8 de sep. (Dow Jones) -- El gigante farmacéutico danés Novo Nordisk está viviendo una pesadilla corporativa de libro de texto.

Después de que la farmacéutica se enfocó a fabricar esencialmente un solo producto cada vez mejor --cobrando cada vez más por él-- los clientes de repente dejaron de pagar todos esos avances. Las versiones establecidas aún son lo suficientemente buenas.

En el caso de Novo Nordisk, ese producto es la insulina, una hormona que es deficiente en personas que padecen la diabetes. Desde su fundación en 1923, la compañía ha mejorado sucesivamente la insulina que produce. Es el mayor productor del mundo del producto bioquímico y el cual aporta más de la mitad de los ingresos de la empresa.

Durante años, esa innovación se ha traducido en una capacidad para cobrar cada vez más por la última versión, aumentando los márgenes de ganancia y en consecuencia aumentando el precio de las acciones de la compañía.

A medida que la diabetes --un padecimiento incurable - se transformó en una epidemia global en los últimos años, el enfoque estricto de Novo Nordisk en la insulina le proporcionó beneficios cada vez más crecientes y confiables.

Pero últimamente ese flujo de ingresos se secó. Los médicos, administradores de planes de salud y aseguradoras han rechazado pagar la nueva versión de insulina de Novo Nordisk.

Las pruebas clínicas muestran que ésta funciona como se prometió en el control de la diabetes y que ofrece beneficios secundarios significativos en comparación con sus predecesoras. Pero para muchos clientes, todo eso no es suficiente como para que se justifique el pago extra --ya que los medicamentos más antiguos que hay en el mercado todavía funcionan bastante bien. En Europa, la empresa tenía la esperanza asignarle un precio a Tresiba de 60 a 70% mayor que el de su producto anterior.

“Las mejorías graduales no parecen justificar mayores precios”, dijo Steve Miller, director médico de Express Scripts Holding, uno de los mayores administradores de beneficios de farmacia de Estados Unidos, un intermediario clave que compra medicamentos a granel a nombre de las aseguradoras.

Las esperanzas de Novo Nordisk respecto al nuevo medicamento --que alguna vez esperaba que generará grandes ganancias-- se han atenuado. La farmacéutica ha advertido repetidamente que no logrará sus objetivos de crecimiento a largo plazo y el precio de sus acciones se ha reducido más de 25% desde el comienzo del año pasado.

Los ejecutivos están luchando por diversificarse --invirtiendo dinero en investigación que está fuera de su núcleo de su ciencia básica enfocada en la insulina. La compañía anunció mil recortes de empleo en otoño pasado.

“Mucho personal --cualquiera que se hubiera unido a la empresa en los últimos 18 años-- no había visto otra cosa que éxito y un constante crecimiento”, dijo en una entrevista Lars Fruergaard Jørgensen, su director ejecutivo.

Como muestra la turbulencia de Novo Nordisk, hay límites comerciales en la innovación. Nokia y BlackBerry perdieron su dominio de mercado en los teléfonos inteligentes porque los competidores los superaron con grandes avances tecnológicos. Ambas empresas están en proceso de reinventarse.

En otros casos, sin embargo, la innovación ha topado con pared. Ese es especialmente el caso en algunos bolsillos del negocio farmacéutico, donde se está reduciendo el alcance de los grandes avances.

Las enfermedades comunes y mortales, como el asma, el colesterol elevado y las enfermedades del corazón, fueron el foco de la industria farmacéutica durante la edad de oro de lanzamientos de medicinas de la década de los noventa.

Ahora, basarse en esos avances ha resultado más costoso y más complejo, y generalmente dan como resultado ganancias más magras. Los medicamentos mejorados son más difíciles de vender a los precios necesarios para cubrir sus costos de desarrollo.

Sanofi y Amgen están luchando por hacer progresos con sus nuevos medicamentos para reducir el colesterol. Estos medicamentos, conocidos como inhibidores de PCSK9, producen una mayor reducción en los niveles de colesterol que las estatinas más antiguas, pero sólo en ciertas personas. Sin embargo, las empresas todavía tienen que convencer a las aseguradoras de que vale la pena que estos pacientes los consuman: ambos cuestan más de 14 mil dólares anuales antes de las rebajas y descuentos. Las estatinas más antiguas están disponibles por sólo unos cuantos centavos de dólar diarios.

Las personas con diabetes no producen suficiente insulina, una hormona necesaria para convertir el azúcar en energía almacenable. En la diabetes tipo 1, el cuerpo no produce insulina en lo absoluto. En el tipo 2, la forma mucho más común ligada a la obesidad, el cuerpo desarrolla resistencia a la insulina, y el páncreas no puede producir lo suficiente como para producir el efecto adecuado.

De las personas diagnosticadas con diabetes, alrededor de un tercio depende de las inyecciones de insulina.

Novo Nordisk ha estado fabricando insulina desde que la hormona fue descubierta a principios del siglo XX. Este descubrimiento, realizado por dos científicos canadienses, condujo al primer tratamiento efectivo para la diabetes.

