Newsletter
Recibe gratis un resumen diario de lo más importante en negocios.
Al suscribirte aceptas los términos y condiciones de nuestra política de privacidad.
17 de nov. (Dow Jones) -- Donald Trump nos lo advirtió de antemano. Durante la campaña presidencial de 2016, el entonces candidato anunció que sería impredecible y, de hecho, él consideró esta característica como un activo estratégico.
En su libro de la temporada de campañas ‘Crippled America’ (Estados Unidos lisiado), escribió: “No quiero que la gente sepa exactamente lo que estoy haciendo --o pensando. Me gusta ser impredecible. Los mantiene fuera de balance”. También dijo que un socio comercial describió la imprevisibilidad como “una de mis mejores cualidades”.
Más tarde, en una entrevista televisiva, él fue más allá. Cuando se le preguntó si los votantes tenían derecho a saber si llegaría tan lejos como para bombardear las instalaciones nucleares de Irán. “No, no lo tienen”, respondió el Trump. “Los votantes quieren imprevisibilidad”.
Ahora la pregunta más pertinente es esta: ¿Cuándo la imprevisibilidad le conviene a un presidente, dándole flexibilidad mientras mantiene a sus oponentes desprevenidos, y cuándo se convierte en desventaja, dejando a sus amigos convencidos de que no pueden contar con él y a los enemigos potencialmente calculando mal sus verdaderas intenciones?
“La imprevisibilidad puede ser útil ocasionalmente”, dijo Kenneth Duberstein, quien se desempeñó como jefe de gabinete en la Casa Blanca de Ronald Reagan. “Pero no puede ser un estilo de gestión operativa”.
La pregunta surge de manera más inmediata debido a los cambios de rumbo de Trump de las últimas semanas referentes al sistema de salud, lo que ha dejado desconcertados a sus colegas republicanos sobre sus resultados.
Recientemente, derogó los subsidios que el gobierno federal había estado pagando a las compañías de seguros para ayudarles a absorber el costo de las pólizas de los estadounidenses de bajos ingresos, diciendo en un tuit que el dinero “se estaba destinando a las ganancias de las compañías de seguros”.
Posteriormente, pareció apoyar un compromiso bipartidista elaborado por el senador republicano Lamar Alexander y la senadora demócrata Patty Murray que mantendría esos subsidios. Trump dijo que la Casa Blanca estaba involucrada en negociaciones sobre ese acuerdo, y pareció aprobarlo, diciendo que “están llegando bastante cerca de una solución a corto plazo. La solución se tendrá en alrededor de uno o dos años, y nos permitirá superar éste obstáculo intermedio” hasta que se pueda promulgar un nuevo plan de salud.
Finalmente, 24 horas después, Trump canceló el acuerdo y dijo en otro tuit: “Nunca podré apoyar el rescate de las compañías de seguros que han hecho una fortuna” con Obamacare.
Legisladores de ambos partidos están perplejos. ¿Podría o no el presidente aceptar un plan que mantenga los subsidios de los seguros? ¿Vale la pena que los senadores Alexander y Murray continúen sus esfuerzos, o el presidente intentará bloquear el respaldo republicano y finalmente vetar el acuerdo al que lleguen?
Una suposición entre los republicanos es que Trump simplemente malinterpretó la situación y no se dio cuenta de que el compromiso Alexander-Murray estaba enfrentando mucha resistencia de los conservadores republicanos, cuyo apoyo era crucial para lograr la máxima prioridad de la Casa Blanca, la aprobación de su plan de reducción de impuestos, que ayer recibió luz verde por la Cámara de Representantes. Trump ansía llegar a un acuerdo de salud de algún tipo, pero no al precio de poner en riesgo el apoyo para que se apruebe su preciada revisión de impuestos.
Mick Mulvaney, el director de presupuesto de la Casa Blanca, fue el encargado de decir a la cadena CBS que el esfuerzo de Alexander-Murray aún no llega “lo suficientemente lejos” para hacer otros cambios que quieren los republicanos. Un veterano republicano describió ese teje y maneje como un ejemplo de “imprevisibilidad no planificada”.
Está claro que Trump piensa que, en la mayoría de los casos, ser impredecible es mejor que ser transparente, particularmente cuando se trata de mantener a los enemigos externos suponiendo cuáles son las intenciones de los estadounidenses. En casa, es más difícil para sus oponentes trabajar a su alrededor si no están seguros exactamente qué posición va a tomar él, y menos probable que intenten arrollarlo si creen que hay una posibilidad de que cambie de opinión al final.
Debido a que Trump no tiene una ideología fija, no ve la necesidad de defender una posición determinada simplemente por motivos filosóficos. En cambio, sí mantiene la máxima flexibilidad para llegar a un trato al final.
“Tiene mucha flexibilidad en su propia mente”, dijo John Feehery, quien se desempeñó como asistente principal del ex presidente de la Cámara de Representantes Dennis Hastert. “Hay mucha fl exibilidad ideológica ahí. Pero el pueblo estadounidense también tiene mucha flexibilidad ideológica”.
A nivel interno, el peligro es que simplemente los legisladores comiencen a ignorar lo que dice Trump porque al final no crean que puedan contar con eso.
A nivel internacional, el peligro es que los oponentes no calculen bien los resultados, porque no saben dónde termina la fanfarronería y dónde empieza la realidad. Eso parece ser un peligro real en este momento con las tensiones con Corea del Norte.
El presidente Barack Obama aprendió el precio de la imprevisibilidad en el ámbito de política exterior en al menos un caso importante. Advirtió públicamente que el uso de armas químicas por parte de Siria en su guerra civil cruzaría una línea roja para él, lo que provocó represalias. Cuando se cruzó ese límite, Obama no actuó, lo que generó dudas sobre la confiabilidad estadounidense que persistió durante su presidencia.
Como eso lo sugiere, en el área de seguridad nacional, ser constante sin cambios bruscos puede ser preferible que nunca tener la seguridad de algo.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
Copyright © 2017 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved
Fecha de publicación: 17/11/2017
Etiquetas: EUA Trump Política Estrategia