13 de ene. (Dow Jones) -- Donald Trump ha reunido a un gabinete y altos funcionarios con puntos de vista divergentes sobre cuestiones como el déficit, comercio, cambio climático y Rusia, lo que representa un reto para su administración ahora que trata de traducir sus propios y amplios temas de campaña en políticas específicas para gobernar.

El representante Mick Mulvaney, republicano por South Carolina y nominado por Trump para fungir como director de presupuesto, se ha opuesto a elevar el techo del endeudamiento, sin embargo Trump ha propuesto fuertes recortes de impuestos y grandes aumentos en el gasto de defensa e infraestructura que muchos economistas creen que hará que crezca el déficit presupuestal.

Varios de sus elegidos para integrar el gabinete respaldaron un acuerdo comercial negociado por el presidente Barack Obama con las naciones asiáticas, al que Trump se opuso y que ha prometido abandonar.

Rex Tillerson, su elección para dirigir el Departamento de Estado, ha dicho que cree que la ciencia demuestra que el cambio climático está siendo causado en parte por el comportamiento humano, algo que Trump en el pasado ha calificado como un “engaño”.

Ex funcionarios de la Casa Blanca dijeron que las administraciones entrantes a menudo tienen que lidiar con puntos de vista opuestos. En 2008, Obama seleccionó a dos de sus rivales en la nominación demócrata --Hillary Clinton como secretaria de Estado y Tom Vilsack como secretario de Agricultura-- a pesar de las diferencias mostradas en la campaña. Obama ya había escogido a su rival, Joe Biden, como su compañero de fórmula.

Sin embargo, Trump estará rodeado desde el principio por una plétora de voces divergentes. Thomas Barrack, amigo de Trump y presidente del comité de toma de posesión, dijo que el presidente electo maneja una política de “puertas abiertas”, donde los asesores debaten los méritos de las propuestas, mientras que Trump “checa” la información y toma una decisión final.

Sin embargo, muchas decisiones tomadas por el gobierno federal no llegan a nivel presidencial, proporcionando amplios e independientes poderes a las burocracias lejanas dirigidas por los secretarios del gabinete y sus colaboradores.

El monitoreo de una agencia potencialmente malintencionada podría ser un reto para cualquier nueva administración, y Trump podría tener que vigilar a varios de ellos para asegurar que promuevan políticas que estén en línea con sus promesas y no con las preferencias de sus designados.

Mucho podría depender de cómo el presidente electo pueda establecer una cadena de mando, sobre todo teniendo en cuenta la estructura horizontal de los nombramientos de altos funcionarios que ha puesto en marcha hasta ahora.

“Nadie es una copia al carbón del comandante en jefe”, dijo Ari Fleischer, quien fungió como secretario de prensa en el gobierno de George W. Bush. “La clave de la dinámica es la fuerza del presidente y su capacidad para dirigir. Si un presidente no tiene ideas definidas sobre qué hacer, los asesores desempeñan un papel mucho más influyente.

Cuando un presidente tiene ideas firmes, como construir un muro en la frontera, crear empleos en Estados Unidos a través de la independencia energética y reducir los impuestos, es mucho más fácil para los consejeros saludar y cumplir las órdenes del presidente”.

El personal superior de la Casa Blanca de Trump incluirá a varios de sus ayudantes de campaña, como el estratega Steve Bannon y la consejera Kellyanne Conway, quienes han sido seleccionados de su base de partidarios populistas, pero que han expresado opiniones menos pronunciadas sobre temas específicos de política.

Pero es precisamente con los otros asesores, en particular los miembros de su gabinete, con los que Trump puedo tener las mayores diferencias de opiniones.

“Esta es una gran pregunta sin respuesta”, dijo David Axelrod, quien fue un importante asesor de Obama. “Parece que Trump no llega a esto con una filosofía bien definida, así como con una estrategia de mercadotecnia bien concebida. Ahora habrá una refriega entre bastidores para colmar el vacío que reflejará la batalla entre las facciones del Partido Republicano. No está claro cómo se decidirán estas disputas en la batalla que definirá a Trump”.

Muchos de sus consejeros entrantes que tienen las opiniones más divergentes son aquellos que tienen experiencia gubernamental o corporativa.

