12 de jul. (Bloomberg) -- Para el presidente Donald Trump, el déficit comercial de 500 mil millones de dólares de Estados Unidos es un símbolo de debilidad económica. Si quiere que el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) sea reformado para reducir esa cifra, se necesitará lograr un cambio de proporciones sísmicas en la forma en que se fabrican los automóviles en el continente.

Dado que dichas negociaciones iniciarán en agosto, los fabricantes de todo tipo de cosas, desde juguetes hasta microcircuitos, están esgrimiendo su argumento sobre la forma en que la administración Trump debería remodelar el acuerdo comercial con México y Canadá que ya tienen 23 años de antigüedad. Además, por el celo del presidente en reducir el déficit comercial, la industria automotriz podría tener la llave al éxito de Estados Unidos en las negociaciones. Trump ha amenazado con salir del TLC si no puede obtener mejores condiciones.

Estados Unidos registró un déficit comercial de 63 mil millones de dólares con México el año pasado, en comparación con un superávit de siete mil 700 millones de dólares con Canadá. El déficit comercial automotriz con México fue de 74 mil millones de dólares. En otras palabras, si se elimina el comercio de automóviles y autopartes de la frontera sur estadounidense, Estados Unidos estarían registrando un superávit comercial con México.

La mayoría de los fabricantes de automóviles más grandes del mundo han establecido plantas de ensamble en México, aprovechando los salarios que son significativamente más baratos que en Estados Unidos. Las automotrices tradicionales de Estados Unidos siguen realizando gran parte de su trabajo de diseño avanzado e investigación y desarrollo automotriz en el área de Detroit.

Aprovechando las ventajas comparativas de cada país, las automotrices se han comportado tanto como lo habían predicho los libros de texto comerciales cuando nació el TLC en 1994.

Sin embargo, la tercerización del trabajo de ensamble automotriz, con la finalidad de reducir los costos de producción y obtener más ganancias, ha contribuido a la disminución constante de los empleos manufactureros en Estados Unios, una tendencia a la que algunas comunidades de Cinturón del Óxido todavía están luchando por adaptarse.

Durante la elección presidencial, la promesa de Trump de adoptar una línea estricta en el comercio atrajo a las personas que sienten que se han quedado rezagadas por la globalización.

La industria del automóvil es “realmente el meollo del debate central acerca del comercio que se está desarrollando ahora”, dijo Ethan Harris, jefe de investigación de economía global en Bank of America Merrill Lynch. “Desde el punto de vista de la eficiencia, el automóvil ha sido un aspecto tremendamente exitoso del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Desde la perspectiva de la apariencia de la justicia, es un gran dolor de cabeza”.

 

Cadenas de suministro

El TLC ayudó a crear una cadena de suministro integrada que ve muchas autopartes cruzar la frontera de Estados Unidos por lo menos ocho veces antes de que se arme el vehículo, dijo Alliance of Automobile Manufacturers en una carta dirigida a Robert Lighthizer, el principal negociador comercial de Trump.

“La interrupción de esta cadena de suministro integrada aumentaría los precios, reducirá las ventas, amenazaría las exportaciones y pondría en peligro el trabajo de muchos trabajadores estadounidenses”, dijo la alianza, agregando que las automotrices podrían buscar suministros fuera de Norteamérica si su modelo de negocio continental se altera. Esta agrupación representa a compañías que venden automóviles y camiones en Estados Unidos, incluyendo Toyota Motor y Volkswagen.

El presidente ha estado instando a los fabricantes de automóviles a producir más autos en Estados Unidos. Incluso antes de asumir el cargo, amenazó con imponer un “gran impuesto fronterizo” a General Motors por construir el Chevrolet Cruze al sur de la frontera. Funcionarios estadounidenses han propuesto una serie de reformas del TLC que afectarían a las automotrices, como el endurecimiento de las llamadas reglas de origen que determinan qué tantas autopartes de un producto se debe crear en Norteamérica.

 

Planes futuros

Los amagos de Trump puede estar teniendo cierto efecto. Algunas automotrices y proveedores de autopartes están esperando ver cómo se desarrollan las negociaciones antes de decidir tomar cualquier medida, dijo Gregory Husisian, copresidente del equipo de la industria automotriz en Foley & Lardner, con sede en Washington. “Se han congelado parcialmente los planes futuros de inversión”.

Sin embargo, nada impide que las compañías automotrices muden producción a otro país si Norteamérica se vuelve demasiado costosa. Ford Motor anunció que construirá sus automóviles compactos Focus en China, cancelando planes para trasladar esa producción a México, en una decisión que Lighthizer calificó de “preocupante”.

Muchos economistas sostienen que el déficit comercial tiene más que ver con la diferencia entre el ahorro y la inversión en una nación que los tratados que ésta negocia.

Basándose en esa lógica, si Estados Unidos sigue invirtiendo más de lo que ahorra, el país seguirá registrando déficits comerciales. Incluso si desaparece el déficit comercial de Estados Unidos con México, éste simplemente puede emigrar a otro lugar.

Convencer a las automotrices para que reimplanten su producción en Estados Unidos podría darle un impulso a la economía a corto plazo, lo que ayudaría a Trump a cumplir su promesa de elevar el crecimiento a 3% anual y crear empleos.

Desde la crisis financiera, los empleos manufactureros del sector automotriz han ido en aumento constantemente a medida que las empresas han intensificado su producción, aunque el nivel de empleo permanece muy por debajo con respecto a lo que sucedía en las décadas anteriores.

Pero a más largo plazo, no hay ninguna garantía de que la reimplantación de la producción implique una bonanza de creación de puestos de trabajo. Las automotrices están utilizando robots cada vez más para automatizar las tareas de la línea de montaje, una tendencia que podría desacoplar el vínculo entre la producción y los empleos.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 12/07/2017

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