Tekit, México, 30 de nov. (Dow Jones) -- A partir de la década de los noventa, los inmigrantes de las comunidades rurales de la península de Yucatán empezaron a proporcionar un suministro constante de mano de obra poco calificada a la industria de restaurantes de la costa oeste de Estados Unidos.

Entre ellos estaba Juan Ek, de 26 años, un afable maya que llegó a San Francisco en 2007 a la edad de 16 años.

"Lo contraté cuando era un adolescente que no hablaba inglés y vi cómo su vida cambiaba ante mis ojos", dijo Joe Hargrave, el restaurarantero que lo contrató.

En la cadena Tacolicious Hargrave’s, Ek ascendió desde lavavajillas a sub-jefe de cocina y después a supervisor del personal. Él preparaba especialidades a la perfección con nombres como “calamares a la plancha” y “frijoles negros a la medianoche”, dice su jefe anterior.

Trabajando turnos de 11 horas, Ek se las ingenió para pagar su comida y alquiler, así como también enviar dinero a su pueblo maya para apoyar a sus padres. También les dio dinero a cada uno de sus dos hermanos mayores, Luis y Carlos, para que pudieran pagar un coyote, o contrabandista, para que los pasaran por la frontera México-Estados Unidos, unos años más tarde.

Pronto, los tres estaban trabajando en Tacolicious.

Alrededor de 80% del personal de la cocina de Hargrave procede de la Península de Yucatán, afamada en el extranjero por sus centros turísticos playeros de Tulúm, favorita de los hippies, y Playa del Carmen.

"Ellos son el alma de los restaurantes de esta ciudad", dijo Hargrave, quien en 2011 visitó la bucólica aldea de Tekit con su esposa, Sara Deseran, para conocer a la extensa familia de Ek hace unos años. “Gentiles, constantes, amables” es como él los describe.

Pero el éxodo ha disminuido en los últimos años, reflejando la desaceleración más generalizada de la inmigración mexicana a Estados Unidos.

Parte del cambio es la demografía. Las familias mexicanas son ahora mucho más pequeñas. Juan Ek es uno de nueve hermanos; tres de ellos emigraron a Estados Unidos. Su madre tuvo 12 hermanos; muchos de ellos viven en Estados Unidos, también. Pero Ek y sus dos hermanos solamente tienen dos niños.

El gobierno del estado de Yucatán inició recientemente una campaña para desalentar a los adolescentes a abandonar la escuela y arriesgar sus vidas para trabajar ilegalmente en Estados Unidos.

En una escuela secundaria local, el funcionario estatal Ángel Basto dio conferencias recientemente a estudiantes de 12 años de edad en un pequeño salón de clases. El alto costo que cobran los contrabandistas obliga a los inmigrantes a endeudarse durante años, explicó.

“Si llegas allá con vida, los empleadores te pagarán menos si eres indocumentado. Muchos [migrantes] necesitan tener dos empleos de tiempo completo para pagar sus cuentas y apoyar a sus familias en su país”, dijo. “Algunas personas no han visto a sus familiares en décadas, otros nunca regresan”, añadió.

Ek estuvo entre los que regresaron, para estar con sus parientes y ayudar a su madre enferma en Tekit. Desde que se estableció ahí, se casó y formó una familia.

Sin embargo, sigue estando en contacto con su ex jefe de San Francisco. Hargrave, quien planea abrir un Tacolicious en Oakland en 2017, espera visitar el consulado estadounidense en Mérida, la capital del estado, a principios del próximo año para preguntar sobre el patrocinio de Ek para conseguirle una visa de trabajo.

“Es surrealista cuando pierdes a un empleado así”, dijo.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

                                                                                    

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Fecha de publicación: 30/11/2016

Etiquetas: EUA Trabajadores Inmigrantes