20 de feb. (Dow Jones) -- Como estudiante de preparatoria del norte de México en la década de los setenta, Ildefonso Guajardo marcaba el comienzo de cada nuevo año académico con un ritual. Su familia viajaba en auto tres horas a una tienda J.C. Penney de Texas, y su padre le daba 300 dólares para gastar en un nuevo guardarropa, ropa que era mucho más barata y de mejor calidad que lo que podía encontrar en la cerrada economía de México.

“Cuatro camisas, cuatro pantalones, ropa interior y calcetines para todo el periodo escolar, todo en un día de compras en Laredo”, recuerda Guajardo, quien ahora es secretario de Economía de México.

Ir de compras en México era una pésima experiencia en aquellos días. El país estaba saliendo de cuatro décadas de una economía cerrada a las importaciones, y la mayoría de los artículos todavía estaban orgullosamente --aunque de mala calidad-- Hechos en México. Una broma muy común era que los televisores mexicanos eran muy buenos radios --porque la imagen era pésima.

En parte por esa experiencia, Guajardo estudió economía en Pennsylvania University y finalmente se unió al equipo de economistas destacados que negociaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) --la primera vez en la historia moderna que un país pobre y un país rico eliminaba todas sus barreras comerciales para competir en igualdad de condiciones.

Hoy día, Guajardo y los otros miembros de la generación mexicana del TLC se encuentran defendiendo el legado del pacto en un momento en que su futuro es incierto con la nueva administración estadounidense de Donald Trump.

Trump ha calificado el tratado como el “peor acuerdo comercial de todos los tiempos” y lo culpa por haber incitado a algunas firmas estadounidenses a mudar sus fábricas al sur de la frontera, donde la mano de obra es más barata. Él ha comprometido a renegociarlo o cancelarlo.

A pesar de las amenazas del nuevo presidente de Estados Unidos, el equipo mexicano del TLC está de acuerdo en una idea algo sorprendente: Trump no es la amenaza más seria para el bienestar económico de México. La mayor amenaza es precisamente México, con su larga historia de nacionalismo y su economía de ‘Primero México’.

“Lo que preocupa a muchos de nosotros no es lo que hará Trump, sino lo que México hará en respuesta", dijo Jaime Serra, quien como secretario de Comercio de México a principios de la década de los noventa supervisó la negociación del TLC de parte de México. “No podemos usar la táctica de ojo por ojo, tenemos que permanecer abiertos y permanecer comprometidos con nuestro camino económico”, dijo.

Mientras muchos mexicanos se sienten heridos y traicionados por un país que habían comenzado a considerar como un amigo y aliado, una guerra comercial va a afectar mucho más a México y su economía impulsada por las exportaciones, que a la economía estadounidense que es mucho más grande. “Nos estaríamos afectando a nosotros mismos”, dijo Jaime Zabludovsky, ex subsecretario de Comercio del equipo negociador del TLC por parte de México.

Antes del TLC, la mayoría de los economistas decían a los países en desarrollo que necesitaban proteger su industria local contra las economías avanzadas manteniendo aranceles más altos que los de los países ricos. Incluso hoy en día, la Organización Mundial del Comercio (OMC) permite a los países más pobres imponer tarifas más altas (por lo que, si Trump da al traste con el TLC, es probable que Estados Unidos tenga que pagar aranceles más altos en México que viceversa).

Después de más de dos décadas del TLC, no todo ha sido fácil para México. Frente a las eficientes firmas estadounidenses, miles de empresas mexicanas cerraron sus puertas y millones de agricultores abandonaron sus pequeñas parcelas para dirigirse a las ciudades o emigraron a Estados Unidos.

Sin embargo, el pacto ha ayudado a transformar la economía mexicana, elevando a millones de personas a empleos de fábrica que pagan más. También ha obligado a las empresas mexicanas a elevar su calidad.

México es ahora el mayor exportador mundial de televisores de pantalla plana.  Y Guajardo ahora compra en México casi la totalidad de su guardarropa.

“La compro, no por orgullo nacionalista, sino porque es un buen producto y su precio competitivo”, dijo.

La reacción contra la globalización en algunas partes del mundo desarrollado y el ascenso de Trump a la presidencia de Estados Unidos han sorprendido a la generación de economistas que convencieron a México de convertirse en una de las economías más abiertas del mundo con acceso libre de impuestos para 46 países alrededor del mundo.

Incluso ahora, el equipo mexicano que negoció el acuerdo del TLC destaca por sus credenciales económicas. Éste incluyó más de una docena de doctorados de las mejores escuelas de Estados Unidos, como University of Chicago, Yale, Massachusetts Institute of Technology y Stanford --las catedrales del libre mercado. Su jefe, el presidente Carlos Salinas de Gortari, estudió en Harvard.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 20/02/2017

Etiquetas: México TLC Negociación Trump Política