17 de oct. (Bloomberg) -- El nombre de Hillary Clinton bien puede estar en las boletas electorales, pero la contienda por la presidencia de Estados Unidos en 2016 hasta ahora ha sido prácticamente un enfrentamiento entre el presidente Barack Obama y Donald Trump.

Nunca en los tiempos modernos había sido tan importante el titular saliente en una campaña presidencial, un fenómeno aceptado por un candidato que inicialmente se mantuvo a distancia. Las multitudes a veces gritan "cuatro años más" cuando Obama o su esposa Michelle, encabezan los mítines a favor de Clinton.

El papel desmedido que Obama está jugando refleja la decisión estratégica de Clinton de aprovechar el aumento de su popularidad en un año electoral; el presidente goza de una tasa de aprobación de 53% de acuerdo con la más reciente encuesta de Gallup.

El equipo de campaña de Clinton sabe que ella simplemente no podrá llegar a la Casa Blanca a menos que obtenga el favor de una coalición que ha tenido dificultades para convencer --conformada por afroamericanos, latinos y los votantes más jóvenes que le dieron a Obama la presidencia, dijo un demócrata cercano a la campaña y a la administración de Obama.

"En esencia, Barack Obama se ha echado a cuestas a Hillary Clinton y está tratando de llevarla hasta la línea de meta, metafóricamente", dijo el encuestador demócrata Peter Hart, quien ha realizado encuestas de las elecciones presidenciales desde 1964. "No hay un presidente que haya usado su prestigio y su poder para apoyar a un candidato más que Barack Obama; y si Hillary Clinton tiene éxito, ella se lo deberá a Obama más que cualquier otro candidato que haya conocido”.

Josh Earnest, el secretario de prensa de la Casa Blanca, calificó a Obama como el "cuarto bate" de Clinton en una conferencia de prensa reciente. En ese papel, Obama tiene previsto dedicar uno o dos días a la semana para hacer campaña a su favor hasta el día de la votación.

El presidente viajó recientemente a Carolina del Norte en busca de incrementar la ventaja que tiene Clinton en las encuestas sobre Trump, cuya campaña se está tambaleando después de la revelación de un video de 2005 en el que hizo comentarios vulgares sobre las mujeres --un hecho que provocó que muchos aliados republicanos lo abandonaran.

Obama pareció deleitarse de tener la oportunidad de acicatear a Trump por el video, al salirse del guion y hablar 20 minutos más de lo esperado en un mitin realizado en Greensboro. El presidente cuestionó cómo los republicanos eran capaces de criticar las declaraciones de Trump y aun así seguir apoyando su campaña.

"Yo también creo en el perdón y la redención, pero eso no quiere decir que vaya a elegir como presidente a ese tipo de persona", dijo Obama. "Previmos todo eso. Él ha estado diciendo tonterías desde hace tiempo. Es decir, ¿y qué pensaban, que él iba a cambiar de la noche a la mañana?"

 

La antipatía de Obama

Hace más de un año, mucho antes de que Trump fuera considerado un candidato viable, Obama y sus asesores ya estaban planeando realizar un esfuerzo sin precedentes a favor de Clinton, al percatarse que la elección de un sucesor demócrata era clave para asegurar sus logros políticos. Sin embargo, el ascenso de Trump ha intensificado ese fervor, dijo el demócrata cercano a la administración quien habló a condición de que se respetara su anonimato.

Obama siente cierta antipatía hacia Trump que va más allá de la política, dijo el demócrata. El presidente y sus asesores consideran a Trump la antítesis de los valores fundamentales de Obama, como el compromiso con la diversidad racial y cultural, la necesidad de tomar decisiones bien razonadas y la voluntad de trabajar dentro de las normas globales.

El desdén entre ambos es evidente. Trump dirigió el movimiento "Birther" (oriundo de EUA) que falsamente cuestionó la nacionalidad de Obama al principio de su presidencia. Obama respondió, ridiculizando públicamente el multimillonario en la Cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca de 2011.

Durante el último debate, Trump criticó la política exterior de Obama, su programa de asistencia médica y el manejo que hizo de los disturbios raciales, vinculando a Clinton con el presidente de manera reiterada.

"Este país no puede aceptar otros cuatro años de Barack Obama, y eso es lo que obtendrán con ella", dijo Trump.

La contienda de 2016 se ha enturbiado por las protestas provocadas por los asesinatos que ha realizado la policía de hombres de color, la lucha sobre Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), la inquietud relacionada con la inmigración, la angustia económica que priva entre los blancos de la clase trabajadora y los temores domésticos al terrorismo inspirados por el Estado Islámico. Trump y Obama personifican esas tensiones sociales en la campaña.

Las formas totalmente diferentes en las que los estadounidenses interpretan esos acontecimientos están encarnados en Carolina del Norte, un crisol de conservadores blancos del sur, una población de color de tamaño considerable y algunas de las universidades más prestigiosas de la nación.

Su ciudad más grande, Charlotte, fue escenario de manifestaciones que le siguieron a los asesinatos perpetrados por la policía el mes pasado.

Traducido por  Luis Felipe Cedillo

Editado por Michelle del Campo

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Fecha de publicación: 17/10/2016

Etiquetas: EUA Elecciones Trump Clinton Obama Apoyo