Wilbur Ross, su selección para fungir como secretario de Comercio; Terry Branstad, el gobernador de Iowa, que ha sido seleccionado para convertirse en embajador en China; y su selección para fungir como secretario de Defensa, el general jubilado James Mattis, han hablado favorablemente del acuerdo comercial propuesto por el gobierno de Obama con los países asiáticos, llamado Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica.

Trump ha prometido poner fin a este acuerdo comercial como parte de su iniciativa para rediseñar las normas comerciales de Estados Unidos.

Scott Pruitt, el procurador general de Oklahoma y su nominado para dirigir la Agencia de Protección Ambiental, ha calificado una política federal que obligaría a un mayor consumo de etanol y otros biocombustibles en el suministro del combustible estadounidense como “inviable” y respaldó una demanda de 2013 desafiando esa medida.

Pero, antes de las primeras reuniones políticas durante sus peleas republicanas primarias, Trump les dijo a los ciudadanos de Iowa que apoyan el mandato del etanol que él “estaba con ellos a 100%”. Los funcionarios de transición de Trump y los asesores destacados han sugerido que el punto de vista del presidente electo sobre el mandato del etanol no ha cambiado.

Funcionarios relevantes del equipo de transición de Trump han dicho que el nuevo gabinete y el equipo de la Casa Blanca harán de lado sus diferencias y trabajarán para implementar la agenda de Trump.

El general Mattis y Tillerson se negaron a hacer comentarios al respecto. Mulvaney y Pruitt no respondieron a las solicitudes para que compartieran sus observaciones sobre el tema.

“Lo que el presidente electo Trump está buscando, son personas que han tenido mucho éxito, ya sea en el gobierno, los negocios, la academia u otras facetas de la sociedad, para implementar su agenda”, dijo Sean Spicer, el secretario entrante de prensa de la Casa Blanca, en una conferencia reciente. “Es su agenda la que está siendo implementada, no la de alguien más”.

Sin embargo, esa estrategia ya está siendo puesta a prueba.

Durante la campaña, Trump se enfocó en endurecer el tratamiento militar de los sospechosos de estar involucrados en el terrorismo, y dijo que volvería a usar la táctica de tortura conocida como “submarino” y que implementaría tácticas que él dijo eran aún más extremas.

Pero recientemente señaló al New York Times que abordó estos temas con el General Mattis, y el nominado de Trump para dirigir el Pentágono dijo que “eso nunca lo encontró útil”.

El presidente electo dijo que le sorprendió la respuesta, aunque no dijo si había cambiado de opinión sobre cómo abordaría el tema como presidente.

El General Mattis, que es venerado por muchos en el ejército, tiene otros puntos de vista de política exterior que difieren de los de su futuro jefe. Ha sido muy crítico de las intenciones de Rusia en Ucrania, mientras que Trump ha desviado las críticas sobre el presidente ruso Vladimir Putin y dijo que quiere mejorar las relaciones de Estados Unidos con el Kremlin.

Tim Naftali, ex director de la Biblioteca Presidencial Richard Nixon y quien imparte la cátedra de historia en New York University, dijo que no es raro que los presidentes designen miembros del gabinete con puntos de vista diferentes al suyo.

Lo que es inusual de la entrante administración de Trump, agregó, es que su equipo principal de liderazgo de la Casa Blanca carece del conocimiento administrativo que es útil para manejar las diferencias políticas.

 “La clave aquí no es el hecho de que estas son personas inteligentes y exitosas que ven el mundo de manera diferente”, dijo Naftali. “Eso no es nuevo, es el hecho de que el centro de la operación no tiene absolutamente ninguna experiencia en el manejo de las diferencias políticas”.

Una preocupación adicional, dijo, es que Trump pueda permitir que la gente se acerque a él a través de canales informales que alteran un “proceso político ordenado”.

Fleischer añadió que Trump probablemente afrontará numerosas cuestiones en las que sus asesores y gabinete no están de acuerdo, y esto puede ser una de las primeras pruebas de su estilo de gobierno.

“Puede haber algunas cuestiones filosóficas que quizás sólo el presidente pueda resolver”, señaló. “Puede haber algunas cuestiones de negociación que únicamente el presidente podrá decidir con el fin de ganar votos. Cuando los asuntos tengan menor latitud, y sean más legislativamente detallados y arcanos, lo mejor es dejar que sus secretarios, subsecretarios y ayudantes de la Casa Blanca manejen los detalles, de lo contrario... la presidencia se verá obstaculizada”.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 13/01/2017

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