administración para “mitigar” la decisión de la Casa Blanca, de acuerdo con un reporte de Trump.
Mientras eso ocurre, el presidente adelantó que ya tiene las primeras noticias de empresas que empiezan a planear inversiones en esa industria a partir de las protecciones que recibirán del gobierno.
“Ya estamos viendo los beneficios de esto. Ayer, US Steel anunció la reapertura de un molino y requerirán de 500 trabajadores de inmediato”, dijo Trump en el mensaje que ofreció frente a trabajadores del sector. “Después de firmar está proclamación, Century Aluminium en Kentucky invertirá más de 100 millones de dólares para crear y renovar su producción de aluminio de alta calidad, grado militar, crítica para nuestra seguridad nacional, con 150 mil toneladas de aluminio y 300 trabajadores que al final serán muchos más”.
Los mercados financieros recibieron con entusiasmo el anuncio de Trump, probablemente porque sintieron un tono menos agresivo del presidente y abrió la puerta a la negociación con otros países.
El índice bursátil industrial Dow Jones finalizó la sesión con un avance de 0.38%, en tanto que el S&P 500 ganó 0.45% y el tecnológico Nasdaq repuntó 0.42%.
Por su parte, el principal indicador de la Bolsa Mexicana de Valores avanzó 1.2% o su mayor ganancia en dos meses.
Fecha de publicación: 08/03/2018
Etiquetas: EUA Trump arancel acero aluminio Canadá México economía comercio