28 de ago. (Dow Jones) -- La caída de la producción petrolera de Venezuela empeorará, quizás mucho más, antes de que mejore, potencialmente perturbando los mercados mundiales de energía. El país que sufre una escasez de dinero no ha podido darle mantenimiento a sus campos de petróleo, lo que significa que algunas de las pérdidas de producción serán permanentes.

Venezuela produce ahora entre 1.9 y 2.2 millones de barriles diarios, dependiendo de si se usan datos no oficiales u oficiales, menor a las estimaciones oficiales de 2.5 millones a finales de 2015 y de 3.4 millones antes de que Hugo Chávez asumiera el poder en 1999.

El descenso en la producción es tan dramático que Venezuela, hogar de las reservas de crudo probadas más grandes del mundo, está realmente importando barriles de crudo ligero, que necesita mezclarse con sus variedades pesadas para hacerlas útiles.

El problema es el efectivo, la deuda y la producción. Venezuela está luchando con una carga de 120 mil millones de dólares en deuda, y ha prometido barriles de petróleo como reembolso de los préstamos rusos y chinos.

Después de abastecer el mercado doméstico de energía y pagar las importaciones de crudo, a Venezuela sólo le restan entre 600 mil y 800 mil barriles diarios para generar flujos netos de efectivo, de acuerdo con Center on Global Energy Policy de Columbia University. El país obtiene cerca de 90% de sus ingresos en moneda extranjera de las exportaciones de petróleo.

El próximo conjunto probable de escenarios incluyen un incumplimiento, la sublevación en Venezuela o las sanciones estadounidenses. El presidente Donald Trump incluso insinuó tomar medidas militares. Algunas harán que disminuya la producción tales como la huelga de los trabajadores petroleros venezolanos en 2002.

Por supuesto, la eliminación temporal de lo que producirían tres Libias de la oferta de crudo impulsaría los precios del crudo, aunque muy por debajo de 50% que la huelga ayudó a precipitar hace 15 años. Sin embargo, como señalan los analistas de RBC Capital Markets, alguna perturbación actual sería mucho mejor para algunos.

Los productores de crudo pesado en México y Canadá verían un aumento en la demanda y en los precios relativos cuando las refinerías estadounidenses diseñadas para procesar tipos similares de crudo les pagaran por sus barriles. Una situación similar ocurriría si Estados Unidos promulgara sus amenazas de sanciones, desviando así el petróleo venezolano a otra parte.

     A finales de la semana pasada, Departamento del Tesoro de Estados Unidos anunció la prohibición a nuevas inversiones en empresas venezolanas, así como la compra de deuda y bonos que emite el gobierno y sus entidades, incluida PDVSA, por la naturaleza dictatorial del régimen venezolano.

Si el país puede enderezarse, la producción podría estabilizarse, pero cualquier recuperación sería modesta. Años de inversión deficiente pueden haber causado daños permanentes a los yacimientos de petróleo convencionales de Venezuela.

La reactivación de la producción requeriría una inversión extranjera sustancial, incluso en los depósitos de petróleo pesado. Ahora que Venezuela ha quemado no sólo a las multinacionales occidentales, sino también a empresas estatales de Rusia y China, hacerlo será una tarea difícil sin un cambio de régimen.

El análisis de Columbia concluye que Venezuela sólo podría aumentar su producción entre 100 mil a 200 mil barriles por año en el mejor de los casos. Una recuperación dejaría a Venezuela muy lejos de sus niveles históricos de producción, lo que tendría poco impacto en los mercados, mientras que la crisis haría las cosas más difíciles para los venezolanos y para los consumidores de petróleo.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 28/08/2017

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