August Krogh, profesor de medicina danés y ganador del Premio Nobel, escuchó sobre el descubrimiento en 1922 cuando realizaba conferencias en Estados Unidos con su esposa, Marie, una doctora que sufría de diabetes tipo 2. Después de una escala en Toronto, la pareja regresó a Dinamarca con el permiso para fabricar el tratamiento salvavidas en Escandinavia.

Nordisk Insulinlaboratorium fue fundado el año siguiente. Dinamarca, sede de una de las industrias de carne de cerdo más grandes de Europa, tenía sentido para un negocio basado, en sus primeros días, en la obtención de la hormona de los páncreas de los cerdos y las vacas.

En 1924, dos hermanos dejaron Nordisk para formar su propia empresa, Novo. Las compañías rivales compitieron ferozmente, superándose una a otra con innovaciones de la insulina, como las inyecciones con efectos más largos.

Novo adoptó la nueva tecnología de ingeniería genética en los años ochenta. La tecnología permitió la producción de la insulina humana sintética y puso fin a la dependencia de los animales. Ambas compañías unieron fuerzas en 1989, superando a la estadounidense Eli Lilly como el mayor productor mundial de insulina.

A lo largo de su historia, el enfoque puntual de la compañía fue una fortaleza: su profunda experiencia aumentó su capacidad para producir productos cada vez mejores.

En la década de los noventa, la compañía modificó la molécula básica de la insulina para afinar su funcionamiento. Desarrolló una insulina de acción rápida, llamada Novolog, que ingresa a torrente sanguíneo rápidamente, proporcionando un impulso listo en las comidas. También lanzó una versión de acción prolongada llamada Levemir que libera una dosis constante de insulina en la sangre durante todo el día.

A mediados de los años 2000, Novo Nordisk lanzó una serie de insulinas analógicas, a medida que los pacientes exigieron formas más convenientes. Los médicos, pacientes y administradores de atención médica de Estados Unidos y Europa estaban agradecidos, dispuestos a pagar más por los nuevos beneficios.

Las acciones de Novo Nordisk subieron como la espuma. En 2013, la pequeña bolsa de valores de Copenhague se vio obligada a cambiar su índice de referencia para evitar  sentirse abrumada por el creciente valor de mercado de la compañía.

Para entonces, Novo Nordisk disfrutó de un duopolio con su droga de acción más larga, compitiendo sólo con el gigante francés Sanofi.

Después del éxito de Levemir, Novo Nordisk apuntó más alto. Desarrolló Tresiba, una insulina más conveniente: el medicamento se puede tomar a cualquier momento del día, mientras que Levemir y el equivalente de Sanofi, Lantus, requieren un horario de dosificación regular. Además, Tresiba se asocia con menos episodios de azúcar en sangre peligrosamente baja, o hipoglucemia.

Los primeros resultados de Tresiba impresionaron a los ejecutivos, recordó el jefe de investigación de Novo Nordisk, Mads Thomsen. “Nos sentamos ahí y exclamamos: ‘Guau’”, dijo. “Nos dimos cuenta de que estábamos muy cerca de la perfección”.

Mientras aguardaba la aprobación final Federal Drug Administration (FDA) de Estados Unidos, la compañía lanzó la droga en Europa, a partir de 2013, llegando al mercado sin mucho éxito.

Los precios de los medicamentos en Europa son muy diferentes a los de Estados Unidos. Los compradores más grandes no son las aseguradoras ni los gestores de planes médicos, sino entidades controladas por el gobierno o sus intermediarios. Por lo general, estos negocian agresivamente con las empresas para lograr suministros para todo un país. Este sistema mantiene los precios más bajos que el de Estados Unidos que está más fragmentado.

Una vez que uno de estos organismos establece un precio, es muy difícil aumentarlo. Por lo tanto, las farmacéuticas suelen lanzar un nuevo medicamento a un precio más alto del que piensan que pueden obtener, sabiendo que probablemente no serán capaz de aumentarlo.

Novo Nordisk, sin embargo, luchó desde el principio para convencer a los compradores europeos de que Tresiba era lo suficientemente diferente de Levemir como para merecer el sobreprecio.

Además, para minimizar el impacto en sus presupuestos, los sistemas de salud no reembolsaban a los pacientes el costo de Tresiba, y la nueva insulina ganó muy poca cuota de mercado. El año pasado, Novo Nordisk bajó su precio a un nivel que los sistemas de salud lo reembolsarían, y el uso de Tresiba se ha recuperado.

“En Europa, lanzamos el producto a un precio elevado”, dijo Jørgensen, su director general. “Este resultó ser demasiado alto”. El ejecutivo señaló que el sobrecosto de Tresiba sobre Levemir y Lantus es ahora alrededor de 20% en la mayoría de los mercados europeos.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

Copyright © 2017 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved

 


Fecha de publicación: 08/09/2017

Etiquetas: Novo Nordisk Insulina Avances Consumidor Precios Europa EUA Administradores Laboratorios Bioquímica Azúcar Glucosa Insulina