1 de feb. (Dow Jones) -- En el segundo día del nuevo año, el presidente Donald Trump envió una notable cadena de 16 tuits directamente desde su cuenta personal. En ellos criticó a Pakistán, amenazó con quitarles la ayuda estadounidense a los palestinos, reclamó su crédito por un año sin muertes en la aviación comercial, atacó a los medios de comunicación y proclamó que tiene un “botón nuclear” más grande que el del líder de Corea del Norte.

     Cada aspecto de esa cadena de tuits --desde la plataforma utilizada, el tono desplegado, hasta el sensible terreno de política exterior cubierto ante el público-- marca un alejamiento del suntuoso comportamiento presidencial anterior. En resumen, dicha serie de mensajes es una buena ilustración de la forma en que Trump ha cambiado la presidencia, así como también lo que los estadounidenses esperan de ésta.

En el año transcurrido desde que asumió el cargo, Trump ha demostrado que simplemente no está obligado por lo que se ha considerado como las convenciones previas del papel que está desempeñando. Otros presidentes han tratado de evitar o mitigar la controversia; es muy probable que él esté procurando o acercándose a la controversia, al considerarla como una herramienta para lograr el cambio.

Los presidentes anteriores han tendido a hablar con moderación y con cautela; Trump lo hace todos los días en una plataforma de las redes sociales nunca antes desplegada de esta manera.

Los presidentes anteriores se esforzaron por mostrar consistencia en todo lo que dijeron y defendieron, temerosos de que las cambiantes posiciones dieran pie a acusaciones de que eran irresponsables o que carecían de principios. Trump cambia de posición con frecuencia y sin esfuerzo --estando en un momento en varios lados de un tenso debate de inmigración durante una sola discusión televisada-- y se jacta de que es una ventaja mantener a los enemigos adivinando de esa manera. “Soy una persona muy flexible”, dijo en una entrevista reciente con el diario The Wall Street Journal. Agregó: “No sé lo que significa la palabra permanente”.

William Daley, quien fungió como secretario del gabinete y jefe de gabinete de la Casa Blanca durante la presidencia de Barack Obama, dijo simplemente: “Ha cambiado fundamentalmente cómo la gente común ve la presidencia, no solo aquí sino en todo el mundo”.

En términos sustantivos, si se define a un populista como alguien que desafía a las élites establecidas del país y sus puntos de vista a nombre del “pueblo”, entonces Trump es el presidente más populista de los tiempos modernos. Eso ha alterado la idea convencional que se tiene del cargo y eso ha generado presiones presidenciales inusuales que se ejercen en las empresas y los directores ejecutivos cuando toman decisiones sobre la inversión de capital y los planes de contratación de sus empresas.

“Él ha cambiado el argumento en Washington, que durante los últimos 70 años fue: construir un orden mundial global basado en acuerdos comerciales desiguales, crear una interdependencia económica global y el surgimiento de clases medias en todo el mundo, (y que eso) mantendría al mundo en paz”, dijo Anthony Scaramucci, ex colaborador de Trump que fungió brevemente como director de comunicaciones de la Casa Blanca. “Estados Unidos será una superpotencia benevolente en un mundo en paz y nuestra economía crecerá. Ese era el paradigma.

Trump quiere hacer todo eso, pero hacer equitativos los acuerdos comerciales -- hacer los acuerdos comerciales más justos-- porque cree que eso beneficiará al trabajador estadounidense y a la clase media en general”.

Más que los presidentes corporativos recientes, él actúa como un director ejecutivo del gobierno que como su director de operaciones. En lugar de presentar sus propias propuestas detalladas de política, él ha confiado en sus colegas republicanos del Congreso para que trabajen en los detalles de un plan de salud, un recorte de impuestos y la reforma migratoria, prefiriendo posicionarse como un líder que conserva la flexibilidad para lograr sus objetivos en lugar de uno que busca determinar sus contornos precisos.

Todavía no está claro cuán efectivo será este nuevo estilo presidencial. Ha producido un recorte de impuestos histórico, un amplio relajamiento de la regulación gubernamental y un cambio significativo en los tipos de jueces que conforman los tribunales federales.

Sin embargo, el presidente no logró abrir el camino hacia un nuevo sistema de salud, ni obtuvo un amplio respaldo para sus puntos de vista sobre inmigración, y su trato con los aliados sigue siendo controvertido y contencioso.

Incluso algunos de los partidarios del presidente admiten que se sienten desgastados por la interminable sensación de agitación. A pesar de los esfuerzos de Trump por gobernar como un político casi independiente, su estilo que polariza opiniones ha ayudado a evitar que obtenga un apoyo demócrata significativo para que se aprueben sus iniciativas, lo que podría condenar fatalmente sus esperanzas de lograr un amplio acuerdo sobre la reconstrucción de la infraestructura de Estados Unidos.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 01/02/2018

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