Newsletter
Recibe gratis un resumen diario de lo más importante en negocios.
Al suscribirte aceptas los términos y condiciones de nuestra política de privacidad.
11 de jul. (Dow Jones) -- Prepárese para presenciar más turbulencia. La lucha dinástica en Arabia Saudita ha terminado, y el poder –a pesar de todos los propósitos prácticos-- ahora está en manos de una joven generación de príncipes decididos a mostrarle al Medio Oriente quién es el mandamás.
Mohammed bin Salman, nombrado recientemente el príncipe heredero al trono y sucesor designado de su padre de 81 años, el rey Salman, es el rostro de los osados cambios realizados por Arabia Saudita en los últimos dos años.
Con sólo 31 años de edad, él es el arquitecto de la sangrienta guerra en Yemen, el iniciador de dolorosas reformas económicas, el instigador de movimientos para combatir agresivamente a Irán y, más recientemente, el catalizador de una campaña regional liderada por Arabia Saudita para aislar a la minúscula Qatar.
Su primo de 57 años, el ahora descartado príncipe heredero y ministro del interior, Mohammed bin Nayef, era ampliamente considerado como la voz de la cautela y la experiencia en los pasillos del poder del reino --y el posible supervisor de algunas atrevidas medidas que tome Mohammed bin Salman.
Ahora que se ha ido (y sustituido en el ministerio del interior por un sobrino de 33 años de Mohammed bin Nayef), es probable que la postura regional de Arabia Saudita se vuelva aún más venturosa.
“Mohammed bin Salman está mucho más dispuesto a recurrir al exacerbado nacionalismo saudita para solidificar el cambio social interno”, dijo Andrew Bowen, especialista en el reino en American Enterprise Institute, un grupo de estudios con sede en Washington. “Siempre es un riesgo cuando se pone a un líder muy obstinado, impulsivo y más nacionalista en esa posición en comparación con Mohammed bin Nayef, quien era pausado, deliberado y más pragmático”.
Mientras que Mohammed bin Nayef no criticó públicamente a su joven rival, quien estaba a favor de la estrategia más tradicional de Arabia Saudita de actuar entre bastidores y crear un consenso regional, incluso en las relaciones con Qatar e Irán.
Mohammed bin Salman --que ha desarrollado lazos estrechos con el gobernante de facto de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed-- en contraste, ha estado en pro de mostrar el poderío militar y financiero del reino.
“Ahora van a ver más determinación, ya sea en la guerra en Yemen o en el reciente cambio en las relaciones con Qatar. La política exterior saudita va a ser más abierta y más dinámica”, predijo Ahmad al-Ibrahim, comentarista político y empresario saudita.
Mohammed bin Nayef, por supuesto, ejerció sólo una autoridad limitada fuera de su ámbito de seguridad interna en los últimos meses. Esto significa que --a pesar de la consolidación del poder en Riad-- el cambio en el comportamiento del reino puede ser menos dramático de lo que muchos esperan, advirtió el analista saudita Mohammed Alyahya, un colega no residente en Atlantic Council.
“En términos de política exterior, política económica y defensa, no preveo algún cambio sísmico porque Mohammed bin Salman ya está a cargo de estas carpetas desde hace bastante tiempo”, dijo Alyahya.
De hecho, en los últimos meses, cuando Mohammed bin Salman amplió su autoridad con el nombramiento de jóvenes príncipes a dos puestos claves del gobierno (incluyendo un hermano menor como embajador en Washington), cada vez más pareció ser una cuestión de tiempo para Mohammed bin Nayef fuera forzado a dimitir.
Sin embargo, pocos esperaban que ese periodo fuera tan corto: de acuerdo con el consenso entre los diplomáticos occidentales en Riyadh era que Mohammed bin Salman necesitaba mostrar algunos logros reales antes de tomar esa decisión.
Con el estancamiento de la guerra en Yemen, Qatar negándose a capitular y la Casa Saudita obligada a revertir en abril medidas impopulares de austeridad, el único éxito de este tipo ha sido la capacidad de Mohammed bin Salman para desarrollar una inesperadamente cálida relación con el presidente Donald Trump, quien criticó de manera reiterada al reino durante su campaña presidencial del año pasado.
El príncipe visitó la Casa Blanca en marzo, allanando el camino para la realización de una cumbre con mucha pompa y en la que Trump pareció respaldar las proclamas sauditas de liderar a todo el mundo musulmán. Poco después, Arabia Saudita y sus aliados actuaron contra Qatar --asegurando, por lo menos al principio, el respaldo de Trump.
Sin embargo, unas cuantas horas antes de que se cimbrara el liderazgo saudita, el Departamento de Estado de EUA emitió una inusitada crítica al embargo saudita y de los Emiratos contra Qatar, que alberga una importante base militar estadounidense en la región. Para muchos en el Medio Oriente, esto fue una señal de que los líderes sauditas también pueden haber sido demasiado confiados en sus tratos con Washington.
“Hasta ahora no veo que el gobierno de Trump haya dado a los sauditas la aprobación para actuar como mejor le parezca”, dijo Riad Kahwaji, director general del Institute for Near East and Gulf Military Analysis en Dubai. “Es demasiado prematuro hablar de esto como un logro, porque todavía estamos por ver lo que la administración Trump en realidad le concederá a los saudíes en un futuro próximo”.
Traducido por Luis Felipe Cedillo
Editado por Michelle del Campo
Copyright © 2017 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved
Fecha de publicación: 11/07/2017
Etiquetas: Arabia Saudita Rey Salman Sucesor Trono Mohammed bin Salman Príncipe Mohammed bin Nayef