10 de may. (Bloomberg) -- México no tiene suficientes personas como Juan Pablo Senosiain, y el presidente de los Estados Unidos Donald Trump podría ser la persona que ayude a cambiar eso.

Senosiain es un innovador que ayudó a convertir el laboratorio de su familia en una de las cinco farmacéuticas que producen medicamentos de prescripición con mayores ventas en México, la cual tiene cerca de 30 patentes domésticas y 50 en el extranjero.

Las amenazas de Trump de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) están dándole a México motivos para crear más negocios como Senosiain que generan valor mediante la investigación y el diseño, ahora que reevalúa su dependencia en las manufacturas de bajos salarios.

Los líderes de México están tratando de esforzarse más para patrocinar la investigación con el fin de estimular el desarrollo de la propiedad intelectual que puede ayudar a las empresas a desarrollar productos que el mundo necesita. En abril, el gobierno dijo que igualaría 30% de las nuevas y mayores inversiones en investigación y desarrollo en México, y está buscando 375 proyectos de tecnología para ayudar a financiarlos.

“A pesar de que no tenemos innovaciones oriundas u originales en algunos campos, estamos tratando de invertir en esas áreas”, dijo en una entrevista Ildefonso Guajardo, el secretario de Economía de México.

 

Todavía rezagado

En comparación con otras naciones involucradas en el comercio global, México sigue estando rezagado en el desarrollo de propiedad intelectual a pesar de su proximidad con Estados Unidos y su estrecha relación con las corporaciones multinacionales.

Mientras que los residentes mexicanos recibieron 172 patentes de Estados Unidos en 2015, frente a 44 en 1994 cuando entró en vigor el TLC, eso es nimio en comparación con países como Corea del Sur, donde el otorgamiento de patentes de Estados Unidos aumentaron de 943 en 1994 a 17 mil 924 en 2015, y China, cuyo número de patentes fue de 48 en 1994 a ocho mil 116 patentes en 2015.

El número de patentes no son sólo tiene que ver con el derecho a jactarse acerca de los productos únicos que el resto del mundo quiere. La competencia tecnológica y de investigación se correlaciona con la riqueza, y ayudan a aislar a las economías de la migración laboral hacia los centros de producción de bajos salarios o del reemplazo de esos empleos por la automatización. Países como China y Corea del Sur --e incluso Alemania y Japón después de la Segunda Guerra Mundial-- han aprovechado el comercio con Estados Unidos para desarrollar pujantes industrias nacionales, las cuales van desde la automotriz, textil y hasta la de los teléfonos inteligentes.

De hecho, los ataques de Trump contra el negocio de Carrier de United Technologies por trasladar empleos a su vecino del sur suscitan una persistente pregunta: ¿Por qué el país fabricaba productos básicos para una empresa estadounidense y no compiten con ellas?

Algunas empresas mexicanas se posicionaron no como “empresas con conocimientos” que competirían con las firmas norteamericanas, sino más bien como “empresas conocedoras” que usan sus contactos para superar las burocracias políticas de México y llevar sus productos al mercado.

Las firmas mexicanas “están muy acostumbradas a la idea de que las grandes invenciones tecnológicas provienen de Suiza o Nueva Jersey, y que serán el socio local de Novartis o Merck”, dijo Jorge Goldstein, director y abogado especializado en patentes del despacho Sterne, Kessler, Goldstein y Fox en Washington, que se enfoca a la propiedad intelectual.

“Cambiar ese modelo sería muy provechoso”, agregó, porque “realmente no hay incentivos para que desarrollen su propia tecnología”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo           

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Fecha de publicación: 10/05/2017

Etiquetas: TLCAN EUA México Tecnología Desarrollo Productos Fabricación Investigación