Reykjavik, Islandia, 13 de sep. (Dow Jones) -- El esfuerzo turístico de Islandia ayudó a salvar la alguna vez remota isla de su profunda crisis económica, pero ahora que ese negocio está en auge la nación noratlántica está bajo presión por el peso de sus imprevistas y repentinas ganancias.

Atraídos por sus espectaculares paisajes volcánicos y sus fáciles rutas aéreas, se espera que alrededor de 2.2 millones de turistas fluyan hacia el país de 330 mil habitantes este año, casi cinco veces más que en 2010, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El turismo es ahora la industria más grande del país, por delante de su tradicional fuente de ingresos, la pesca.

La escala de la explosión del turismo ha tomado desprevenido al gobierno, dejando a la infraestructura tensa y a los islandeses superados en número que se quejan de la escasa vivienda, el aumento de los precios de alquiler y la basura en las calles.

“Queríamos más turismo y nos esforzamos mucho para que esto sucediera. . . Pero este inmenso crecimiento no fue algo que alguien pudiera prever”, dijo Sigrun Brynja Einarsdottir, un alto funcionario del Departamento de Turismo.

El turismo ha sido una bendición mixta para muchos lugares de todo el mundo. El aumento en los viajes económicos y la emergente clase media china han contribuido a un bienvenido aumento en el gasto de los visitantes, pero también ha afligido frágiles locaciones que van desde Bali hasta Venecia.

Islandia ha recorrido un largo camino desde 2008, cuando se derrumbó su sobredimensionado sistema bancario y que se disparó el desempleo. La moneda local, la corona, se ha fortalecido, y la economía creció 7.2% en 2016, la tasa más alta de crecimiento entre las economías desarrolladas. Este año, el gobierno eliminó casi todos los controles restantes al capital establecidos en lo profundo de la crisis.

La afluencia de turistas, en su mayoría estadounidenses y británicos, data de la erupción del volcán Eyjafjallajokull en 2010, que esparció nubes de cenizas por toda Europa e interrumpió los viajes aéreos.

El gobierno respondió con una campaña de mercadotecnia que atrajó la atención mundial a los magníficos géiseres de Islandia, sus prístinas aguas azules y las escarpadas lunadas. Con el apoyo de una moneda todavía en vías de recuperación de la crisis y las compañías aéreas que ofrecían escalas gratuitas en sus rutas intercontinentales, los visitantes llegaron a raudales.

Para algunos, la táctica ha funcionado demasiado bien. En las calles de la capital --una ciudad compacta de casas con colores vivos donde el edificio más alto hasta hace poco era la histórica iglesia de Hallgrimskirkja de 73 metros de altura--, algunos habitantes normalmente plácidos de Islandia han comenzado a refunfuñar.

Los sitios alguna vez solitarios ahora están llenos de gente, y las calles están atascadas con coches de alquiler. La construcción de nueva capacidad hotelera requiere tiempo, por lo que el país ha recurrido a las plataformas como Airbnb, una tendencia que, dijeron los economistas, ha ayudado a elevar los precios de la vivienda. Estos subieron 183% en lo que va del año hasta marzo en la capital de Islandia, en comparación con 6.3% un año antes, de acuerdo con el corredor Knight Frank.

“La situación en el centro de la ciudad es imposible en la actualidad. Los precios han subido y muy pocos apartamentos están disponibles”, dijo Kolbrun Yr Einarsdottir, quien trabaja en un museo administrado por artistas de Reykjavik. Ella y su esposo fueron expulsados de su departamento en 2014 porque, dijo, el dueño quería alquilarlo a través de Airbnb.

“No fue una sorpresa”, dijo Einarsdottir. “Eso había estado sucediendo a nuestro alrededor”.

Por lo menos uno de cada ocho departamentos del centro fue utilizado durante cortos periodos de tiempo durante la temporada alta del año pasado, de acuerdo con Elvar Orri Hreinsson, un analista de investigación de Islandsbanki, quien dijo que el cociente probablemente sea mayor ahora.

Airbnb dijo que los anfitriones de Islandia suelen ser personas que comparten espacios en sus casas varias veces al mes, no los negocios de tiempo completo. “Airbnb ayuda a extender los beneficios del turismo a los residentes locales” al aumentar sus ingresos, dijo el portavoz de Airbnb, Bernard D'heygere.

El gobierno de Islandia recientemente requirió registro oficial para el compartimiento casero y licencias de negocio para la gente que alquila su alojamiento por más de 90 días por año o gana más de cerca de 18 mil dólares en ingresos de alquiler.

El gobierno también ha tomado medidas para mejorar las carreteras, puentes y estacionamientos de Islandia. Y en respuesta a la indignación provocada por el mal comportamiento turístico, ha instalado más inodoros y cestos de basura en el interior del país.

Teniendo a los turistas estadounidenses superando a los islandeses, la demanda de servicios de embajada --como la reposición de pasaportes perdidos-- ha aumentado drásticamente, dijo Jill Esposito, encargada de negocios en la embajada de Estados Unidos en Reykjavik.

Para algunos, todo parece preocupantemente familiar. El ritmo de crecimiento es una reminiscencia de los años previos a la crisis financiera, que golpeó a Islandia de manera más severa que a la mayoría.

Una economía sobrecargada no sólo ha provocado una corona más fuerte y precios más altos de la vivienda, sino que también estimuló la demanda de mano de obra, elevando los salarios. La tasa de desempleo de Islandia en mayo fue de 2.6%, la más baja del mundo desarrollado, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.

Aunque la economía de Islandia tiene “una base más firme” que la última vez que creció tan rápido, “los riesgos de sobrecalentamiento son una preocupación clara y actual”, dijo el FMI en un informe reciente.

Mar Gudmundsson, gobernador del banco central de Islandia, dijo que el ritmo de crecimiento se ha vuelto “un poco incómodo”, pero señaló que la economía está “muy lejos de un auge de sobrecalentamiento impulsado por el crédito”.

Cierta desaceleración puede ya estar en proceso. El aumento de la corona en los últimos tres años ha hecho que Islandia sea más cara para los visitantes extranjeros --una tendencia que podría frenar el crecimiento de los visitantes, dijeron economistas.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 13/09/2017

Etiquetas: Islandia Turismo Economía Crisis Bancaria Económica Desempleo